Amores y desamores políticos
La atracción fatal, como el título de una película ochentera protagonizada por Glenn Close y Michael Douglas, es una constante en nuestra política. Los poderosos son capaces de destrozarse o dar la vida por el otro, según sea el caso. Nuestra colaboradora repasa varios casos.
Por: Katia D’Artigues
Febrero, mes del amor y la amistad. Un momento perfecto para hablar de dos palabras que no solemos relacionar mucho pero que constantemente se cruzan: amor y política. O también política y el desamor. Es, finalmente, una profesión llena de pasión en la que los amores y los odios son profundos… a veces hasta la muerte.
Aclaro desde ahora que no sólo hablo de amor romántico, aunque también hay casos muy interesantes a comentar, sino también de otro tipo más amplio de amor, que incluye, por ejemplo, el amor fraterno, la solidaridad hacia un proyecto, a un partido…
Hay eventos en la historia nacional que se dan dado gracias al amor. Como el que le tenía la Corregidora, Josefa Ortiz de Domínguez, a Ignacio Allende. En realidad por eso se metió a la lucha por la Independencia: por estar cerca de su amante. Es más, dicen los historiadores (esos chismosos con caché, por la distancia del tiempo) que hasta estaba embarazada. O bueno, la desviación que hizo Agustín de Iturbide a la entrada triunfal del Ejército Trigarante para pasar por el balcón de su amada y dedicarle el día: La Güera Rodríguez.
Aunque era una mujer inteligentísima y lo merecía por derecho propio, no fue el talento de Rosa Luz Alegría lo que la llevó a ser la primera secretaria de Estado de México, con la cartera de Turismo, sino su muy conocido romance con el entonces Presidente, José López Portillo. Y para quedar bien con la amante de Gustavo Díaz Ordaz, la actriz Irma Serrano, conocida como La Tigresa, el entonces secretario de Gobernación y luego Presidente, Luis Echeverría, literalmente iba a su casa a pelarle naranjas para que las comiera. Lo cuenta ella misma en un libro autobiográfico….
La combinación actrices-políticos se ha dado seguido: ahí están Santiago Creel y Edith González; Enrique Peña Nieto y Angélica Rivera; el mismo López Portillo con Sasha Montenegro y Silvia Pinal con Tulio Hernández, gobernador de Tlaxcala. Y hasta cantantes infantiles: Patylú y César Nava o periodistas como Adela Micha y Jorge Castañeda.
Siendo director de Pemex, Jorge Díaz Serrano se enamoró de una secretaria que se llamaba igualito que su esposa: Helvia. Fueron pareja durante muchos años, incluso cuando él estuvo en la cárcel. Esta mujer, muy bella, posó desnuda para la fuente de la Diana Cazadora.
Luego hay políticos que hacen parejas de poder. Están Martha Sahagún y Vicente Fox, que se llamaban a sí mismos “la pareja presidencial”. Y en el D.F. nadie duda del poder de Dolores Padierna y René Bejarano, también esposos. El reciente gobernador de Coahuila, Rubén Moreira (hermano de Humberto del mismo apellido) se casó con una compañera política de curul: Carolina Viggiano.
Hay incluso parejas que rompen y luego contienden por el mismo puesto. Tal fue el caso, en enero, de la diputada Alejandra Barrales y el procurador Miguel Mancera…
Los desamores también son fuertes, haya habido o no una relación de pareja. Si no pregúntenle a Roberto Madrazo: enfrentó la verdadera ira de Elba Esther Gordillo al sacarla del PRI. ¿Recuerdan la famosísima etiqueta “Tu le crees a Madrazo? Yo tampoco”? Bueno, pues fue patrocinada por ella; digamos que se encargó personalmente de que no ganara… y aunque él ayudó en mucho, lo logró. Es ya un clásico del debate político de acusaciones un intercambio durísimo entre ella y él en el noticiario radiofónico de Joaquín López Dóriga. En determinado momento, ella lo acusó de haberla convencido con sus “ojos de víbora”.
Aunque nunca hubo amor entre ellos, el desamor entre Ernesto Zedillo y Carlos Salinas de Gortari perdura hasta la fecha. Y tan amigos que eran Manuel Camacho y Carlos Salinas, integrantes de un mismo equipo de amigos desde jóvenes hasta que, tras no ser señalado él como candidato presidencial, todo se rompió. Ahora Camacho, tras formar un partido llamado del Centro Democrático que perdió el registro, apoya el archienemigo número uno de su antiguo aliado: Andrés Manuel López Obrador.
Aunque dice que él no odia a nadie, Andrés Manuel López Obrador sí es hombre de fuertes y decididas enemistades, digamos. Ahí está Carlos Salinas, los integrantes de los que llamó “la mafia en el poder”, el mismo presidente Calderón, Diego Fernández de Cevallos. Ahora, digamos, todo está olvidado porque en un cambio de estrategia, digo, de corazón, lo que ahora busca el ex jefe de gobierno del DF es lograr una “República Amorosa”. Convencido como está que sólo se puede ser feliz si se es “bueno”. Así como lo leen.
