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Jackita: power to the cumbia

Escrito por:Playboy México

Nació en el barrio de San Cristóbal, en Buenos Aires. Desde hace diez años canta cumbia de manera profesional. Pero antes de convertirse en “Jackita la Zorra”, justiciera de las mujeres, tuvo que estudiar turismo e instrumentación quirúrgica.

Vía telefónica me cuenta que casi se muere cuando asistió a una práctica en el hospital. Se repetía a sí misma: “¿Qué estoy haciendo aquí?”.

En una industria dominada por los hombres, fue víctima del machismo. Tuvieron que transcurrir ocho años para que le dieran “el chance” de ingresar a la movida tropical y convertirse en embajadora de la cumbia.

“Iba a un casting y me miraban la cola. ‘A ver, date una vueltita’, me decían, y eso no tenía nada que ver con mi trabajo. Me sentía mal, porque me ninguneaban y me repetían: ‘No sirves para la cumbia’. Me las veía muy duras, pero sabía que lo iba lograr, aunque me costó mucho que me dieran la oportunidad de demostrar lo que sabía hacer, cantar”.

El despunte de la cumbia villera, género en el que se mezclan sonidos tropicales con letras que hablan de la violencia que azota las zonas marginales de Argentina, se dio a raíz de la crisis económica de inicios del año 2000 en esa nación. Jackita sostiene que todo lo que pasó y está pasando es resultado de la corrupción. Sin embargo, añade, “la música te ayuda en tus momentos más difíciles, pero las necesidades básicas no te las quita nada. Cuando tienes hambre, tienes hambre y es horrible. La única solución que existe es comer”. 

Años más tarde, la cumbia se transformó. Volvió a sus raíces: canciones de fiesta hechas para bailar. Su expansión, en las diversas clases sociales en Argentina y en otros países, se debió a la diversificación de las letras. Jackita aprovechó esta coyuntura para hablarle a las mujeres.

“En las letras expreso que somos campeonas y dueñas de nuestra vida. Yo quería hacer cumbia revolucionaria, con letras que hablen a favor de nosotras.  Noté que las canciones que había nos trataban como objetos. La cumbia no estaba pensada para las mujeres”, expresa.

Tragedias griegas en la pista

En 2009, cuando el feminismo no estaba tan presente en la agenda pública, la argentina se atrevió a cantar: “Me voy para el baile, cuídame el nene”. En su mente siempre pensó en crear una canción para ellas, para romper con el patrón sexista que imperaba. Sin embargo, al mismo tiempo su discurso feminista respetaba a los hombres. No denigrarlos.

“Por eso, lo que hice se identificó con el punk, el sistema patriarcal no le iba. Los varones se morían de la risa de saber que las mujeres se irían al baile y les dejarían a los chicos en la casa”.

La intérprete de ‘Corazón de miel’ sabía de lo que quería hablar con Latinoamérica; era igualdad de género. A no ser por el ritmo bailable, sus canciones podrían considerarse auténticas tragedias griegas. ‘Hay una pared’, por ejemplo, habla de las mujeres que esperan a sus novios después de ser encarcelados.

Finalmente, aunque le gusta el reggaetón, Jackita continuará apostando a la cumbia villera. Lo que hace cuando encuentra una canción de este género que le agrada, con ayuda de su productor Adrián Fierro, es adaptarla a la cumbia.

“Buscamos los sonidos exactos y la convertimos a mi estilo y mi esencia”, finaliza.

 

Por Cynthia Benitez

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