Hueco lanzó un disco debut homónimo en 1997. Producido por Rogelio Gómez, el guitarrista de Ansia, el álbum será interpretado íntegramente en el concierto que el grupo ofrecerá este sábado 06 de diciembre en el Dada X.
José Hernández Riwes Cruz “The Hollow Kid”, Javier Coss y Rubén Olvera le rendirán un tributo a uno de los discos fundamentales del underground mexicano. Además, se harán acompañar de Consumatum Est.
Michael Ciravolo: “Odio los discos solistas de los guitarristas”
Sostuvimos una charla con José, a propósito de este concierto que pinta para ser legendario.
Este video te puede interesar
View this post on Instagram
Muchas cosas suceden en 30 años. ¿Cuáles han sido las más complicadas de sacar adelante a Hueco para que este sábado se reencuentre con la fanaticada?
Buena pregunta, ¿cuáles son las cosas que le dan sentido, no? Una es encontrar un sonido propio, un estilo, algo que defina a la banda y que lo haga sonar, ahora sí que, a Hueco. Yo creo que es de las cosas más difíciles.
Sobre todo porque cuando empiezas, empiezas no con la gente que quisieras tener —aunque no sepas ni qué quieres— sino con la gente que te encuentras. ¿A dónde voy? Cuando empezamos con Hueco, yo era la única persona que tenía la idea de hacer algo que sonara a Bauhaus, The Cure, Dead Can Dance.
Moisés, el baterista en ese entonces, venía de Alfil 7: traía una escuela más de rock clásico; otros eran de una cepa metalera fuerte. Genaro es un fan durísimo de Iron Maiden. Y José Luis estaba muy metido en cosas como Ian Gillan, Richie Blackmore.
Afortunadamente, todo eso tenía un punto de conexión y de ahí salió el sonido de Hueco. Una cosa pesada, pero que de repente puede ser muy pop. Es curioso, porque yo siempre usaba las mismas notas porque apenas estaba aprendiendo a tocar. Eran las notas Hueco (risas).
Esa es una de las cosas difíciles: hallar tu sonido. Otra es mantener una banda, mantener un proyecto, porque no es sencillo. Vas creciendo, la gente tiene diferentes objetivos, diferentes intenciones con una banda y de repente es muy difícil que todos coincidan.
Afortunados son los que se quedan con la misma alineación. Yo creo que eso ocurre cuando logras que tu grupo funcione como empresa y que todo el mundo tenga de ahí una entrada profesional y económica. Porque finalmente es un negocio que hay que mantener.
Y el resto de la gente, cuando tenemos otros trabajos de día que nos permiten hacer de noche esto que queremos, no coincide. A veces la vida se atraviesa y hay quien deja la música: tira el arpa, diría mi querido Abulón. Y también hay cuestiones graves, mortales. Desafortunadamente dos de nuestros ex integrantes ya fallecieron.
Y finalmente, lo último es la permanencia, ya sea de uno o dos miembros, mantener un proyecto… ese es uno de los retos más fuertes como Hueco.
The Awakening en México: “Siempre he sido un narrador de historias”
El título de tu libro, “Vamos a jugar a Londres”, me conecta con eso que mencionas de querer sonar a The Cure, Bauhaus, Dead Can Dance…
Sí, “jugar al Londres” es un chiste que tenemos Harry y yo: “Vamos a jugar a Londres porque esto no es Berlín”. Es imaginar que la vida es mejor en otro lado y que si hubieras nacido en la Conchinchina todo el mundo te valoraría. Pero al final entiendes que estás armando un mundo acá. Y ya dejas de jugar.
Aunque el juego duró… yo creo que hasta los noventa y tantos. “Vamos a jugar a Londres” es muy de los ochenta. En los noventa empieza a armarse una infraestructura fuerte, y en los dos mil mucha gente, en distintos rubros, ya pudo dedicarse profesionalmente a un proyecto musical cultural o artístico.
Cuando te das cuenta de que estás construyendo cosas en tu mismo contexto, dejas de añorar ese Londres que sólo existe en tu cabeza.
Y mencionas también la importancia de tener un trabajo de día que te permita hacer otra cosa de noche.
Pues sí, es parte de la vida. Vas cambiando… de repente empiezas a usar ropa de colores brillantes, demasiado brillantes —el otro extremo del vampiro— que también me llama y tiene mucho que ver con la música de los ochenta.
Recuerdo la película Somos guerreros, donde uno de los hermanos pregunta al otro: “¿Cuándo te vas a tatuar para empezar a ser parte de la tribu?”. Y el otro le dice: “Hay dos tipos de tatuaje: tú los llevas por fuera, yo los llevo por dentro”.
Independientemente del ornamento, también puedes tenerlo por dentro y mantenerlo ahí. A mí me gusta juntarme con gente para quienes vestirse es una cuestión de identidad, usar el uniforme de vampiro día y noche.
Es padre reencontrarte con gente. Nos han estado escribiendo mucho a las redes: “Hueco es la música de mi adolescencia”. Te truena la espalda de inmediato y dices: “Sí, ya pasaron 30 años”.
Es importante porque justo en esta tocada van a tocar el primer disco completo. ¿Cómo fue volver a esas canciones?
Vamos a tocarlo de pe a pa. Afortunada y desafortunadamente, las secuencias originales estaban en un mal estado. Tuvimos que rehacer muchas cosas, manteniendo la estructura.
La música electrónica se vuelve antigua muy rápido porque los sonidos van cambiando aceleradamente. Escuchando las secuencias del primer disco decía: “Queríamos hacer esto, pero la imposibilidad tecnológica de ese momento…”. Ahora que estamos rehaciendo las secuencias, he tratado de hacer un puente sonoro entre el primer y el segundo disco.
Hay gente que hace arreglos nuevos, otros que no cambian nada. Es válido. Por la cuestión de que estaban arruinadas las secuencias, y por el gusanito de re-arreglar cosas, es lo que vamos a hacer.
Me acordé de algo que decía Jaime,
Claro. En una entrevista Paco Huidobro decía que no pretendía sacar un nuevo disco de Fobia porque ya no estaba generando memorias tan profundas como las de los primeros álbumes. Tu público crece; ya no es el adolescente para quien toda música es un viaje tremendo. El viaje ya es distinto.
Ese es otro reto: generar cosas que te abran a nuevos públicos y te mantengan actualizado en una escena brutalmente nutrida.
Sí, hay gente que me dice: “Yo crecí con esta canción”. Como dice Jaime, cuando sacas el disco, deja de ser tuyo. Pertenece a la gente que vivió cosas a través de tus creaciones.
Cuando murió Prince, Diego Benjure puso algo muy bonito: que no lamentas la muerte de Prince porque lo hayas conocido, sino por todas las cosas que conociste de ti mismo a través de su música. Eso me cala mucho. A mí me impresiona cuando alguien me dice: “A mi hija le puse así por tal canción”. No me lo termino de creer.
Esta tocada conmemorativa incluye a Consumatum Est, de alguna manera. ¿Cómo se logró y qué va a pasar en el escenario?
Crecimos juntos. Aunque Consumatum Est era parte del “sonido Satélite”, ellos se formaron en Rockotitlan y en el estudio La Cocina. Esa es la columna vertebral de varios de nosotros: Guillotina, Consumatum Est, Crista Gali, Ansia, Hueco, Limbo Zamba… todos nos criamos ahí.
Siempre hemos sido muy amigos. Existe una promiscuidad musical entre nosotros: Joe García, primer guitarrista de Hueco, se va y toca con Escarbarme, donde estaban Salvador y Rogelio. Yo también he trabajado con Rogelio Gómez, con Gerry Rosado, en Intolerancia; y ahora, con Marco
Consumatum Est está tomando un nuevo camino sin Jerry Rosado y Carlos Valraven en la parte interpretativa, aunque ellos siguen produciendo. Pero seguimos conectados.
Ya por último: ¿esto es un evento aislado o viene algo más? ¿Presentaciones en otros estados o nuevo disco el próximo año?
El nuevo disco sí es para el año. Estamos preparando el material con lo nuevo que traemos. Y consideramos la edad de nuestro público: ya no tiene 16 años. Son personas de 40 o 50, que a veces llevan a sus hijos o hasta nietos a las tocadas.
Queremos mantener lo que nos gusta y lo que nos define, sin convertirnos en grupos veleta que tocan lo que está de moda. No vamos a tocar rancheras porque esté de moda. Vamos a seguir haciendo lo que hacemos.
Y quizás sí: estamos ubicados en un nivel subterráneo, pero esperamos atraer jóvenes, nuevas generaciones que hoy están embebidas en la música experimental, que está teniendo un boom curioso en un nicho que se vuelve muy sólido.