Hecha y derecha: ¿Sexo o estadística?
Por:
Jafet Gallardo
05 Jun 2018
“La estadística es una ciencia que demuestra que, si mi vecino tiene dos coches y yo ninguno, los dos tenemos […]
“La estadística es una ciencia que demuestra que,
si mi vecino tiene dos coches y yo ninguno,
los dos tenemos uno.” -George Bernard Shaw
El orgasmo masculino dura entre 10 y 13 segundos, el femenino entre 13 y 51, las contracciones orgásmicas suceden cada 0.08 segundos, la duración promedio (natural) de una erección es de 180 minutos, un hombre tiene unas 10 erecciones al día…
¿Alguna vez se han preguntado de dónde viene esta fascinación por los números del sexo? Yo sí, particularmente porque nunca termino de entender cómo se realizan esos estudios: si se basan en encuestas ¿podemos confiar en las respuestas de la gente?, si se trata de estudios en laboratorios ¿pueden imaginarse a una pareja haciendo un 69, cubiertos de electrodos y rodeados de gente en batas blancas tomando notas?
La intención de entender el sexo en términos médico-científicos, no empezó hasta el siglo XIX.
En 1886, Richard von Krafft-Ebing publica “Psychopathia Sexualis”, una especie de enciclopedia del sexo donde discutía 238 casos, con la intención de clasificar las prácticas sexuales y poder curar la perversión.
Pero es hasta la postguerra que vemos la necesidad de contabilizar y medir el sexo:
En 1947, Alfred Kinsey funda The Kinsey Institute for Research in Sex, Gender, and Reproduction (Buzos: la cuestión de género es pre-feminista), y publica “Conducta sexual en el macho humano” (1948) y “Conducta sexual en la hembra humana” (1953). Usaba encuestas y creó una escala para medir la homosexualidad-heterosexualidad de los individuos.
En 1966, Masters y Johnson publican “La respuesta sexual humana”, éste y sus demás libros están basados en la observación científica de actividades y órganos sexuales, por lo que están llenos de modelos, gráficas y otras matematizaciones del sexo.
Como saben dichos estudios siguen siendo extremadamente populares; por eso, creo que viene al caso preguntarnos, cómo esta perspectiva cientificista afecta nuestra forma de entender y vivir el sexo… Ahí se las dejo.
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