El mundo se va a acabar

Nuestro colaborador no podía quedarse al margen del momento. Disfruta la que podría una de sus últimas columnas antes del Apocalipsis.
Llegó diciembre de 2011. Lo que significa que a todo mundo ya le está valiendo madres cualquier cosa que no sea empedarse, recibir regalos y gastarse de una u otra manera el aguinaldo.
Pero tal vez este año las cosas deberían ser diferentes. Si las profecías mayas en tantas revistas, libros y hasta películas sensacionalistas son ciertas, el mundo se acabará el 21 de Diciembre del 2012. O lo que es lo mismo: les queda un año, chavos.
Un año para hacer todo lo que no han hecho. Y no me refiero a la típica lista de propósitos donde todo se trata de ponerse mamados y dejar de meterse las llaves a la oreja para sacarse la cerilla. Me refiero a todos esos verdaderos deseos que se guardan para “algún día” que posiblemente nunca llegue.
Pero el fin del mundo es el mejor pretexto para “ponérselos” y hacer todas esas cosas. Tú, que te gusta la vieja que se sienta junto a ti en la escuela o en el trabajo, tienes un año para conquistarla y hacerla tuya antes de que los dos sean un par de cuerpos inertes reducidos a esqueletos por algún desastre apocalíptico.
O tú, que todo el día te quejas de que tu jefe te trae de encargo por un sueldo ridículo que no alcanza a cubrir el costo de todas las humillaciones que has sufrido. ¿Qué esperas para meterte a su oficina y descargar tu furia y el contenido de tus intestinos sobre su escritorio de caoba?
Sin el lastre de tener que recibir una educación “pedera” para un futuro que no va a existir, sin tener que ahorrar para una casa que no vas a habitar, sin tener que dejar un legado que nadie va a apreciar. No tienes nada que perder más que el tiempo. Un año se pasa en chinga.
En lo que a mí se refiere, éstas son algunas de las cosas que pienso hacer este año, antes de que se acabe el mundo: entrar encuerado a un partido de América-Pumas y mearme en la portería de las Águilas, probar todas las sustancias que me ofrezcan experiencias, incluyendo el queso de puerco al que siempre le he huido.
Me endeudaré con una tarjeta de crédito y compraré autos para correrlos y luego regalárselos a algún valagardo de la calle. Venderé mi casa, y todo lo que hay dentro de ella y me gastaré el dinero en cosas que disfrute al momento. Dejaré de rasurarme, diré lo que se me ocurre sin importar a quien tenga enfrente y haré estrictamente lo que se me antoje. Diré muchos más Si, pero también muchos más No.
Facundo… ¿Quieres ponerme tu autógrafo en las chiches? Si.
Facundo… ¿Quieres venir a conducir un evento a Chupantla? No.
Pero el momento culminante del año será cuando deje todo atrás y me trepe con mi familia a un camper para recorrer Sudamérica hasta llegar a Argentina. Parando en pequeños pueblos, conociendo gente, comiendo lo que el lugar ofrezca y viendo a mis hijas y esposa en la plenitud de la felicidad previa al fin del mundo.
Sólo nos quedan doce meses en este punto azul que flota en la inmensidad del cosmos. Ya no hay mañana. Los que son viejos: felicidades… Espero que hayan hecho de su vida una historia chingona. Los que son jóvenes: Lo siento… Nos tocó mal lugar en el tiempo si nuestra intención era vivir mucho, aunque es una tranquilidad saber que nunca tendremos Alzheimer y tampoco usaremos dentadura postiza o pañal.
Habrá quienes digan que este cataclismo no pudo haber llegado en mejor momento, cuando la sobrepoblación está haciendo de las ciudades un espacio insufrible, cuando la crueldad de la guerra reina en las noticias, las mujeres se ponen plástico en las chiches y los hombres tienen chiches por tragar porquerías.
Si…parece ser un buen momento para terminar con todo esto. Pero es mejor momento para empezar otra vez.
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