2×1: Carrie o de la venganza de una X Men

Muchos ya conocen la anécdota pero vale la pena contarla. Luego de acabar una novela el en ese entonces adicto y alcohólico Stephen King, desmoralizado por lo precario de su situación (niños enfermos, un sueldo miserable), tiró a la basura el manuscrito de su novela. Su esposa, Tabitha, la recogió e hizo lo posible para mandarla a un editor. La novela se llama Carrie y trataba sobre la venganza sobrenatural de una chica que luego de ser molestada cruelmente por sus compañeras de instituto decide acabar todo ser viviente  que hay en el pueblo.

 

Uno de los rasgos distintivos de King, más allá de lo truculento de sus historias, es la disección de la clase media norteamericana con todas sus taras y obsesiones. En Carrie se hace patente la perniciosa influencia de la religión y el daño que le ha hecho a un cierto grupo de personas conocidos despectivamente como white trash; en Los Tommyknockers se hablaría de la obsesión por la televisión; en It volvería con el acoso escolar; en Christine la fascinación por el automóvil; en El Resplandor el alcoholismo; en La Niebla los supermercados.

 

Con esa primera novela el llamado reinado del terror de King iniciaría para acabar extendiéndose por más de dos décadas en los que sus libros y las adaptaciones a sus historias llenarían las carteleras y mesas de novedades hasta el grado de volverse un ícono y una marca. King ya no es la figura central de hace años, pero sigue escribiendo y conserva un grupo de fans que incluso saben más de su mundo que él mismo.

La primera adaptación de Carrie se dio al poco tiempo de que la novela viera la luz. El encargado fue Brian De Palma y no se escatimó en recursos para tener una adaptación que rindiera frutos en taquilla y en crítica. El cine de terror salto de la programación de relleno a las grandes marquesinas. La actuación de las dos protagonistas Sissy Spacek y Piper Laurie, Carrie y su madre, respectivamente, fueron candidatas al Oscar y Brain De Palma se hizo de una reputación que luego él mismo se dio el gusto de tirar por a la basura.

 

Quitando los excesos que se podía permitir King en papel pero que visualmente nos parecerían caricaturescos, la cinta narra sin dilaciones la llegada tardía a la adolescencia de una chica que lo único que quiere es ser como sus demás compañeras del colegio. Sin embargo, el acoso escolar, la crueldad en una sociedad que exige ser el más popular a costa de lo que sea producirá una matanza que a estas alturas ya es de todos conocida.

 

De Palma hace uno de los grandes clásicos del cine, no solo de género, sino que brinda una clase de cómo filmar y como llevar con maestría una historia que en manos de otro no causaría el mismo efecto.

Voraz como lo es la industria, Carrie pronto estuvo en la mira de los productores que deseaban sacar más dinero de la enloquecida señorita White, pero sería hasta muchos años después, en 1999, que vería una secuela remake que muchos deseamos no querer ver. Sacándose de la manga una hermana perdida y una trama similar, pero con toques de Scream.

 

Sabiendo de antemano que una remake o secuela de Carrie con ganas de sólo sacar dinero podría volverse de un fracaso, para este nuevo proyecto contrataron a Kimberly Peirce, una directora que había dado muestras de hacer cintas interesantes. Su primer trabajo, Boys Don’t Cry, recibió buenas críticas e hizo un retrato crudo de una chica lesbiana que debía enfrentarse a su preferencia sexual. 

 

La nueva Carrie, más que un remake es volver a filmar la novela de King pero desde el punto de vista una mujer. Así, la sangre proveniente del parto de la escena inicial, intenta igualar a la sangre menstrual de la escena de la cinta original. La cinta discurre con un tono más oscuro, más cruel, más opresivo sin embargo la elección de la bella Chloë Grace Moretz (especializada ya en el cine de género, ella aparece en Kick-Ass y en Déjame entrar) nunca nos hace creer que ella es una chica fea que intenta ser parte del grupo, como si pasaba con Sissy Spacek y sus caracterización de white trash. En contrapunto, la elección de Julianne Moore nos brinda una actuación que ofrece la profundidad dramática necesaria que se cae cuando esta nueva Carrie comienza a utilizar sus poderes como si se tratara de una cinta de superhéroes.  

 

Pese a no estar a la altura de la cinta original, se agradece que Kimberly Peirce haya querido  hacer una cinta de autor más que maquilar una de terror más.