#DeTresDedos: ¿Dónde está Messi?
Lionel Messi es para muchos el mejor jugador del mundo. El título parece indiscutible, sobre todo por lo mostrado por el astro argentino en los últimos cuatro años. El cuádruple ganador consecutivo de la Bota de Oro ha anotado 327 goles oficiales de por vida con el Barcelona FC y ha llevado la rivalidad entre el club culé y el Real Madrid a una disparidad insospechada. El diario español Mundo Deportivo anuncia recientemente una estadística fría: desde la aparición de Messi en las filas blaugranas, el equipo catalán supera por 21 títulos a 6 a su similar merengue.
En los últimos años, el Barcelona F.C. ha arrasado con los calificativos de buen futbol y éxito deportivo. No es un secreto que buena parte de ese palmarés ganador se basa en La Pulga. Los culés han dependido de Lionel Messi por elección. Sin duda poseen otros fichajes, jugadores importantes y constructores de juego: en sus mejores momentos Iniesta y Xavi marcaban el ritmo de los catalanes; y el cambio de generación ha visto emerger a Busquets, Pedro y los destellos de la nueva joya brasileña, Neymar, como piezas fundamentales en el plantel. Pero Lío siempre estuvo ahí para conseguir los imposibles y batir todas las marcas. Sus botines decidieron numerosas eliminatorias y juegos grandes. O por lo menos así fue hasta noviembre de 2013, cuando el “10” abandonó el campo ante el Betis y no volvió a aparecer con la casaca blaugrana.
Es la tercera lesión de Messi en lo que parece un fatídico 2013. Versiones distintas sobre excesos, cambios en su entrenamiento personal, modificaciones en su alimentación y una corta pretemporada buscan explicar la fragilidad del mejor futbolista del orbe. Pero la pelota no se detiene, los partidos y competiciones continúan y Messi deberá esperar hasta 2014 para volver a las canchas. Acaso por primera vez, la hegemonía de Messi parece peligrar ante su némesis, Cristiano Ronaldo, en la carrera final por la Bota de Oro que será anunciada en enero del próximo año. En ausencia de La Pulga, CR7 quebró el récord de más anotaciones en una primera fase de la Champions y se perfila para arrebatarle el título como el mejor futbolista del año.
Pero empecemos por mirar las cosas en casa. En este año futbolístico, el club blaugrana se ha planteado un largo simulacro de seis semanas sin Messi y la búsqueda de soluciones ante su reciente fragilidad. Como sacado de un sueño en que lo cobija el juego colectivo o acaso más cómodo con una posición que parece pertenecerle a Messi, Neymar se desplazó al centro del ataque y ha anotado en esta semana 6 goles entre Liga, Champions y Copa del Rey. Esto no anuncia el cambio inmediato de una era blaugrana dominada por Messi, pero sí el primer atisbo de que, en un futuro, quizá Barcelona pueda contar con el brasileño para relevar la corona que Messi ha portado brillantemente.
Ahora salgamos del torneo doméstico. La ausencia por lesión de Messi en la Champions del año pasado marcó un punto de inflexión en la temporada europea del Barça. Las alertas que se encendieron entonces volvieron a activarse en este 2013. El ascenso de los equipos alemanes en Europa –particularmente de esa máquina de goles en que se ha transformado el Bayern Múnich, ahora ajustada con Pep Guardiola en el banco– parece coincidir con una especie de meseta, quizá un ligero declive en el nivel de juego culé. Los equipos, formados por seres humanos, son entidades orgánicas que también tienen sus ciclos de vida.
Desde el silencio y la posible ansiedad, Messi ve pasar los últimos días del año. Pero aunque la Pulga no juegue, la espiral mediática alrededor de su entorno y su recuperación continúa. Días atrás, diversas versiones vincularon al padre y representante del jugador, Jorge Messi, en operaciones de lavado de dinero en partidos benéficos internacionales donde participó el futbolista. Messi debió presentarse a declarar ante la Guardia Civil española para aclarar la cuestión. Otros comentarios apuntan al inicio de la decadencia física del “10”, un cuerpo resentido por el gran número de encuentros en alta competencia, compromisos comerciales, viajes y descuidos entre temporadas. Por su parte, los diarios “pro-Messi” anuncian esta negativa avalancha mediática como una nueva campaña para ensuciar el nombre del jugador y señalan sus propios culpables.
Pero Lío no necesita defensores así. Messi se ha convertido irremediablemente en un símbolo del futbol, en una manera de comprender el juego, en un lujo del que los amantes del balón no queremos prescindir, pero su máxima expresión no está en las conferencias de prensa ni en las galas del balompié, sino en la cancha. Es ahí donde sus argumentos más válidos se clarifican sin necesidad de verbalizarse. ¿Qué versión de Lío Messi nos esperará en 2014, un año mundialista que representa el mayor reto para el argentino? ¿Estará listo, recuperará su nivel, recaerá en sus lesiones, se alejará de los cuestionamientos mediáticos? Todos aguardamos el regreso de La Pulga. Pase lo que pase, yo creo que Messi habla mejor en silencio, enfocado en el arco rival, con el balón en los pies.
