Atacama, tierra de llamas

Ubicado en Sudamérica, uno de los lugares más inhóspitos de la Tierra también es sede de algunos de los paisajes más imponentes…
Por Lilith
Nunca imaginé que alguna vez en mi vida me tocaría pasear por el desierto más árido del mundo junto a Capuchino, una enorme llama de color miel y buenos modales. Sí, buenos modales porque esta llama no escupía.
Ahí estaba yo, paseando junto a Sandra, atacameña que se dedica a introducir a los turistas nacionales y extranjeros al árido mundo de Atacama. Ella, junto a seis llamas, te acompañan en un recorrido durante el atardecer, rodeado de pequeñas dunas y arbustos de rica rica.
Mientras caminábamos, Sandra me contaba cómo es la vida en el desierto y de lo necesaria que es la compañía de las llamas, estos animales de carga que hacen de los ires y venires de los locales algo mucho más sencillo e incluso placentero.
Durante el camino empecé a tomarle confianza a Capuchino, pues como quiera que sea es un animal de grandes dimensiones. Mientras caminaba con él (estos animales no se montan) el animal, de vez en vez, se restregaba contra mi espalda, marcando territorio, como buen macho. Además, las llamas tienen una especial afición por la arena: si te quedas quieto en un solo lugar, el animal se echa al piso y se restriega contra la arena; es su forma de limpiarse y relajarse. Un evento digno de verse.
El recorrido dura aproximadamente una hora con 45 minutos. Mi experiencia terminó cuando llegué a un restaurante de comida típica de la región donde comí nada más y nada menos que… llama. Irónico.