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Dos Aves: El taproom que conquista el paladar cervecero en la Roma

Escrito por:Kenia López

Hay lugares que se construyen con ladrillos, y hay otros que se construyen con historia, pasión y espuma. El nuevo Taproom de Dos Aves, en el número 195 de la calle Zacatecas, en plena Roma Norte, es un poco de ambos: una cervecería artesanal con identidad clara, sabores que cuentan historias y un espacio pensado para quien disfruta de las cosas bien hechas, sin pretensiones.

Aunque suene nuevo para la capital, Dos Aves no es ningún novato en el mundo de la cerveza. Fundada en 2012 en San Miguel de Allende —sí, mucho antes de que las IPAs fueran tendencia—, esta cervecería ha ganado más de 69 premios nacionales e internacionales, y ha sido reconocida en competencias como el Ensenada Beer Fest. Pero más allá de los galardones, lo que distingue a Dos Aves es su filosofía: ver la vida con alegría, curiosidad y una cerveza bien servida.

Del hobby a la barra

El origen de esta cervecería tiene algo de película independiente: un empresario mexicano, apasionado por las bebidas artesanales, se encuentra con dos jubilados gringos que hacían cerveza en su cochera por puro gusto. El resultado fue una asociación improbable, pero efectiva. De ahí nació una de las cervezas más frescas, honestas y consistentes del país.

“Yo no quería hacer volumen por hacer volumen. Quería calidad. Quería aprender. Y cuando probé su Stout y su IPA Imperial, supe que ahí había oro”, recuerda Óscar Arriola, hoy al frente de Dos Aves y del recién inaugurado Taproom.

Una barra que abraza la diversidad de estilos 

En Dos Aves no hay etiquetas más allá de las que están en las botellas. Aquí caben el fanático de la IPA, el que prefiere una Lager bien fría, y el curioso que viene por su primer flight.

La carta ofrece 12 estilos que van desde una Pilsner Mexicana suave y refrescante hasta una Imperial Stout robusta con notas de café y cacao.

Cada una lleva el nombre de un ave y una personalidad propia: Carraca, Picozapato, Turaca, Lechuza, Garra Daga, Arpía… y la lista sigue.

 

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No es casualidad. En Dos Aves cada cerveza es una historia líquida. El diseño, el nombre y el perfil sensorial forman parte de una narrativa que busca conectar más allá del paladar. “Queremos que la gente explore, que no se quede en lo que ya conoce”, dice Arriola.

Maridaje pensado desde la cerveza

Y aunque muchos lugares dicen ser “taprooms”, pocos entienden que en este tipo de espacios la comida es acompañamiento, no protagonista.

En Dos Aves lo tienen claro: cada platillo está pensado para realzar los matices de la cerveza.

Las flautas borrachas, por ejemplo, son perfectas con la Vienna Lager. El brownie de chocolate con la Stout es un acierto garantizado. Y el menú completo cambia según el lote, el clima o simplemente el antojo del chef.

Diseño, música y comunidad

Visualmente, el espacio es un manifiesto. Murales psicodélicos, figuras híbridas de aves y humanos, colores vibrantes, sin miedo a romper con lo “correcto”. Es un lugar que se siente vivo, sin la rigidez de un gastrobar ni la frialdad de un bar de moda.

A eso se suma una programación cultural vibrante: DJs de vinil como Fauna Records, colaboraciones con cocinerías itinerantes, y próximamente, tap takeovers con otras cervecerías del país.

Aquí no hay competencia, hay convivencia. “La verdadera competencia está entre gigantes como Corona y Heineken. Nosotros, los artesanales, compartimos comunidad”, afirma Arriola.

La cerveza como puente

En una ciudad donde lo “artesanal” a veces se diluye en lo comercial, Dos Aves ofrece un punto medio difícil de encontrar: calidad sin pretensión, variedad sin confusión, diseño sin pose. Es un lugar que no te exige saber de cerveza para disfrutarla, pero que te invita a querer aprender.

Si hay una filosofía detrás del proyecto, es esta: “ver el vaso medio lleno”, literal y metafóricamente. Y sí, también bien servido, bien frío y recién salido del tanque.

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