2×1: Entres dos tierras

El samurái puede que sea uno de los personajes icónicos más representativos de la cultura japonesa; aún más que elusivo ninja o el espiritual maestro. Durante muchos siglos y a través de diferentes periodos, el samurái representó una de las castas privilegiadas dentro de la sociedad japonesa. Ser samurái se suponía tener honor propio, lealtad al señor del clan y devoción al emperador. De manera cotidiana ser samurái implicaba obtener un sueldo superior al de campesinos y gente del pueblo llano.

 

Sin embargo, con el contacto obligado con occidente y sus potencias colonialistas, Japón tuvo que abrirse al comercio y relajar sus costumbres para poder incluirse entre el privilegiado grupo de naciones desarrolladas. El periodo Edo, el último en donde los samuráis fueron la casta divina terminó y la occidentalización en el periodo Meiji ha dado mucho material a la cinematografía nipona. La Cineteca Nacional y la Fundación Japón –conmemorando los 400 años de relaciones entre nuestros países– hacen un recorrido histórico de este personaje brindándonos doce películas en las que podemos apreciar los desde diferentes ángulos un personaje que lo mismo puede inscribirse en el cine de acción que en el melodrama o la comedia. Interesante ciclo que desgraciadamente sólo podrá apreciarse en la Ciudad de México, Monterrey y Cuernavaca.

Adaptada de una miniserie sueca-danesa The Bridge es la apuesta fuerte de Fox a través de FX luego de que Walking dead se encuentra en periodo de producción. La serie original planteaba el caso de un asesino serial que ataca en ambos países, sirviendo de pretexto para hablar de las relaciones entre suecos y daneses, logrando un interesante documento en el que ambas naciones se reflejaban. Debido a su éxito (sustentado principalmente en la relación entre los dos policías protagónicos y sus muy marcadas diferencias) la serie es comprada para ser producida en Estados Unidos quien comparte la frontera más grande del mundo con México.

 

Compartiendo protagónicos la teutona Diane Kruger y el mexicano Demian Bichir (quien tuvo que emigrar a Estados Unidos luego de que acá fue tildado de aparecer en “demasiadas películas” cuando otros actores lo superan en número de apariciones) logran en el piloto de la serie una agradable dupla. Curiosamente este primer capítulo fue dirigido por el también mexicano, Gerardo Naranjo director de Miss Bala.

 

La trama va sobre el encuentro de un cuerpo femenino en medio del puente que une El Paso y  Ciudad Juárez anunciando el inicio de una serie de asesinatos seriales en ambos lados de la frontera. En este primer capítulo se plantean las directrices de lo que podría llevarnos a una serie muy interesante ya que los niveles de producción, de actuación y la historia en si misma prometen mucho.

 

La crítica a la gastada relación entre ambas naciones está presente aunque en esta primera entrega la policía mexicana (y no es para menos) sea la más abollada. La química entre los personaje de Bichir (Marco Ruiz) y Kruger (Sonya Cross) encaja a la perfección; una con problemas para socializar y adicta al trabajo y el otro dicharachero y más dispuesto a tomarse las cosas con calma. Tiene todo para lograr una serie épica.

Los mockumentarys (falsos documentales) han tomado por asalto el cine de terror. Funcionan principalmente ya no por el shock de creer que son verdad sino por su bajo costo y porque necesariamente utilizan actores poco conocidos que puedan hacernos creer, cuando menos por dos segundos, que lo visto en pantalla es real.

 

Terror en la Bahía, rebautizada así por los siempre ingeniosos traductores (“¿Cómo le ponemos?” “Ponle sangre, diabólica o del terror, siempre funciona”), cuando su nombre original era el lacónico The Bay, lo cual nos habla de la seriedad con la que se intentó realizar este proyecto. El hinchadísimo productor canadiense Jason Blum, creador de Actividad paranormal entre otros taquillazos hizo mancuerna con el director Barry Levinson (ganador de un oscar por Rayman) para llevar a buen puerto una historia sobre ecoterror y culpabilidad gubernamental. 

 

La historia se centra en la supuesta infección mortal que se desata durante un cuatro de julio en un pueblecito costero de Estados Unidos. Contada a partir de material encontrado y rescatado de las manos del FBI (aunque nunca te enteras cómo es que obtuvieron las conversaciones de skype de las entidades gubernamentales malvadas que desaparecieron el material). En la filme de inmediato se ve la mano de un cineasta veterano logrando no caer en  las siempre planas historias acostumbradas en este tipo de productos, sino varias subtramas que se van desarrollando sin golpes de efecto con personajes, si bien estereotipados pero que funcionan perfectamente. Utilizando la actual moda de “empresas neoliberales malvadas” y “funcionarios coludidos” vs “la sociedad civil armada con cámaras” logran una atractiva historia que funciona en muchos niveles.