2×1: Samuráis de adamantium y Nobles mexicanos
Por:
Jafet Gallardo
05 Jun 2018
Un taquillazo Hace un par de meses no me hubiera imaginado que una película mexicana pudiera estar en taquilla por […]
Un taquillazo
Hace un par de meses no me hubiera imaginado que una película mexicana pudiera estar en taquilla por más de quince semanas. Las cintas que habían logrado estar mucho tiempo en cartelera eran debido a cosas circunstanciales, la mayoría de las veces razones políticas o religiosas. Ejemplos sobran, así que no citaré ninguno. Pero analicemos la razón por la cual Nosotros los nobles logró reunir poco más de 300 millones de pesos en su exhibición (datos de Canacine).
La cinta fue pensada concienzudamente para un sector específico: la clase media y media alta; es decir el sector de la sociedad que asiste al cine y se permite la compra de películas y que no frecuenta las señales de Televisa y TV Azteca porque prefiere la televisión por cable. Eso explica porque otras comedias como “Suave patria” protagonizadas por actores televisivos como Adrián Uribe y Omar Chaparro se fueron a pique en su primera semana.
La publicidad de Nosotros los nobles está basada en ese principio también, abandona los espacios normales como la TV y los espectaculares porque su target no está ahí sino en las redes sociales. El boca en boca digital, que dominan perfectamente ese sector de la población objetivo, la hizo ir aumentando de audiencia semana con semana. Incluso crearon cuentas de Twitter de los tres principales personajes de la cinta, llegando a cerca de 70 mil seguidores al día de hoy.
Pero todo esto no hubiera servido si la trama no hubiera satisfecho los deseos inconscientes de su público: el ver sufrir a un rico y la idealización de la pobreza. No es nada nuevo, la saga icónica de Ismael Rodriguez, Nosotros los pobres/Ustedes los ricos tiene su momento culminante cuando la abuela de Chachita llora en medio del velorio y luego se va a refugiar con los pobres que antes había corrido. En la pobreza se sabe querer, el Buki dixit.
Guerrero de Adamantium
Fue en 1974 cuando un personaje en traje amarrillo y de corta estatura hizo su aparición enfrentando a Hulk, uno de los personajes más volátiles del universo Marvel. Ese temerario héroe era Wolverine, en aquellos tiempos una maquina brutal de matar. Sus poderes eran peculiares: poseía unas garras retractiles, un esqueleto recubierto de un metal irrompible, un factor de curación que le impedía envejecer al ritmo de nosotros y sentidos alterados como los del felino que le da nombre. El personaje tuvo tal éxito que pronto fue incorporado al equipo principal de los Hombres X de la mano de Chris Claremont y el artista John Byrne; dupla que ideo los mayores éxitos de los mutantes.
Sin embargo fue Frank Miller quien domestico a esta bestia asesina en la serie propia de Marvel hizo para él. Miller lo convirtió en una especie de Ronin, es decir un samurái que había perdido su honor. El guionista y dibujante fanático de la cultura japonesa llevo al personaje hasta el lejano oriente y le ofreció un pasado, un amor y un freno para la violencia. La saga de Wolverin en Japón fue una de las que redefinió al personaje dándole motivaciones más humanas y claroscuros más reales. Tal vez sea por esto que para la nueva cinta del superhéroe canadiense, luego de la criticada X men Origenes: Wolverin, sea retomada su estancia en aquel país y nos muestre a Noriko, a su padre y la temible Mano.
Sin embargo, como la anterior no acaba de cuadrar en una cinta respetuosa del personaje y de su historia ni ofrece un espectáculo fascinante. Es decir queda mal con los fans de los cómics y con los que desean el escapismo sin más. Los guionistas Christopher McQuarrie y Mark Bomback toman retazos de aquí y de allá (una villana de Capitán América, un grupo criminal de otra saga, una desangelada pareja) armando una trama sin pies ni cabeza, en la que saltan a relucir las ganas de llenar de acción los baches argumentales. Wolverine puede soportar una bomba nuclear pero un tarrazo de cerveza lo hace sangrar, haber estado en Japón años y no recordar ni una palabra del idioma, un grupo de asesinos que desean eliminar a una mujer nunca la matan cuando tienen oportunidad, amén de un desafortunado casting en el que la pareja principal (una anoréxica actriz nipona y un Hugh Jackman que sólo gruñe) donde la química nunca aparece. Un desperdicio.
Cine sonoro
Uno de esas ideas que parece simple pero que a nadie se le había ocurrido era volver a sonorizar películas mudas. La Cineteca Nacional en coordinación con el IMER lleva haciéndolo desde hace tiempo con mucho éxito. En esta ocasión le toca el turno al grupo El Gabinete, que ofrecerá un cine-concierto del clásico silente de Walter Ruttmann Berlín: Sinfonía de una gran ciudad (Alemania, 1927). Más no se puede pedir.
Wolverin Inmortal se estrena este viernes 26 en las diferentes cadenas cinematográficas. Nosotros los nobles se puede adquirir ya en Bluray y DVD. La información de la Cineteca Nacional puede obtenerse en la siguiente dirección: http://www.cinetecanacional.net
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