Hamburguesas Indómita: cenizas del Under quedan
Durante más de 10 años, los ríos de la noche condujeron al número 80 de Monterrey, en la colonia Roma. Ahí, donde crujía el suelo de una casona antigua mientras decenas de personas bailaban música ochentera los viernes, se abrió la primera sucursal de Indómita, el restaurante que no peca de arrogancia cuando se presenta como “burgers sin reglas”.
Breaking the law
Se levantó sobre el recuerdo del Real Under. El que en su fachada blanca exhibía a un larguirucho chico punk que regaba una flor y en su costado la frase garrapateada: “Anarquía es punkitud”.
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Hoy Indómita pone en práctica sobre plancha lo que Eskorbuto, la célebre agrupación de rock eusquera, escupe en su canción “Cuidado”: “Creéis que todo tiene un límite, así estáis todos limitados”.
Hamburguesas, suadero y pambazos
No es el caso de Indómita. Reacios a subordinarse a una receta que la costumbre ha hecho —ahora la cita es de Juan Gabriel– más fuerte que el amor, a sus artífices no les tiembla el pulso para meterle a una hamburguesa jugosos trozos de suadero y embadurnarle una jalea de pápalo, pergeñar una exquisita mutación mitad hamburguesa mitad pambazo o mejor aún, a otra fundirle encima una explosión de queso menonita.
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¿Y por qué hacen esto? Ya lo dijo Residente: pa’ divertirse, pa’ divertirse, pa’ divertirse. Indómita, como su nombre lo dice, resulta imposible de dominar.
Foros anarco-culturales
Tampoco el Real Under lo era. Por eso durante más de una décadas funcionó como punto de convergencia para las culturas periféricas mexicanas. Entre sus muros se cocinaron talleres de teatro, se publicaron fanzines y revistas, se dibujaron murales lo mismo de películas de Stanley Kubrick que de modelos góticos, se realizaron eventos eróticos y organizaron conciertos de grupos subterráneos.
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Indómita amenaza con esparcir esta infección cultural con espectáculos cabareteros, presentaciones de libros, Dj-sets rocanroleros y por qué, hasta un show de stand up.
Sabor a punk
Cuenta la leyenda que incluso una pareja se conoció una noche, como sucedió con otras parejas bajo los rayos de cientos de lunas, mientras el célebre Lord Fer se sacudía igual que una gárgola desde el escenario seleccionando la música, y que de ese romance brotó un proyecto de gastronomía y contracultura. Dicen, porque a nadie le consta (guiño-guiño).
Lo cierto es que en la actualidad el Real Under de Monterrey 80 desplegó sus alas de murciélago y se refugió en el sur de la CDMX y en su cueva deshabitada anidó una segunda Indómita. La primera habita en la colonia San Rafael y se ha hecho muy famosa por su descomunal reproducción gráfica de David Bowie al que por la noche le encienden el rayo láser.
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Pero esta nueva le rinde homenaje como mejor le sale, con dos pedazos de pan bañados en mosto de cerveza y un puñado de trozos de tocino con chucrut. Se le conoce como la Under Burger. Una que parece susurrar: “y en la boca llevarás, sabor a punk”.
Entre cervezas y mezcales te veas
Igual que en su matriz, en esta segunda Indómita también se sirven cervezas artesanales, de casas tan reputadas como Cosaco, Hércules o La Vaca de Muchos Colores. Mezcales, aguas frescas con toques herbales y sodas artesanales. Ni los refrescos ni la comida frita están permitidas.
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Sumergirse en la nueva Indómita es hincarle una mordida al pastel de la nostalgia. Permitir que por la boca entren los guitarrazos furiosos de los Sex Pistols y resbale las seductora letanía de Bauhaus.
Atascarse los pulmones con el aroma de la fiesta citadina, de los ríos nocturnos que encontraron la forma de seguir confluyendo hacia Monterrey 80.
Porque donde ardió el fuego del Real Under, cenizas en el paladar quedan. La furia indómita del recuerdo.
