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Bienvenido a México

Por: Jafet Gallardo 05 Jun 2018
La idea la robé de Héctor Aguilar Camín. Cada vez que llego al aeropuerto de la Ciudad de México en […]
Bienvenido a México

La idea la robé de Héctor Aguilar Camín. Cada vez que llego al aeropuerto de la Ciudad de México en un vuelo internacional, en la forma de aduanas pongo un nombre diferente al mío. A veces un futbolista: he sido Messi, Pelé, Chicharito, Cuauhtémoc. A veces un héroe de la patria: Morelos, Hidalgo, Juárez; a veces algún autor, otras un amigo de la primaria; nada me ha sucedido. Nunca.

La multitud de personas que rodean las máquinas de rayos X, o la señorita que le pide a uno la forma, o la que amablemente le señala con su dedo dónde tiene que oprimir para saber si el semáforo se prende verde o rojo; nadie, nunca, se ha tomado el tiempo de corroborar mi nombre. Mucho menos mi número de pasaporte, fecha de nacimiento…

El trámite inútil, la multiplicación absurda del personal, las múltiples oportunidades para la mini corrupción  y la pregunta: ¿a dónde van los miles de papelitos?

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Después de pasado el trámite de la aduana, hay que enfrentarse a los maleteros que, depende de la terminal, obligan a dejar cualquier carrito y de hecho se vuelven obstáculos para que uno pueda salir. De ahí, el pasajero se enfrenta con un cuarteto de señoritas empleadas por las compañías de taxis que desde sus stands gritan para pelear por el pasaje…nadie explica cuál es la diferencia entre una y otra, ni de qué se trata. De hecho, todas las empresas cobran la mismo, según tarifas autorizadas. Esto es competencia a la mexicana: lo único que cambia, según me han contado los choferes, es lo que cada compañía le da a sus empleados por viaje. La competencia sólo sirve para presionar los salarios hacia abajo, no para beneficiar al usuario, que por lo demás hoy hace más cola que cuando había una sola compañía. .

 

Nuestro principal aeropuerto es un magnífico microcosmos de todo lo que está mal en la administración pública del país.

Guardo en mi teléfono una fotografía que tomé hace un tiempo. Es un letrero en la salida de vuelos internacionales de la terminal 1,  dice: “Los pasajeros podrán salir indistintamente por E2 o E3”. Y luego en mal inglés:  “Passengers could be exiting either from E2 or E3”. 

Así es: usted debe adivinar por dónde saldrá su ser querido. Ni eso podemos hacer bien, decirle al usuario por dónde saldrá a quien va a recoger.

Entre una y otra salida debe haber unos setenta metros de distancia. Me ha tocado ver a padres y madres de familia angustiados por no sabe por dónde saldrá  su hijo, su hermana, su mamá. 

¿Qué funcionario, qué administrador (es un decir) piensa que ese letrero es una solución? Uno que, como tantas decisiones en México, no piensa en el usuario, en el cliente, en el ciudadano.

En esa misma salida, los pasos para que los pasajeros se incorporen al pasillo central del aeropuerto rumbo a las salidas están bloqueadas estratégicamente por carritos puestos por los maleteros, con el objetivo de formar un flujo hacia donde se encuentran ellos. La privatización de un espacio público. Y nadie les dice nada.

Si la salida es complicada peor es la llegada.

Bienvenido al reino de Eulen, la empresa responsable, desde el año 2000, de la seguridad en nuestro aeropuerto capitalino.

Eulen, empresa producto de la asociación entre empresarios españoles y mexicanos, brinda todo tipo de servicios, desde limpiar un baño, componer una caldera, manejar una camioneta o revisar las maletas de quien se quiere subir a un avión.  Inmune a su ineficiencia o a la corrupción de sus elementos –involucrados en el paso de drogas por parte de personal de Aeroméxico—este año le acaban de refrendar, en un procedimiento sin competencia, su contrato con el AICM por dos años y 240 millones de pesos. Nada mal.

El último invento de Eulen es una joya del trámite inútil.

Antes de llegar a las bandas de rayos x, un elemento de Eulen tiene a su lado una pantallita en la que al presionar un botón aparece un número que corresponde a una banda de inspección. A ése tenemos que ir. No importa que alguna banda de revisión esté vacía.  La maquinita ya mandó. Hace un par de meses se me ocurrió ir a una banda de inspección diferente a la que la maquinita había indicado y fui inmediatamente castigado, se me hizo una revisión especial bajo la atenta mirada de un supervisor. Ése es el criterio. Lo cual nos debe hacernos sentir muy seguros.

Alguna vez, no hace mucho, me encontré a funcionarios de Turismo y Comunicaciones en algún evento y les conté esto que hoy escribo. Vi en sus caras que no entendían nada. Uno de ellos preguntó si estaba yo cotorreándolo. Recordé que ellos pasan por salas VIP, no son revisados, viajan en aviones privados.

Será por eso.

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Foto perfil de Jafet Gallardo
Jafet Gallardo Digital Editor Periodista de formación. Creador de contenidos, analista, especialista en viajes, entretenimiento y estilo de vida.
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