Epigmenio Ibarra El combate es oscuro, huele a fango y siempre sabe a mierda

PLAYBOY: Escribiste en Milenio, “Razones para someter a juicio a Calderón”. Hace 20 años, hubiera sido inconcebible que leer “juicio” y el nombre de un ex presidente en un diario de circulación nacional. Sin embargo, no pasó nada. ¿Sirve de algo tanta libertad de expresión?
IBARRA: Los ciudadanos ganamos una libertad de expresión que debemos ampliar, que no es graciosa concesión ni del panismo ni del priísimo. Ha costado decenios de lucha, que se ha pagado con una sangre que debemos honrar.
PLAYBOY: Hace poco le reclamaste el asunto Monex a Enrique Peña Nieto y hasta lo “arrobaste” en Twitter. Tampoco pasó nada, son acaso un espejismo los alcances que las redes sociales?
IBARRA: Decimos lo que queremos porque desgraciadamente no tiene consecuencias. El sistema paquidérmico es capaz de asimilarlo y procesarlo todo. Una golondrina, dos golondrinas, tres artículos, veinte artículos, no hacen verano. Es tal el nivel de impunidad, de corrupción, de capacidad de asimilación del panismo y el priísmo de las denuncias; es tal el cinismo de quienes nos gobiernan que da lo mismo. Sin embargo, algo hemos ganado. La razón por la que estos tipos nos gobiernan es por el nivel de desinformación de la gente. Este ejercicio de libertad de expresión está sembrando algo.
PLAYBOY: Lo que hacía Manuel Buendía era escribir y lo que se hace ahora es escribir. Si todo se trata de la palabra, ¿cuál es la diferencia?
IBARRA: Manuel Buendía fue un periodista asesinado y dime ¿cuántos periodistas asesinados llevamos ya? El problema no es de quienes hacemos editoriales o ponemos tweets desde la comodidad de una ciudad segura como el DF. El problema es de los compañeros que están en Reynosa o en Ciudad Juárez. Ellos tienen encima una sentencia de muerte. Crimen organizado y gobierno son parte del sistema y el sistema es el peor verdugo de los periodistas. A Manuel Buendía lo mataron por acceder a una información prohibida, pero a otros los matan por contar lo que pasa en esta guerra, la misma que un grupo de medios hizo un pacto por no contar. ¡Qué mala memoria! Porque ese mismo pacto “por México”, como le dicen, lo firmaron los medios para no contar la guerra de Calderón.
PLAYBOY: Y esos reporteros de a pie son los que menos dinero ganan. Me recuerdan una frase de García Márquez: “el día que la mierda valga algo, los pobres nacerán sin culo”.
IBARRA: El Gabo es un iluminado. Cuando marchamos los periodistas en protesta por los asesinatos de otros compañeros, ahí van los fotógrafos y reporteros, pero nunca están los directores de periódicos o los dueños de los medios. No están los grandes ayatolas de la radio y la televisión, ésos no marchan.
PLAYBOY: Cuando te criticó por anunciar equivocadamente la muerte de [Francisco] Kuykendall el 1ro de diciembre, le reclamaste vía Tweeter a Joaquín López-Dóriga: “tú no estabas ahí”.
IBARRA: Ninguno de los que me acusaron de muchas cosas estaba ahí el 1ro de diciembre. Ninguno vio el cuerpo de [el dramaturgo Juan Francisco] Kuykendall [herido de gravedad en las manifestaciones del 1ro de diciembre de 2012, afuera de la Cámara de diputados] sin tono muscular, la tez cetrina, la masa encefálica derramada. Ninguno tiene la experiencia que yo tengo en combate. Ninguno siguió mis tweets denunciando que estaban disparando granadas de gas lacrimógeno con tiro directo, lo cual representa una violación al protocolo de uso de armas. Porque la policía pudo repeler la agresión con agua, pero no así. Las fotos de Kuykendall son para dejar helado a cualquiera y el señor, desgraciadamente, lleva inconsciente con daño en el 40% del cerebro, desde el 1ro de diciembre. Y nadie dice nada.
PLAYBOY: Y de Salvador Cabañas sí hablaban.
IBARRA: Cabañas fue un escándalo. Y ve la gravedad de Kuykendall, está conectado a un respirador. No puede hablar, ni moverse.
PLAYBOY: A todos los periodistas nos hicieron leer el Manual de Periodismo de Vicente Leñero y Carlos Marín –quien también te criticó– en la Universidad, donde se hace hincapié en la importancia de estar en el lugar de los hechos.
IBARRA: Ninguno de ellos estaba en el lugar de los hechos. La secuencia fue así: yo empecé a decir, “se está poniendo muy feo esto, habrá heridos” y 5 minutos después empiezan a pasar heridos. Luego de 10 minutos mi cámara se descompuso porque me caí, todo gaseado, y vi que traían a Kuykendall herido. Vi que todos los reporteros empezaron a sacarle fotos y yo me retiré porque no quería ver heridos. Pero me regresé diciendo “¡carajo, es mi obligación!” y saqué una muy mala foto con mi celular. “Aquí está el primer herido”, escribí. Me metí de nuevo a los madrazos y en medio, escucho: “nos acaban de informar que el compañero que iba en la ambulancia acaba de fallecer”. Y por el fragor de la batalla cometí un error. Escribí “carajo, acaba de morir el compañero”. Diez minutos después me llama Carmen Aristegui y con ella reconocí que no tuve el rigor de confirmar los datos. Y de ahí, todos me lincharon.
PLAYBOY: ¿Y esos que te lincharon estarán tan limpios como para lanzar la primera piedra?
IBARRA: Esos señores que han mentido tanto, no tienen solvencia moral para atacarme. Primero porque hubo una rectificación de mi parte casi inmediata, segundo porque ellos no estaban en el lugar y tercero porque sus argumentos están hilvanados de acuerdo con un discurso pro gubernamental. Son voceros, defensores del régimen. Debieron fijarse en la información de las agencias internacionales y no en este pobre tuitero.
PLAYBOY: El otro día, Miguel Bastenier (El País) tuiteó: “Aquel periodista que quiere agradar, mejor debería dedicarse a otra cosa”.
IBARRA: Mejor debiera ser cortesano. Ellos creen que por hablarle de tú a los poderosos ya son parte de la corte. Se equivocan. Algunos son alfiles, pero la mayoría son peones.
PLAYBOY: Escribiste: “El tuit está saliendo a las calles y el retuit se volvió pancarta”. Pero la realidad es que la gente ya no sale a la calle.
IBARRA: Es dificilísimo sacarla. La eficacia de las redes sociales que fue contundente en Egipto, en Túnez o en Siria, aquí no lo es porque si analizas los trending topics del día, en México estamos perdidos en la banalidad.
PLAYBOY: Tal vez sea un exceso de citas pero recuerdo que alguien una vez puso en redes sociales: “El día que se murió Steve Jobs todos nos fuimos geeks, ojalá cuando se muera Stephen Hawkins todos nos volvamos ateos”.
IBARRA: Ojalá. Respeto la fe de mis padres, pero la perversa alianza entre el poder y la jerarquía eclesiástica me parece deleznable. Este país, entre el púlpito y la tele, está jodido.
PLAYBOY: ¿No son esas redes sociales las que imposibilitan la creación de un suceso de entretenimiento como lo fueron Mirada de mujer, en las telenovelas, o Sexo, pudor y lágrimas, en el cine?
IBARRA: Lo que pasa es que no estamos en red nacional. Pero Infames acabó con un rating de 9 puntos, que ya lo quisieran en Tv Azteca.
PLAYBOY: Y sin embargo, Mirada de mujer tuvo 29.
IBARRA: Lo que pasa es que estábamos en red nacional. Monterrey y Guadalajara fueron determinantes para ese rating. Hoy en día nos valemos solitos, es el DF y punto. No tenemos ni siquiera entrada a Iztapalapa y a Chalco, ahí no se ve el canal 28 por la sombra del Cerro del Padre. Las Aparicio deja a Mirada de mujer muy, pero muy atrás.
PLAYBOY: ¿Dónde mides tu rating: en Ibope o en las charlas de café?
IBARRA: En ambos, lo veo cuando salgo a comer con mi hija o cuando vamos a una manifestación. Hay una conexión entre quienes pelean por las libertades y ven nuestros programas, lo sé por los comentarios que me hacen.
PLAYBOY: Antonio Serrano y Eliseo Alberto. Tus contenidos visuales han trabajado de la mano con lo más poderoso de la palabra escrita. ¿Observas plumas poderosas en estas redes sociales en las que se escribe tan mal, en las que no se diferencia entre haber y a ver?
IBARRA: Sí, ahí están Paco Ignacio Taibo o Fabrizio Mejía Madrid. El rigor de los 140 caracteres me ha hecho descubrir a grandes escritores de este haikú que es el tweet. Casi no leo periódicos, me guío por esto (y sostiene su iPhone).
PLAYBOY: Recientemente se dio a conocer un estudio que demostró que las redes sociales son mucho más adictivas que el alcohol y las drogas.
IBARRA: Sí, Verónica, mi mujer, me dice todo el tiempo que me modere, pero no puedo. Lo primero que hago al despertar es abrir el twitter y lo último antes de dormir, también. Y es motivo de insomnio. Twitter es mi campo de batalla.
PLAYBOY: ¿Has pasado un día sin celular?
IBARRA: (Continuamente se escuchan notificaciones de Tweeter en su teléfono) Sí, recientemente cuando me fui de vacaciones, me obligué a no abrirlo.
PLAYBOY: ¿Te dio síndrome de abstinencia?
IBARRA: Sí… lo necesito.
PLAYBOY: Cito un artículo de tu blog publicado el 26 de abril de 2012: “Una TV que, escrupulosa, hasta el servilismo, con el manejo de los otros candidatos, de quienes cuidaba hasta el más nimio detalle de imagen, se esmeraba en presentar a López Obrador mal fotografiado, peor iluminado”. ¿Te duele esa televisión a la que le has dedicado media vida?
IBARRA: Me la he pasado haciendo paralelismos entre el fundamentalismo de Calderón y el nazismo, en los que destaca que el miedo que nos causan nos quita lo humano. Lo que hicieron con López Obrador fue buscarlo sudoroso, exaltado, para llevarlo así a la televisión, buscarle el “Cállate, chachalaca”. Si analizas las imágenes presentadas en televisión de López Obrador, te darás cuenta cómo lo trataban a él con respecto a los otros candidatos.
PLAYBOY: ¿Te duele esa televisión?
IBARRA: Me indigna el manejo que el poder hace de los medios en su afán de jugar a la democracia. Se lo dije a López Obrador y le puse un ejemplo: cuando tú haces una obra de teatro o una película, la actuación es distinta. En una obra de teatro tienes que gesticular para que, hasta el señor que está sentado en la última fila, capte la sensación que quieres transmitir. Pero si lo mismo haces en cine, te verás sobreactuado por la toma cerrada. Pasa lo mismo con una idea política. Si estás en un mitin, te calientas con la masa; si la gente grita “¡pinche Fox!”, claro que le respondes: “¡Cállate, chachalaca!” ¿Y la tele qué hace? ¡Pum, vámonos a pantalla! El hombre sale sudoroso y mal iluminado. En cambio, ve cómo tratan a Peña Nieto.
PLAYBOY: Cuando trabajaste en televisión, ¿te obligaron a usar esos trucos de los que me hablas?
IBARRA: No y trato de no hacerlo, ni cuando hago propaganda política. Tengo la intención de acercarme a la realidad. Cuando hicimos la primera entrevista del subcomandante Marcos, entrevistamos a (Luis Donaldo) Colosio, a (Diego) Fernández de Cevallos y a (Cuauhtémoc) Cárdenas. Los fotografié igual, aunque mis afinidades estaban con Cuauhtémoc. Lo que sí hemos hecho es cuidar lo que los otros no cuidan. En la entrevista que hicimos recientemente para Revolución 3.0 con López Obrador, lo ves distinto porque está bien iluminado. Me dediqué a buscar el retrato y Verónica buscaba el corazón de la persona, no el discurso político.
PLAYBOY: Fue lo que le reclamó Javier Sicilia a Peña Nieto en el Castillo de Chapultepec: “no escucho su corazón”. Pocas veces nos dejan escucharlo los políticos.
IBARRA: La televisión mexicana vive arrebatándonos el corazón de aquellos que son protagonistas del discurso. Tan nos distancia, que hoy ves reportajes musicalizados en Azteca 13. Incapaces de conmovernos con un testimonio, ¡tienen que recurrir a la música! Es un absurdo.
PLAYBOY: Retwitteas a La Jornada aunque escribes en Milenio, incluso te peleas en las páginas con el director del periódico, ¿de qué sirve ser tan libre?
IBARRA: Creo que en el poder de la palabra porque conozco la guerra y créeme, cuando hablan los fusiles no pueden hablar los hombres. De algo servirá, escribo en Milenio porque me respetan al grado de agarrarme duro con el director sin tocarme una coma de mis textos.
PLAYBOY: Aquella conversación telefónica que sostuviste con el subcomandante Marcos a través de un teléfono satelital desde el cine Las Américas, en la que Seguridad Nacional pensaba que lo habías traído al DF. Uno supondría que hoy, ese mismo incidente con ayuda de un Smartphone hubiera conmocionado a la sociedad y sin embargo, no sucede. ¿Qué nos quita nuestra capacidad de asombro?
IBARRA: Existe una relación inversamente proporcional entre los medios de los disponemos para decir algo y lo que se tiene que decir. Lo descubrí con Echeverría en el cine. Había un cineasta chileno, Miguel Littín, que muy pocos recursos hizo una película excepcional, El Chacal de Nahueltoro (1969). Llegó a México, le dieron todos los recursos e hizo una bazofia de película. En vez de multiplicarse, los milagros de comunicación con los medios que hay, se reducen.
PLAYBOY: Argos tiene varias acepciones en la mitología. Una es del perro de Odiseo, el único que lo reconoce cuando vuelve de viaje. ¿Cómo era para ti volver de la guerra a casa?
IBARRA: El regreso es cabrón, porque de la guerra nunca regresas del todo. Llevo más años fuera de la guerra que los años que pasé en ella, pero no hay noche que no tenga un sueño referente a la guerra. Si los norteamericanos pasaban tres años en Vietnam y acababan en un manicomio, imagínate mis 12. Soy un tullido emocional gracias a los efectos de la guerra y eso lo pagan Verónica y mis hijas. El miedo deja huellas profundas, no se quita nunca.
PLAYBOY: ¿Cuándo fue la última vez que dormiste de un tirón?
IBARRA: Hace 4 días. El amor y la familia hacen milagros porque no suelo dormir de un tirón muy a menudo.
PLAYBOY: ¿Y no pensabas en ese amor cuando decías que sí ibas a cubrir y subías al avión?
IBARRA: Sí… pero había un deber. Abandoné 5 años a mis hijas y ese abandono no se olvida.
PLAYBOY: ¿Estuviste cerca de morir?
IBARRA: No me gusta contar esas historias. Me chocan esos periodistas que empiezan: “y entonces, yo…”. ¡Carajo, es parte del oficio!
PLAYBOY: Me suena a una telenovela que vi en Televisa acerca de un enviado a Irak que todas las noches nos contaba que no tenía qué comer.
IBARRA: Me chocan los periodistas que se pasan tres horas platicando cómo los treparon a una camioneta para hacer una entrevista clandestina. ¡Pues así se hacen las entrevistas clandestinas! ¿Pa qué lo cuentas? El centro no eres tú, el centro es la guerra. Una vez, en medio del desmadre de Irak me pregunté: “¿qué historia cuento?” Porque los pinches gringos lo tenían todo. Y me fui al hospital donde estaban los niños quemados por keroseno, porque como no había luz se usaban lámparas de keroseno que estallaban. Escribí “La historia de los que no son parte de la historia” y una de las escenas más aterradoras que vi fue la de una madre con su hijo quemado en brazos, que clamaba al cielo. Ahí, como periodista, te haces pa atrás, te quitas. Me chocan los de Televisa, que van con su chaleco anti balas y moviéndose en una tanqueta, ¡eso es puro espectáculo! El combate no es así, el combate es oscuro, huele a fango y sabe a mierda.
PLAYBOY: Pero sí me puedes contar cómo es ver morir a un hombre.
IBARRA: A muchos. Mi primer tweet del 1ro de diciembre decía: “no hubiera querido ver en México lo que vi en otros países.” Sé que desde el gobierno solapan escuadrones de la muerte. Y Calderón lo dijo una vez: vamos a exterminarlos, no fuimos analíticos con su discurso. Nunca he visto una guerra con tantos muertos. El porcentaje de muertos de una guerra siempre es el 10% de las bajas totales. Tendría que haber 90 heridos y 10 muertos, pero aquí siempre hay 10 heridos y 90 muertos. Peor que eso, ¡nunca hay heridos! Se los están cepillando.
PLAYBOY: Dijiste una vez que lo único que podías ver en Nicaragua y El Salvador eran telenovelas. De acuerdo con Reforma, en 2005 el canciller Silvan Shalom interrumpía sus actividades diplomáticas en Israel para ver Rebelde.
IBARRA: Yo no veía telenovelas mexicanas, sino brasileñas. Si ves las que hacemos, es más cerca de lo brasileño. Por eso, cuando se presentó la oportunidad de hacer telenovelas y conocedores de su alcance, dijimos que sí. Aplicamos la lógica de San Ignacio: hay que entrar con la de ellos para salir con la nuestra.
PLAYBOY: ¿Aunque las telenovelas llegaron a Los Pinos?
IBARRA: Escribí un artículo que decía que todas las telenovelas terminaban en boda. Ahora estamos presenciando una que empezó con matrimonio, a ver ahora cómo termina. Se meterán en líos porque en la telenovela uno cuenta los obstáculos para el amor, pero si empezamos con la boda, sólo queda contar el deterioro.
PLAYBOY: ¿Te engancha esta telenovela?
IBARRA: No, no veo telenovelas mexicanas (risas).
PLAYBOY: En 2008, Grecia sufrió de una revuelta social por la muerte de un joven a manos de la policía y la India ardió por la violación de una joven. Aquí, 49 niños fallecen en el incendio de una guardería gubernamental y no pasa nada. Tú trabajas con el asombro, ¿es que nada nos asombra?
IBARRA: Es lo que más me duele, nuestra incapacidad de asombrarnos frente al horror. Desayunamos con 24 descabezados y cenamos con el hallazgo de una fosa clandestina. Más triste, todo lo que tuiteo de la Guardería ABC es lo que menos retweets tiene. En cualquier país civilizado una tragedia de esa naturaleza hubiera costado la caída desde el Presidente hasta el último de sus colaboradores. Aquí no pasa nada. La ONU hasta le da un premio a Calderón por sus guarderías y se atreve el tipo a acudir a recibirlo. Cuando estuve ahí, donde era la ABC, me quedo muy claro que nunca llevaría a mis hijos a un lugar así.
PLAYBOY: En la película de Farenheit 9/11, de Michael Moore, existe una escena en la que acude al Congreso a invitar a los senadores a que envíen a sus hijos a la guerra. Supongo que los funcionarios mexicanos tampoco llevarían a sus hijos a la ABC.
IBARRA: El otro día se enfermó mi cuñado y lo llevamos a Urgencias del Seguro. Ningún millonario debe haber ido al Seguro Social en su vida. No hay ni bancas pa sentarse. Esto se cae a pedazos. Las guarderías son un negocio. La ABC significaba millones. Por cada niño pagaban les 2 mil 500 pesos y tenían como 250 niños. Y ponían techos de lámina en una ciudad que llega a los 45 grados. ¡Eso es un crimen de Estado! El otro día fuimos a comer Verónica y yo. En la mesa contigua había personas de dinero preguntándose en qué invertir. “En gasolineras”, decía uno. “¡Guarderías!”, dijo otro. “Porque pones una gubernamental y al lado una privada. La gubernamental te pagará los gastos de la privada.” Te lo juro, fue una charla real.
PLAYBOY: Hablemos de Argos, que cumple 20 años. Mito o no, se dice que una vez el Tigre Azcárraga reconoció que hacía televisión para los jodidos. Tenemos 52 millones de pobres y 2.9 libros leídos por persona al año. ¿Qué sentido tienen hacer contenidos inteligentes?
IBARRA: Lo mismo que tiene escribir un artículo a la semana o tuitear: nos queda la palabra.
PLAYBOY: Las pifias del Presidente, ¿son un reflejo de un país con un promedio de escolaridad de apenas la secundaria, gran una deserción y 7 millones de ninis?
IBARRA: Esas pifias a mí me suenan a estrategia. En este país adoramos a los pendejos. Les perdonamos todo. Es la misma estrategia que siguió Fox, mientras le celebrábamos sus pendejadas, ese tipo consumaba la peor traición que este país ha sufrido. Y estuve a punto de caer cuando dije ¿por qué se burlan injustamente de Peña Nieto? ¡No es él, sino el operador del telepronter! Después dije, es una pendejada que yo también caiga en eso. Hay una estrategia, Fox explotó deliberadamente el error, la pendejada, el gazapo y de eso se nutrió, porque sentimos un profundo amor por el antihéroe. Ve a Cantinflas. Fox era Ahí está el detalle, el campechano. La gente lo adoraba mientras él nos hacía pedazos.
PLAYBOY: Una de las entradas de tu blog comienza diciendo: Tengo 60 años. ¿Nunca has sentido que ya no estás para estos trotes?
IBARRA: Sí, el 1ro de diciembre. Olvidé una regla del combate callejero. El problema del gas lacrimógeno no es que suelte humo, ése sólo sirve para saber en dónde cayó la bomba. El verdadero gas se dispersa sin verse. Entonces me quedé ahí hasta que me entraron las arcadas de humo del carajo y me caí, me di un madrazo en la cara. Ese día dije: ya no estoy pa estos trotes… ¡pero sigo en estos trotes!
PLAYBOY: Si no tuvieras una pareja enferma de la misma pasión periodística que tú, ¿te habrías quedado solo?
IBARRA: Si no tuviera a Verónica ya no estaría, a secas. Ya me hubieran consumido los recuerdos de la guerra.