Comparte
Compartir
Suscríbete al NEWSLETTER

Cumbre Tajín, el lado B del Festival

Por: Jafet Gallardo 05 Jun 2018
Esta vez decidí no viajar como medio de comunicación y vivir, como un asistente más, la experiencia que prometía Cumbre […]
Cumbre Tajín, el lado B del Festival
Esta vez decidí no viajar como medio de comunicación y vivir, como un asistente más, la experiencia que prometía Cumbre Tajín. Ahora no hubo mesa de hospitality, mucho menos backstage, ni entrada exprés; a cambio, había una fila de por lo menos casi dos kilómetros para poder entrar al concierto estelar del 21 de marzo, donde las bandas Tool, Primus, Puscifer y el grupo de rock chiapaneco Vayijel, encenderían el ánimo de los dioses del totonacapan.
 
Hacía ya un mes que había visitado el parque Temático Takilhsukut –donde se lleva a cabo el festival- para elaborar un reportaje acerca de cómo este complejo turístico, propiedad de la iniciativa privada, opera para beneficio de la comunidad y por ende del turismo. Sin embargo, durante el espectáculo descubrí que hay una serie de factores que no le permiten ser coherente con lo que promete, ser un motor de desarrollo equitativo para los pueblos de esta región veracruzana; funciona al revés, todo se enfoca en satisfacer al turista, aunque a medias.
 
Es verdad que hay muy buena voluntad, pero pocas son las acciones que materializan el discurso oficial del director del festival, Salomón Bazbaz, que dice: “La identidad totonaca es un faro que guía a los pueblos originarios para preservar, fortalecer, difundir y posicionar el arte y el saber indígena…”
 
Para corroborarlo, veamos la problemática por capítulos.
I. Acceso eterno e intimidante 
El acceso al festival se prolongó hasta por tres horas, esto debido a un fuerte dispositivo de seguridad que parecía más preocupado por mostrar sus armas largas que por mantener el orden. Como todos sabemos, el estado de Veracruz es una de las entidades que tiene fama de ser una de las más peligrosas en materia de seguridad, esto en parte por ser uno de los territorios en donde la muerte a periodistas es pan de cada día. Por lo que parecía gracioso que tropas de élite desfilaran aquí como si se tratara de una pasarela. “Ustedes saben en donde están los criminales, aquí no los encontrarán” gritaban algunos jóvenes molestos por la presencia policíaca.
 
Al final, miles de asistentes nos perdimos de la banda mexicana, así como de la mitad de la presentación del grupo Puscifer, esto al mismo tiempo de presenciar a miembros de la Secretaría de Seguridad Pública estatal haciendo operativos dentro del foro. Las armas largas y de grueso calibre eran la constante. Aunque al seguirlos, durante un intermedio, descubrí que sólo aprovecharon el espacio para documentar, mediante fotografía y video, los “operativos turísticos”, mismos que resultaron algo bizarro, pues gran número de los asistentes se burlaban de ellos mediante rechiflas y mentadas de madre.
 
II. Sed y filas interminables
No recuerdo haber asistido a un concierto de rock sin un vaso de cerveza en la mano. Y esta vez fue así. Éramos más de 40 mil asistentes para el concierto del 21 de marzo, así que había dos opciones: La primera era formarse en filas de hasta 400 metros para comprar un vaso de cerveza –como si se fuera a recibir limosna-  y perderme de uno de los conciertos. O la segunda era resignarme y tragar saliva en medio de un calor húmedo, de casi 40 grados.
 
Opté por la primera, sin embargo, resignado, ahora la molestia era el sistema de audio del concierto. Las bandas Puscifer y Primus sonaron tan mal que algunas veces competía con lo que sonaba en el stand de la estación EXA, que se encontraba detrás de mí –sí, ¡una activación de marca en medio de un concierto¡-. Allí comprobé que el foro en donde se presentan las bandas ha sido rebasado, aunque otros afirman que la fecha del concierto estelar fue sobrevendida. Me sentí como cuando me quedo varado en un aeropuerto después de que mi avión despegó.
 
III. La realidad de los pueblos totonacas
Si bien con los puntos anteriores hice mención de los contratiempos que pasamos los asistentes durante el concierto, lo más preocupante se encontraba afuera, en donde los habitantes del totonacapan comercializaban comida, cerveza y souvenirs.
 
Se trataba de por lo menos 510 mil visitantes de 60 nacionalidades – quienes asistieron durante los cuatro días-, quienes caminábamos afuera del Parque Temático Takilhsukut, todo sin ningún desarrollo peatonal. Vamos, ya son 15 años que este festival se lleva a cabo, el cual proyecta una millonaria derrama económica –este año alcanzó los 240 millones de pesos en ganancias-, por ello no es posible que ni autoridades municipales, estatales, federales o incluso los mismos dueños del parque se interesen en el desarrollo de obra pública para evitar un accidente. Se trata de sentido común.
 
Cumbre Tajín, el lado B del Festival 0
 
IV. Ni una carpa para los habitantes del Totonacapan
Dentro del parque todo parece ser como la obra literaria Un Mundo Feliz, del autor británico Aldous Huxley. Chicas guapas desfilan con sus coronas hippie de flores en la cabeza, jóvenes con el torso marcado mostrando sus tatuajes de diseño y otros experimentando las actividades y talleres culturales del totonacapan, estos impartidos en las chozas por una serie de actores vestidos de manta, con ropa tradicional, actuando para ayudar a preservar las tradiciones de la región y desde luego para percibir unas monedas.
 
Sin embargo, afuera, todo es diferente. Los locatarios de las carpas que ofertan sus productos se quejan de no recibir ayuda de nadie. Los toldos de la marca Tecate lucían viejos y sucios, los baños eran improvisados y por ende hay una falta de higiene en diversos establecimientos. Si esto es lo que se ve aquí ¿cómo será el desarrollo urbano en los pueblos del totonacapan que tanto presume el festival? ¿Esta es la imagen del Tajín que México debe mostrar al mundo?
 
V. Módulos de Des-atención
La oferta turística en Poza Rica y Papantla es muy limitada. Poza Rica, siendo sinceros, es una ciudad gris, muy fea; mientras que Papantla es un pueblito tan pequeño que resulta una romería, incómodo para el visitante.
 
Aburrido, un día después del concierto al que asistí, decidí comprar un boleto para presenciar algo llamado Vive Tajín, un espectáculo nocturno multimedia proyectado en la zona arqueológica de Tajín.  Sin embargo, mi boleto señalaba que debía estar presente a las 9:00 pm, así que tuve que hacer tiempo, optando por comprar boletos para entrar nuevamente al parque. El boleto tenía un costo de 300 pesos e incluía los conciertos de ese día, sin embargo el personal de taquilla me decía que si salía del parque no podría volver a entrar al mismo, esto a pesar de que había carteles que señalaban que esto era posible, pues el espectáculo en la zona arqueológica formaba parte del programa del festival.
 
Para corroborar esto, me acerqué al módulo de información. Allí, un par de chicos que “atendían” a los visitantes, se preocupaban más por ver sus fotografías en sus teléfonos celulares que por atender su trabajo. Quince minutos después, cuando se dignaron a atender, no sabían responder ante las dudas de los más de 30 turistas que hacíamos la misma pregunta. Muchos decidimos no comprar el boleto y gastar nuestro dinero en los negocios aledaños, a donde no permea la derrama económica de 240 millones de pesos.
 
Cumbre Tajín, el lado B del Festival 1
 
VI. Intocables
El aspecto negativo del festival casi no fue tocado en las páginas culturales de la mayoría de los periódicos… hasta el momento, los 500 medios de comunicación (nacionales e internacionales) señalan que Cumbre Tajín fue un éxito, siguen con el discurso oficial que afirma que el festival tiene como premisa la cultura para incentivar la economía y el turismo de la región. Quizá se deba a que los periodistas asistentes solamente conocieron las mieles del festival, sin descubrir lo que sucede alrededor del complejo, en el mundo real de los pueblos del totonacapan, a donde el gobernador de Veracruz, Javier Duarte, no pisa territorio desde sus últimas giras como candidato a la gubernatura de Veracruz.
 
En síntesis, el mundo del rock ha dejado de lado el espíritu contestatario y rebelde. Gran parte de la fanaticada que dice rendirle culto a la irreverencia esta vez no mostró la casta. Fue una marabunta que estuvo de paso, como si se tratara de un motel.
 
Al final del día, mientras hacía un recuento de los hechos, decidí contratar a un dueto de huapangueros, quienes a pesar de ser músicos de la tercera edad, le pegaban al violín y la jarana como un grupo de pubertos rabiosos. Un par de viejitos que demostraron tener un espíritu más rockanrolero que muchos de los que asistimos a Cumbre Tajín.

 

Cumbre Tajín, el lado B del Festival 2

Este video te puede interesar

Foto perfil de Jafet Gallardo
Jafet Gallardo Digital Editor Periodista de formación. Creador de contenidos, analista, especialista en viajes, entretenimiento y estilo de vida.
Descarga GRATIS Calendario Revive el Poder 2025
Calendario
Descarga AQUÍ nuestro especial CALENDARIO REVIVE EL PODER MAYO 2025.
Suscríbete al Newsletter
¡SUSCRÍBETE!