Desechos eróticos: Después del orgasmo, ¿qué pasa con los condones y juguetes sexuales?

Después de experimentar un orgasmo, en lo que menos pensamos es “debo tirar mi condón envuelto en papel higiénico en el cesto de inorgánicos”, o “qué rico estuvo, pero contaminé cientos de litros de agua con mi lubricante”. Lo único que deseamos es que comience la segunda ronda.

En el sexo, lo más importante es generar y obtener placer, así que pocas veces nos preguntamos qué pasa con todos los objetos que utilizamos en la cama. ¿Simplemente se van a la basura, se escurren por el drenaje? Sin duda es una situación digna de considerarse, porque si la mayoría de las veces la basura en general no cuenta con un tratamiento adecuado, mucho menos lo tendrán este tipo de productos de índole sexual.

Entre el 70 y el 80 por ciento de estos productos son desechables; por lo que desde un condón hasta el empaque de unas pastillas anticonceptivas terminan por convertirse en un contaminante potencial. Muchos, provocan daños donde ni siquiera lo imaginábamos.

Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), a diario se generan 86 mil 300 toneladas de basura en México; 12 mil 500 se generan simplemente en la CDMX y sólo el 6 por ciento de estos residuos reciben el tratamiento adecuado.

Al respecto, el ambientalista Arnold Ricalde de Jager, director de Organi-K A.C., comenta en entrevista que aproximadamente sólo el uno por ciento de la basura corresponde a los desechos sexuales. Parece una cifra insignificante, pero en realidad equivale a 863 toneladas al día de condones, lubricantes y juguetes, entre otros.

“Es una modalidad relativamente nueva de contaminar, pues hasta hace no mucho estos productos no se vendían ni adquirían en grandes masas como sucede hoy en día”, aseguró.

Sin embargo, el negocio de los productos sexuales resulta muy rentable. En los últimos años, las sexshops abundan en número y la tecnología en estos artefactos para obtener placer es cada vez más sofisticada, pero también más contaminante.

La libido y la imaginación de la que disponemos para reventar nuestros sentidos a la hora de tener sexo es impresionante. Lo que aún no queda claro es cómo se supone que contaminamos tanto.

México ocupa el décimo lugar mundial en frecuencia de encuentros sexuales de sus habitantes. Efectivamente, somos de los más cachondos de nuestra madre tierra y en promedio tenemos sexo 123 veces al año, lo que se traduce a 3 encuentros semanales. Ya podemos imaginarnos de dónde salen las toneladas de condones, lubricantes, dildos y esferas.

Justo para cuidarnos, anualmente el sector salud y el Centro Nacional para la prevención y el control del SIDA (Censida) reparten 125 millones de preservativos; pero además, la Asociación Nacional de Farmacias vende 140 millones y cada Sexshop de 45 a 60 unidades diarias.

De tal manera, en nuestro país se consumen al año cerca de 300 millones de condones fabricados a base de látex o poliuretano (femeninos y masculinos), residuos que no pueden ser reciclados con facilidad por dos razones; primero porque contienen fluidos corporales; y segundo porque no son plásticos como tal.

Y como si esas cifras no fueran lo suficientemente alarmantes, el ambientalista Arnold Ricalde nos informó que los condones de látex tardan en promedio 10 años en degradarse y los de poliuretano 200. Esto es en la tierra; pero al ser arrojados al drenaje (y muchas personas creen que lo correcto es arrojar los condones al excusado), se desintegran en agua hasta en el doble de tiempo.

Pero ahí no para la cosa. Las miles de toneladas de basura sexual que generamos no son sólo de preservativos. Alrededor de la República existen 160 sexshops (registradas): 75 son de Erotika, 19 propias y 56 franquicias, las cuales venden cantidades muy altas de otros productos.

“En esta tienda vendemos arriba de mil productos al mes, cerca de 110 son dildos o vibradores”, aseguró Samuel Guerrero, encargado de la sexshop “Sentidos” (franquicia de Erotika) de la Zona Rosa.

Así que en promedio, se venden un millón 920 mil dildos y vibradores en México, así como una cifra similar en otros juguetes electrónicos; casi todos, hechos con siliconas, goma, gel, acrílico y otros derivados del plástico, los cuales tardan de 100 a 400 años en degradarse (sin baterías) y cuya vida útil es de máximo de 18 meses.

A pesar de lo contaminantes que estos productos pueden ser, Samuel Guerrero asegura que existen novedades todavía más nocivas para el medio ambiente: “Los juguetes que están a la vanguardia son de silicona quirúrgica y algunos hasta control remoto tienen… este material es el más resistente, te dura alrededor de 15 años, pero tarda más tiempo en degradarse”.

En condiciones normales, esta silicona quirúrgica se desintegra en el agua en mil años y a pesar de que son de los juguetes más caros, están entre los más vendidos porque no guardan bacterias y tienen una vida 10 veces mayor.

Quizá esto todavía no te estremece porque no todos usan juguetes eléctricos o dildos, pero qué tal un aceite o un lubricante para facilitar una penetración o una rica sesión de masturbación. “En el caso de los lubricantes se venden aproximadamente 300 botellas y 50 aceites al mes”, informa Guerrero.

No parece gran cosa, sin embargo por cada litro de estos productos vertidos en el drenaje, se contaminan tres mil litros de agua. ¿Esto aún suena lejos de tu realidad? Tal vez te gusta el sexo que no necesita de más artilugios que la piel, la excitación y la imaginación. ¡Pues ni así dejamos de contaminar! Resulta que las hormonas de los anticonceptivos o pastillas del día siguiente terminan en el drenaje por medio de la orina. Según el ambientalista Ricalde de Jager, “el Sistema de Aguas de la Ciudad de México y la Comisión Nacional del Agua (Conagua) han encontrado muchas trazas de hormonas en el agua”.

Por desgracia, las plantas de tratamiento de aguas en nuestro país no cuentan con la tecnología para eliminar partículas microscópicas como las hormonas y en consecuencia, más tarde el agua es usada en la riega de cultivos y para que los animales de cría la beban.

Cuando consumimos la carne o los vegetales, las hormonas pueden generar transformaciones en nuestro cuerpo como excedente de vello, aumento de peso o hasta cáncer de mama en algunas mujeres.

Ya nos dimos una idea de lo agresiva que puede ser la basura sexual con el ambiente, no obstante, tiene sus pros y sus contras. Por un lado nos da placer, nos cuida de embarazos no deseados y enfermedades de transmisión sexual; pero a la vez cobra una factura muy alta en el agua, el aire o la tierra de nuestro entorno.

La situación se escucha bastante aterradora, pues mientras no podemos evitar ciertos productos, tampoco debemos ser irresponsables con nuestro ecosistema. Aún no hay método mágico para eliminar este tipo de desechos, pero como en todo buen plan, siempre existe una opción “B”.

En el caso de los condones, algunos países primermundistas los separan en una bolsa roja junto con los residuos sanitarios como las toallas femeninas, tampones y pañales. Así los recolectores sabrán que esos desechos tienen fluidos corporales.

En China, los condones usados se reciclan para hacer ligas de cabello y los caducados los convierten en hermosos vestidos. Aquí en México, existen preservativos hechos de piel de cordero 100 por ciento degradables y los encuentras en las tiendas de autoservicio.

Las hormonas liberadas en la orina aún no se pueden remediar, pero si tienes anticonceptivos caducos o que no ocuparás, el ambientalista Arnold Ricalde nos da una opción: “Existen farmacias en toda la República que tienen contenedores para su reciclaje. Así son tratadas correctamente y evitamos una mayor circulación de hormonas en el ambiente”.

Los lubricantes, espermicidas y aceites para masaje no hay que enjuagarlos directamente en el drenaje. Primero limpia la mayor cantidad posible con papel higiénico (contaminan más en la alcantarilla); en su defecto usa los hechos a base de agua. No son efectivos en bañeras o albercas, pero son cerca del 60 por ciento menos contaminantes.

En cuanto a todos aquellos artículos de plástico y sus derivados (que en son el 80 por ciento de los juguetes sexuales) tampoco existen muchas opciones, por eso ocupémoslos tantas veces como sea posible, así no serán desechables.

Finalmente, el también ex diputado del Partido Verde Ecologista, Arnold Ricalde, dijo que los vibradores y artefactos eléctricos o electrónicos que son los que más contaminan, se depositan en los centros de basura electrónica. “En la Ciudad de México existen varios. Por ejemplo, 22 estaciones del metro tienen cibercentros, donde hay tambos para estos desechos.”

Actualmente, diversos grupos ambientalistas trabajan en propuestas que hagan responsables a las sexshops para que coloquen depósitos para los desechos de estos productos y se les dé un correcto manejo y reciclado. Además se espera que en algunos años se produzcan preservativos de un material creado a base de maíz y bambú llamado Poliácido láctico (PLA), el cual ya se usa en envases.

¿Sorprendido?… quizá tanto leer de sexo y juguetes encendió tu libido, así que mientras todas estas propuestas llegan a México o se hacen realidad, cuando prepares tu próximo encuentro erótico, elige los mejores productos para divertirte al máximo y sin ningún remordimiento.