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Dicen que vino The Cure

Escrito por:Jafet Gallardo

 

Dicen que los ingleses son fríos. Y puede que tengan razón. Pero cuando un británico al que pocas veces se le arrancan palabras que no vengan en forma de canciones te dice que el número 54 es uno de sus mejores cumpleaños; cuando pasa a segundo plano su torpeza para bailar porque, complacido, se pone a moverse como oso sonriente en el escenario del Foro Sol; cuando sencillamente se le da la gana ofrecer uno de los conciertos más largos de los que se tenga memoria en México (aunque los duela a los fans from hell el récord lo ostenta, quizá, uno de 6 horas protagonizado en 2004 por Juan Gabriel en el Zócalo), con sus 50 canciones interpretadas en 4 horas o cuando te llevas la bandera en la que alguien colocó el logo e tu banda junto al escudo nacional, entonces pues quizá no sea un inglés tan frío. Sólo quizá sea tímido. Y dicen que Robert Smith lo es.
 
Dicen que engordó mucho. Que le falte condición física, está en duda. Porque si bien el sobrepeso infló las carnes del icono, este se mantiene de pie, tocando la guitarra y cantando durante más 240 minutos sin siquiera limpiarse el sudor, quitarse la chamarra y apenas dando unos tragos a su vaso con lo que parecía jugo de naranja. Que si no canta con la misma energía, tal vez; pero lo hace con el sentimiento intacto. Dicen que el cierre con Killing an arab fue brutal. Dicen que se nos olvidó a todos el cansancio cuando empezamos a saltar. Como decía la abuela: “enfermo que come y mea…”.  
 
Spiderman is having me for dinner tonight 
Dicen que el hombre araña vino anoche a cenar el domingo al DF. El platillo principal fue una ración generosa de 50 mil mexicanos de todas las edades (la dulzura de la juventud en sus veintes aderezó un plato conformado principalmente por especímenes pasados de los 30, maridados a los 40 y algunos, como el chef, horneados por más de 50 años sobre la tierra) hervidos en su propio jugo, hasta quedar tiernitos, listos para beberles la sangre y dejarlos al punto de masticables.
 
Para ello, había que conseguir, como alquimista, obtener la mezcolanza perfecta de temas. ¿Cómo se hace cuando tienes tantos discos, tantos hits, tantos recuerdos y tanta música relativamente nueva que mostrar? ¡Pues lo meter todo en el horno! Desde Three imaginary boys al Dream 4:13. Dicen que The Cure es una banda depresiva, pero sin embargo toca canciones profusamente felices como aquella en la que alguien celebra que es viernes y está enamorado y la otra que un feliz amante le dice a su amada que sólo cuando está a solas con ella se siente joven otra vez. Y así fue, porque se lo dijeron los unos a las otras al oído mientras bailaban en aquella gran boca abierta del Foro Sol.
 
Ni corrieron, ni gritaron ni empujaron
Dicen que cuando tiembla en México sale huyendo despavorida. Corre, grita y empuja. Que otros sudan frío y rezan aunque sean ateos. Dicen. Porque cuando un sismo de 5.8 grados sacudió a México, faltaba poco para que comenzara el concierto de The Cure. Y bueno, si está uno a punto de escuchar The end of the world (vaya ironía), Lullaby, In between days o A forest, como en efecto ocurrió, bien puede aguantarse que el planeta sienta un poco de comezón y quiera sacudirse las pulgas de encima.
 
Dicen que los boletos más caros de The Cure costaron 1300 pesos, con los cargos que el Amo y señor de las localidades nos asesta como espadazos en la cartera. Divididos entre las 50 canciones que la banda inglesa trajo como moneda de cambio, quiere decir que cada una nos costó 26 pesos. Como dijo una fan a la salida: “si escribes un reportaje de esto, por favor pon que The Cure es la banda que mejor consiente a sus clientes (sic)”. Hasta nos regalaron tres abridores de pilón: Lorelle Meets The Obsolete, Andrea Balency y Johnny Indovina.
 
Dicen que el domingo fue cumpleaños de un hombre que con una guitarra negra con la leyenda “Ciudadanos no súbditos” vino a México. Dicen que es inglés, está en contra de la monarquía y dicen también que los ingleses son fríos. Él lo es tanto como una hoguera. Pero sabe crepitar con estilo.

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