Para indignarse, hay que tener dignidad
En México nadie se queja, nadie protesta porque pensamos que es tiempo perdido. Pero existe un movimiento mundial de indignados que, espera Brozo, pronto contagie a nuestro país.
¡Chamacos buenos para nada y escuinclas buenas pa’ lo que sea! Ya que me los encuentro y los froto con cariño de verdad, han de permitirme recordarles que el tiempo se nos está acabando, y no me refiero al fin del mundo anunciado por los atinadísimos mayas. Bueno, la verdad es que la cosa está peor, porque además del poco tiempo que nos queda según los códices, tambor se nos están acabando los pretextos. ¿Pa’ dónde voy?
Lo de morir pos es cosa que no me espanta, porque igual nos toca con el fin del mundo que con una bala perdida o trepados sobre alguien. De que pasará, pasará. La modalidad es lo de menos.
Lo cabrón es que estando vivitos, coleando, no hemos podido quitarnos la mugre concha para poner a nuestro terruño en orden de una vez y hasta que dure. Eso sí, las quejas nunca nos han faltado. De plañideras hubiéramos hecho millones en los entierros de grande envergadura del mediohuevo.
—¡Mugre gobierno! ¡Pinches rateros! Todo pa’ allá y nada pa’ acá. Todo nos prometen y nada que nos cumplen. Si otro apellido tuviera, otro gallo me cantara.
Pa’ recibir patadas y guantazos, traiciones y descolones, somos una chulada de víctimas, pero cuando hay que hacerse valer nomás no damos una. Eso de enojarse y reunirse y organizarse y pararse en frente de quien sea para exigir lo que es de uno, lo pensamos rumiando debajo de una sábana. Y como además este tipo de acciones en países como el nuestro no dan frutos a la primera, pos ya pa’ la segunda aparece el desencanto, y si hay que apersonarse una tercera vez pa’ que se note que vamos en serio y con todo, empieza a aparecer la desilusión en su forma más tropical: La Madre Hueva con todos sus hijitos, los pretextitos.
—¿Para qué buscarle? Ni te pelan. Chale, te traen vuelta y vuelta nomás de su pendejo… Vas te quejas y te piden un escrito, vas lo entregas y te mandan a otra ventana. Vas a la ventana y que regreses mañana. Vas al otro día y te la vuelven a aplicar los rete ojetes. Que se agarren otro güey.
Y a otro asunto y a otro abuso y a otro entripado… Acabamos botando el arpa y quesque se nos resbalan las fregaderas. Nuestro pretexto mayor pa’ quedar cruzados de brazos es: Hagas lo que hagas, todo sigue igual. Pero ¡Tengan burrotes su plancha! Que de pronto empiezan a brotar de la tierra los indignados del mundo. Y que se agarran los de Pascua pa’ salir a protestar todos esos seres que ya están hasta la madre de un sistema y de un mundo que los castra y los empina. Salieron los españoles y los griegos y los africanos y los árabes y los ingleses y los chilenos a poner contra la pared a los aparatos flatulentos que hicieron de la función pública una defunción social. Indignación que no se quita con tecitos ni sobaciones. Para no ir tan lejos, hasta los mismos gringos jijos del Imperio Militar, Financiero yTodopoderoso, han salido a las plazas pa protestar INDIGNADOS por la falta de escrúpulos y de madre de la caterva de mercenarios que han mermado cañón su modo de vida que era la envidia del mundo.
Suman la cabeza en el agujero más cercano. ¡Vergüenza! Hasta los americanos que son dichosos con su chambita, sus hipotecas, su béisbol, sus cervezas y su mall están organizados dando la pelea pa’ que no los sigan basculeando ni sus empresarios ni sus cómplices políticos. Ahí donde todo se valía mientras fuera strictly business y donde el time es siempre money, hasta ahí hay indignados. ¿Y nosotros? Con casi 50 mil muertos de una guerra culera y con elecciones de ignominia a la vuelta de la esquina. ¡Órale!