Son días de pruebas, juegos amistosos y experimentos antes del Mundial de Brasil. Quien haya visto los últimos partidos preparatorios del Tri encontrará una constante entre las variadas actuaciones y rivales que el 2014 le ha ofrecido a la Selección Nacional. La mentada “bipolaridad” de México es la de un equipo falto de equilibrio, que aún no asimila conceptos ni ha tenido tiempo de trabajar con su técnico y se desboca por momentos atacando y apedreando el rancho al adversario, al mismo tiempo que revela serios problemas defensivos que pueden ser fácilmente aprovechados por equipos con velocidad o delanteros potentes.
De este desequilibrio y fragilidades tendrá que ocuparse Miguel Herrera en los próximos dos meses. La selección no podrá cambiar ni salvarse tan sólo por “producto de gallina” y eso deberá tenerlo claro desde el banquillo. El empuje necesita ajustes. La carrera necesita dirección. Pero valgan estas líneas para centrarse por ahora en uno solo de los puntos que México necesita afinar de cara al Mundial: la delantera. Y seré más específico: la delantera joven de la selección nacional. Por el momento, está claro que Oribe Peralta será el atacante titular y el principal referente ofensivo de la selección mexicana. Las dudas están en su compañero al frente. Javier Chicharito Hernández apenas se recuperó de su sequía goleadora y tuvo algunos minutos de actividad en Champions League. Por su experiencia mundialista y su brillante pasado con el Tri, él sería la primera opción para muchos, a pesar del mal momento en que atraviesa.
Con Gio recuperándose de una lesión, la inconstancia de Aquino y la negativa de Vela, El Piojo ha considerado nuevas opciones jóvenes en la delantera. Se comprende que ha intentado refrescar una selección viciada e ineficaz como la que jugó en 2013. Si bien ha probado en todas las posiciones, su apuesta por atacantes juveniles ha sido bastante concreta y sin excesivos “manoseos”. A Raúl Jiménez lo conoce de América y a pesar de su baja de juego en la reciente temporada, parece que Jiménez responde bien a la confianza de Herrera y siempre intenta algo en el campo. Aquel gol de chilena en la eliminatoria lo catapultó. Es un delantero alto, ligero, con técnica individual, remate de cabeza y capacidad con ambas piernas. Puede tirarse a la banda y pivotear. Tiene grandes condiciones, aunque aún le falta trabajar en su físico y en sus decisiones jugando a velocidad en contraataque.
Otros dos elementos a quienes el Piojo ha dado confianza en la delantera son Isaac Brizuela, extremo de los Diablos Rojos del Toluca, y Alan Pulido, atacante de los Tigres de la U.A.N.L. Ambos iniciaron en el reciente partido amistoso contra Estados Unidos. Todos concuerdan en las condiciones extraordinarias de Brizuela, que tiene rapidez, encare, capacidad de asistir y cierta capacidad anotadora. El Conejito es el tipo de jugador que le gusta a un técnico ofensivo como Herrera y parece marcado para partir como uno de los primeros revulsivos en los segundos tiempos mexicanos. Brizuela ha superado en la carrera final por el flanco ofensivo derecho al ex cementero Aquino, quien al parecer mirará el mundial desde casa. A pesar de todo, tendrá que luchar contra los grandes males de jugadores de su tipo: fragilidad e intermitencia.
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Por su parte, Alan Pulido se ha destapado con capacidad anotadora en los últimos cotejos amistosos de la Selección Mayor, con la que suma ya 4 goles en 2014. Las lesiones de compañeros y su propia capacidad le han permitido establecerse como titular en Tigres, y llamar la atención del Piojo para darle la playera verde. Quien mira jugar a Pulido puede resaltar su capacidad para encontrar espacios de frente a la portería, su rapidez y facilidad para asociarse con el balón y su excelente ubicación en el área para definir. Es un jugador en proceso de madurez, a quien se le ha reconocido talento desde las selecciones juveniles, pero aún debe redondearse como futbolista. Debe trabajar en su juego de espaldas o ante centrales más fuertes, además de mostrar un juego convincente cuando le toque tirarse a las bandas.
La gran noticia alrededor de Pulido en los días más recientes es el interés que ha suscitado en dos equipos del balompié europeo para hacerse de sus servicios: el Olympiacos griego y el Parma italiano están en la órbita del mexicano, quien termina contrato en esta temporada con los Tigres y podría marcharse libremente al equipo que lo convenza. Considerando que pudiera jugar el Mundial con México, su cotización y sus posibilidades de vestir otras camisetas se incrementarían.
Es en este último punto donde quiero finalizar estas líneas. En primer término, todas las opciones que hemos repasado de delanteros jóvenes en México orbitan alrededor de la figura de Peralta. Hasta cierto punto, no representan soluciones o tipos determinantes, sino acompañantes de Oribe. Aunque prometedores, talentosos y capaces de pelearle el lugar a los atacantes “experimentados”, representan todavía tanto una esperanza como una moneda al aire. Son inexpertos y están por desarrollarse. México no tiene a un Chicharito pujante como en 2010; el propio Chicharito no es el mismo que era hace cuatro años. Pero tampoco tiene a un delantero experimentado, táctico, revivido o “entrón”, que pueda darle opciones desde la banca o resolverle el problema en algún momento (recuerdo en Mundiales pasados las opciones distintas de atacantes como Luis García, Luis Hernández, Cuauhtémoc Blanco, Jesús Arellano o Jared Borgetti). Quizá simplemente no hay ni se pueden forzar más jugadores “seleccionables”.
Estoy plenamente de acuerdo en que es necesario llevar a algunos jóvenes al Mundial. Por el cambio generacional, por la necesidad de hacerlos conscientes de las responsabilidades que adquirirán en el futuro, por el peso específico que deben ganar en la escuadra nacional y sus propios equipos. Darán un paso de carácter y madurez (o eso se espera). Pero tenemos claro que ellos no se encargarán del equipo. Después, si logran un gran torneo en Brasil, probablemente suceda lo que ocurrió en los recientes años. Como Chicharito, como Vela, como Gio y como Aquino, ellos vivirán la opción de jugar en los grandes campos europeos. Y también tendrán que vérselas con los problemas de inconsistencia de estos últimos, que una vez fueron joyas en bruto del Tricolor y ahora viven momentos disímiles de éxito o frustración, pero con una vía que los une: ser promesas todavía, acompañantes no cuajados, quizá suplentes de esperanzas en una selección hambrienta de figuras.