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Las últimas palabras de Lemmy

Por: Jafet Gallardo 06 Jun 2018
Por Arturo J. Flores @ArturoElEditor   Fotos de Germán García Mötorhead en México/ 17 de mayo de 2013 Naciste un […]
Las últimas palabras de Lemmy

Por Arturo J. Flores

@ArturoElEditor

 

Fotos de Germán García

Mötorhead en México/ 17 de mayo de 2013

Naciste un día antes que Jesucristo, el 24 de diciembre de 1945. El mismo año que concluyó la Segunda Guerra Mundial en la que los aliados le patearon el trasero a los nazis. Los soldados de quiénes coleccionabas cientos de suásticas en tu departamento de West Hollywood.

Fuiste roadie de Jimi Hendrix y formaste bandas como Sam Gopal, The Rockin Vickers, Opal Butterfly y Hawkwind, la más popular de ellas. Dicen que te corrieron porque no te metiste las mismas drogas que tus compañeros.

Ellos tan LSD; tú tan speed.

Y el Día de los Inocentes te gustó para morirte. Sentado, dicen, delante de la televisión donde disfrutabas de tu videojuego favorito. Tú que a tus 70 te divertías con Tetris. Que no perdonabas meterle monedas a una máquina de Pinball. Porque era de las pocas cosas, junto con la memorabilia nazi, en las que invertías el dinero que ganabas.

“Tengo todo lo que quiero gratis, por fin gano dinero y no tengo que gastar un sólo centavo”, le dijiste a Michael Hann, de The Guardian, en la última entrevista que concediste el 13 de agosto, 15 días antes de salir al mercado tu último disco, Bad magic.

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Vodka en vez de whiskey

Ahí hablaste de lo que ya se veía venir. Aún te sentías invencible, aunque tu cuerpo –construido, según el mito, a partes iguales de Jack Daniel’s con coca, anfetaminas, memorabilia nazi y ruido– se encontraba ya muy deteriorado.

Reconociste que ya tenías que andar con bastón. En uno de tus últimos conciertos, de los que no tuviste que cancelar, mandaste todo al diablo en medio de la tercera canción y le dijiste a la gente de Austin: “No puedo hacerlo”. Era septiembre. Antes, en Glastonbury, olvidaste la letra de Overkill. La confundiste con otro hit, Ace of Spades. Con todo y que ambas debes haberlas cantado cientos de miles de veces.

La diabetes te comía vivo. Dicen que fue el cáncer quien te mató. Estabas más delgado y demacrado. Bastante para un tipo que nunca fue guapo. Que llevaba una horrenda verruga en el rostro. Y que eso no le impidió acostarse con cuanta mujer se le cruzó en el camino en 7 décadas.

“No quiero llevar el estilo de vida del rock sin tocar, pero tampoco tocar sin llevar el estilo de vida”, dijiste en esa charla con The Guardian. Por eso delante del reportero pusieron una botella de Jack, tu viejo compañero, a quien en tus últimos días decidiste cambiar por vodka Absolut. Lo hacías por salud, argumentaste. Nadie entendía cómo un coctel con naranjada te haría menos daño que uno con coca, pero aún así resolviste no beber más refresco negro.

Cuando me enteré que habías fallecido, me vino a la mente Doctor alibi, la canción que grabaste con Slash en el primer disco solista del guitarrista.

“Fui a ver al doctor,

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Me dijo: tú estás muy enfermo,

Tienes muy malos hábitos,

Debes parar de inmediato”.

A lo que respondías:

“Doctor, no hay nada malo conmigo,

¿no lo ve?

No voy a morir,

Sólo hágame un justificante.”

 

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42 minutos de ruido

Y fue así que me dirigí al mueble donde conservo los pocos discos físicos que aún valen la pena. Me refiero a los que aún merecen robar espacio de mi departamento. Porque el mío, definitivamente, debe ser mucho más pequeño que el tuyo. Por eso yo no colecciono nada.

Ahí estaba la copia de Bad magic que tu disquera me había hecho llegar hace unos meses para reseñarlo. Lo escuché entonces, pero ahora quería hacerlo otra vez. Dicen que por los muertos hay que guardar un minuto de silencio. No por ti. En tu honor me sometería a 42 minutos del escandalo más brutal. El que sólo tú, el Phil con su guitarra y Mikkey en la batería sabían hacer. Sí, aunque en el disco es patente el cansancio de tu de por sí ronca voz, aún puede escucharse esa intención cavernosa de tu forma de masticar las palabras.

Originalmente acompañaría el ejercicio con un vaso de Jack Daniel’s pero en el último momento me resistí. Hace tiempo que no bebo mientras trabajo. Lo siento, pero no todos somos invencibles como tú y yo también quiero llegar a los 70.

Quizá sea necedad mía, pero resolví buscar pistas de cómo te sentías en las letras de tus canciones. Nada queda de un artista después de su muerte, excepto su legado. Y el tuyo es amplísimo. 22 discos nada más.

Entre muertos te veas

Empecé de atrás para adelante. Me sorprendió el carácter fúnebre de los agradecimientos. Le dedicaste el disco a cinco músicos muertos en 2014: Tommy, el último de Los Ramones, quien pasó a mejor vida el 11 de julio. También a Phil, de los Everly Brothers, que falleció el 3 de enero. Jack Bruce, de Cream, caído en batalla el 25 de octubre. Johnny Winter, el 16 de julio. Y Alvin Stardust, el 23 de octubre.

Como si les dijeras: compadres, en cualquier momento los alcanzo.

Tanto tú como Phil le dedican una línea a Dave “Hobbs” Hilsden, su ingeniero de sonido durante 30 años que pasó a mejor vida en el mes de febrero de este año.

El guitarrista menciona también al Alcalde del metal muerto este año, Ad Van Oudheusden, y a alguien que llama “my beautiful little Angel”, y escribe: “Descansen en paz”.

Finalmente, Mikkey refiere en sus agradecimientos a su primo David Ericson, que “murió trágicamente a temprana edad”.

Dicen que uno envejece cuando sus amigos comienzan a morir.

Respecto al arte, Bad magic parece ser un disco muy personal. Aportaste la idea original para la portada, pero además decidiste publicar una serie de dibujos de su autoría en el cuadernillo. Garabatos que al parecer realizaste en una libreta y que funcionan como viñetas. Por ejemplo, tu versión de la Momia de Sesame Street o la caricatura de un náufrago que mientras abandona su isla, piensa: “ojalá no haya dejado la plancha en la lumbre”.

Victoria o muerte

Musicalmente es un disco que mantiene el ingrediente Mötorhead.

Pero en las letras es donde, según mis oidos﷽﷽﷽﷽﷽﷽ne, tras es donde, segtiene el ingrediente Maernillo. mmy aportcson, nzo.

No por ti. En tu honor me someter, a quien ídos, que se lo recetaron varias veces con audífonos, aparecieron pistas acerca de tu sentir en la antesala de la muerte.

 

Por todos es conocido que uno de tu amuletos es el sombrero de cowboy que usabas en los conciertos, con a leyenda Death or Glory impresa en él. La primera canción se llama, precisamente, Victory or Die. Se trata de un tema bélico, que al parecer rememora esos conflictos históricos que te obsesionaban.

“Mira a tu alrededor y observa a los soldados,

marchando hacia la batalla,

ten cuidado mientras se acercan,

son héroes aunque ignoren porqué pelean,

ése es el espíritu: victoria o muerte”.

Ayer, tu perdiste tu propia guerra.

Sigue Thunder & lighting. Al parecer te inspiraste en esa vida de músicos en gira que cada vez te costaba más trabajo cumplir.

“De pie en el escenario el temor no se esfuma,

la última furia brota y pelea (…)

La vida en el camino no es sencilla, amigo mío (…)

Nunca quise estar en otro lugar,

Pasé mi vida complaciéndome sólo a mí”.

 

Quizá como anticipando adónde irías al morir, incluiste dos canciones dedicadas al Diablo en tu último disco. La primera lleva por título The Devil y ahí cantas, si a lo que tú hacías se le puede decir cantar.

 

“El Diablo se roba tu aliento (…)

Mira el rostro de la muerte (…)

El Diablo busca tu alma”.

 

Y la otra es el cover de los Rolling, Sympathy for the devil.

 

“Pleased to meet you”.

 

Yo escribiría eso en tu lápida.

 

Como emotivas son las últimas líneas de Till the end, esa especia de balada de motociclistas ebrios. Pareciera que te despides de nosotros, tus fans.

 

“No puedes vivir tu vida otras vez,

Lo único que nunca perderás,

Es el canto que suena dentro de tu cabeza,

Que estará contigo hasta el final”.

 

Pero la que me pareció sencillamente premonitoria es la canción que cierra el disco antes del cover a los Stones: When the sky comes looking fot you. Esa desgarradora y sincera despedida de un tipo a quien le ha llegado la hora y reflexiona sobre los errores cometidos:

 

“¿A quién mirarás en busca de una pista,

cuando el cielo venga por ti?”.

 

Contigo se fue una parte del rock, cabrón.

Ojalá en el infierno sigas rompiéndola.

Kil mister! Never die.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Foto perfil de Jafet Gallardo
Jafet Gallardo Digital Editor Periodista de formación. Creador de contenidos, analista, especialista en viajes, entretenimiento y estilo de vida.
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