A un restaurante llega uno por la comida, pero regresa por la atención. Lo que experimentamos en el número 371 de la calle de Puebla fue un apapacho que se quedó a vivir en nuestros corazones. El hambre se transformó en amor.
De entrada, porque el personal de Angelopolitano encuentra el perfecto equilibrio entre mantenerse al pendiente de las necesidades del comensal, pero sin sofocarlo con excesivas atenciones. ¿O no odiamos todos que cada 5 minutos nos pregunten si deseamos “algo más”? ¡Pero tampoco queremos quedar en el olvido!
He aquí 5 razones por las que no deberías dejar pasar la oportunidad de celebrar alguna ocasión especial en Angelopolitano.
La casona de la colonia Roma que le sirve como sede, mantiene ese ambiente familiar que nos fascina. La decoración también va en ese mood, además te reciben con un refrescante vaso de agua fresca, ¿qué más se puede pedir?
El chef Gerardo Quezadas escogió un 5 de mayo para inaugurarlo. Y en su menú se concentra lo mejor de la gastronomía del estado. Un must es el mole, todos los moles. Desde el pipián hasta las enchiladas de pato bañadas de manchamanteles. Si te lo pierdes no será porque no te lo dijimos.
Si eres fan de septiembre porque en ese mes se puede probar uno de los más suculentos platillos de la cocina mexicana, déjanos decirte que en Angelopolitano puedes disfrutar de el durante todo el año. Pero en septiembre, además, tiene lugar en festival en el que podrás saborear diferentes variantes del platillo, como relleno de bacalao o de pato.
La comida no es su único atractivo. El lugar cuenta con una carta selecta de cervezas y mezcales. Nos tocó visitarlo cuando tenía lugar el menú especial de Grana Cochinilla (insecto parásito del nopal del que se extrae un pigmento rojo) y en consecuencia, fueron varios los tragos de mezcal con este ingrediente que desfilaron por nuestras gargantas. ¡Salimos más felices de lo que entramos!
Además del flan y las natillas, una razón para llevarse a Angelopolitano en el corazón es la tienda gourmet que hay a la entrada. Te puedes agenciar una mermelada o un rompope para que no olvides tu visita.