Andrea Badillo es una artista plástica mexicana. Con motivo del cierre de su exposición individual “Aún duele” en Palomar de la Casa de Cultura “Frissac”, sostuvimos una conversación con ella.
Ver esta publicación en Instagram
Una publicación compartida de André Badillo Sariñana (@badillo.sarinana)
¿Cómo te convertiste en artista?
Híjole, La historia está un poco catastrófica; o muy, como toda mi obra (risas). Originalmente, yo quería ser bailarina, pero me lastimé la espalda. Ahí valió queso. La mía no fue la típica historia de que me la pasaba dibujando y que mis papás pegaban mis dibujos en el refrigerador. Absolutamente nada de eso.
Más bien, descubrí el baile cuando estaba en la preparatoria y empecé a ver cómo meterme a la Universidad en Monterrey para estudiar danza contemporánea. Pero, de repente, sufrí un accidente bailando.
“AÚN DUELE…” es la nueva exposición de Andrea Badillo Sariñana
¿Cómo fue ese accidente?
Casi me la rompo. Me dice el doctor que de de milagro estoy caminando. Fueron tres meses de recuperación, de estar en cama, luego con faja, collarín y no sé qué tanto.
Pero muy a lo Frida Kahlo, alguien me regaló un lienzo y empecé a pintar. Lo hacía muy mal, pero emocionalmente me causaba lo mismo que el baile. Me daba esa misma calma, así que dije: ‘soy capaz’. Estaba en un momento muy rico de mi vida, si decía que quería ser médico, podía estudiarlo.
Obra de Andrea Badillo.
¿Y estudiaste formalmente?
Estudié en la Universidad Autónoma de Coahuila, en Saltillo, en una escuela preciosa en el Centro Histórico. Abríamos las ventanas y dibujábamos la Catedral. Mis papás pensaban que iba a estudiar Diseño Gráfico, así que me pusieron a estudiar inglés desde pequeña. Pero cuando entré a hacer mi registro para Diseño, vi que existía la Licenciatura en Artes Plásticas. Además, el perfil de ingreso era el mismo en Diseño que en Artes, pero el de artista conllevaba mucha más libertad.
Así que me metí en problemas horribles con mi familia por estudiar esa carrera, pero lo hice, estudié la licenciatura en Artes Plásticas.
¿Cuáles son las técnicas con las que te sientes más cómoda trabajando?
La pintura, totalmente. Pero también hago un poco de video, aunque desde un lado más performativo. Siempre me pinto a mí, siempre soy yo. Incluso si son objetos, siempre soy yo. Y me gusta documentar los procesos fotográficos de las obras.
Originalmente estudiaría Diseño.
¿Y por qué té te pintas?
Siento que mi obra gira en torno a mi vida y mi cuerpo, la salida siempre es pictórica. Me pinto porque necesito entenderme. Necesito ver mi mi proceso y mi cambio.
¿Qué te gusta escuchar mientras trabajas?
A veces intento escuchar podcasts. Sobre todo de Historia del Arte, cuando estoy aprendiendo de algo o que me está llamando la atención algún artista. Antes de ir a ver una exposición, me gusta conocer sobre el artista, pero regularmente tengo música. Mi playlist es de chile, mole y pozole. Empieza con Juan Gabriel y luego viene Miguel Bosé, Guns N’ Roses y Metallica.
Pero pues soy norteña y últimamente me he sentido como que quiero regresar al norte y mi manera de hacerlo es con música norteña.
Parte de tu obra tiene mucho que ver con el erotismo y la sensualidad.
Creo que cada vez juega menos, pero así fue como comencé. Mi tesis de licenciatura fueron de 12 a 15 obras pictóricas, no recuerdo bien, que me ayudaban a entender mi propia sexualidad e investigar por qué hay tanto tabú con la sexualidad femenina. Por muchos años, seis, siete años, era exclusivamente erótico lo que pintaba.
El dolor se convierte en parte de ella.
¿Qué representa Playboy en tu historia?
Bueno, la primera vez que que me entrevistaste para Playboy fue en 2017. Yo estaba saliendo de la universidad y me pareció muy importante que una revista sin censura me estuviera entrevistando. Quería que todo mundo se diera cuenta de que yo estaba hablando de sexualidad, que tenía dentro de mí muchas preguntas sin respuesta.
Playboy dio mucha apertura en mi casa para poder hablar de estos temas. Después vino, en 2020, la Edición de Arte, en la que una de mis pinturas fue portada. Fue maravilloso ver como de algo que me dijeron que no me daría para vivir ya estaba rindiendo frutos.
Inaugura Playboy su exposición de arte 2024
¿Qué hubo detrás de esa obra?
Son dos mujeres, que están abrazándose y no se sabe qué más (risas). No sabes si están besando o si se están contando un secreto, porque están ‘censuradas’, por así decirlo, con flores en 3D. La psicología dice que las flores representan amor y erotismo. Entonces, lo que hice fue censurar esa acción, que en realidad es un beso, con bonito y aceptado como la naturaleza misma, unas flores.
¿Y a propósito, alguna de tus obras has sido censurada?
No a grandes niveles, al grado de que quiten uno de mis cuadros de un museo, pero sí me los han bajado en Facebook, por su algoritmo. Pero a veces apelaba las decisiones y me volvían a publicar.
Esta es la portada de Andrea Sariñana para el Especial de Arte 2020 de Playboy México
Andrea Badillo, 2024.
¿Y la gente, como reacciona a tu trabajo en las exposiciones?
Cuando voy a mis exposiciones me gusta como tener perfil bajo. Cuando es una exposición individual, la gente sabe que soy la artista, pero cuando son exhibiciones colectivas me gusta como ir caminando sola y escuchar lo que dicen las personas. Recuerdo mucho una pieza muy similar a la portada de Playboy.
Estaba en una galería en La Condesa en la Ciudad de México. Habia dos señoras ultramonas, guapísimas, que se veía que tenían muchísimos tabúes con la sexualidad femenina. Total que se acercan a ver mi obra y empiezan a decir: ‘wow, las flores, qué bonito’.
Se hicieron para atrás, porque era una obra enorme y se dicen: ‘¿Ya viste que son dos mujeres besándose?’. Y eso es lo que quiero hacer, sorprender y fomentar el diálogo.