El paraíso en un auto
Un autocinema llegó a la ciudad y fue motivó de alegría para centenares de personas. Este es un breve texto que reporta el fin de su primera etapa de vida.
Por Arturo González Canseco
@agzcanseco
Fue en noviembre del 2011 cuando un grupo de amigos hizo realidad la fantasía de muchos: un autocinema en pleno siglo XXI. La nostalgia por aquellas épocas en donde el vehículo hacía las veces de butaca y era el pretexto perfecto para cortejar a la chica deseada llevó a cientos de personas a conocer y gozar con el Autocinema Coyote.
Desconocemos las razones pero el pasado 6 de mayo de 2012 finalizó el primer ciclo de vida de este gran proyecto. Dejan su ubicación en el sur de la ciudad y mudan la fantasía y el encanto a un nuevo lugar. Quizá nadie pueda reprocharles nada, un autocinema no puede más que estar en constante movimiento. Las ruedas que lo hacen girar más vale que no se detengan.
La función de clausura tuvo esa ambivalencia de sentimientos propia de la situación: alegría y tristeza, gratitud y despedida, aplausos e incertidumbres. Algo memorable para quienes lo presenciaron, Cinema Paradiso en una proyección única. Muy pocas veces se presentan estas oportunidades y no había qué perder la oportunidad de observar esa obra maestra del cine.
La joya de Giuseppe Tornatore es una reflexión conmovedora y divertida de la historia del cine, la infancia y la edad adulta. El encanto del niño protagonista nos habla de épocas que parecen muy distantes en donde las películas sufrían la censura eclesiástica y era inadmisible que un simple beso se mostrara en pantalla. Por fortuna, con el paso del tiempo llegaron hombres como nuestro emblemático Hugh Hefner que cambiaron el rumbo de las cosas.
Estas líneas son una breve crónica que buscan homenajear, al cine por supuesto, pero también a los destacables proyectos que lo mantienen vivo con pasión y esfuerzo: larga vida al Autocinema Coyote.
