El estrés tiene un impacto significativo en las enfermedades autoinmunes, influenciando tanto su desarrollo como su exacerbación. La literatura médica sugiere varias vías a través de las cuales el estrés puede afectar estas condiciones.
Primero, el estrés psicológico y social puede inducir respuestas autoinmunes, como se ha observado en modelos animales y en estudios clínicos. Por ejemplo, el estrés social crónico en ratones ha mostrado aumentar las concentraciones de anticuerpos en suero y expandir poblaciones específicas de células T y B, lo que sugiere una conexión entre el estrés y la reactividad autoinmune contra el cerebro.[1] En humanos, se ha observado una asociación entre niveles elevados de anticuerpos reactivos al cerebro y síntomas de anhedonia en pacientes con trastornos depresivos mayores.[1]
Man sitting in living room at home. Sad man tired from work.
Además, los trastornos relacionados con el estrés, como el trastorno de estrés postraumático (TEPT), se han asociado con un mayor riesgo de desarrollar enfermedades autoinmunes. Un estudio de cohorte retrospectivo en Suecia encontró que los pacientes con trastornos relacionados con el estrés tenían un riesgo significativamente mayor de desarrollar enfermedades autoinmunes en comparación con individuos no expuestos y con sus hermanos.[2] Este estudio también sugirió que el uso persistente de inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (un tipo común de antidepresivos) podría atenuar el riesgo relativo de enfermedades autoinmunes en estos pacientes.[2]
El estrés también puede contribuir a la disfunción de la barrera intestinal, lo que podría jugar un papel en el inicio y curso de las enfermedades autoinmunes. Se ha propuesto que el estrés social puede alterar la permeabilidad intestinal, lo que podría facilitar la entrada de antígenos y desencadenar respuestas autoinmunes.[3]
Sick couple wearing surgical mask
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Por último, el estrés crónico se ha asociado con la exacerbación de la inflamación en enfermedades autoinmunes como la artritis reumatoide y la psoriasis. Modelos experimentales han demostrado que el estrés prolongado puede amplificar las respuestas inflamatorias y alterar la eficacia de tratamientos como el metotrexato.[4-5]
En resumen, el estrés influye en las enfermedades autoinmunes a través de mecanismos que incluyen la inducción de respuestas autoinmunes, la alteración de la barrera intestinal y la exacerbación de la inflamación. Estos hallazgos subrayan la importancia de considerar el manejo del estrés como parte integral del tratamiento de las enfermedades autoinmunes.
Bibliografía: