“Vórtices”: Una puesta en escena que invita a la reflexión

A veces, las noticias parecen un eco infinito de la misma tragedia: bombas cayendo sobre Gaza, niños corriendo entre escombros, voces que se apagan mientras el mundo sigue su curso.
Uno se acostumbra, o cree que se acostumbra, hasta que algo, una imagen, una frase, una obra, te recuerda que no deberías poder mirar todo eso como una cotidianidad.
“Vórtices: A partir de Gaza ¿Cómo habitar la Tierra?”, hace justo eso. No pretende ser un documental ni una denuncia directa, pero te mueve el piso. Es una puesta en escena que entrelaza tres voces femeninas (María E. Sandoval, Nina Heredia, María Alatorre), tres cuerpos, tres memorias, para preguntar algo que suena simple pero no lo es: ¿cómo habitar la Tierra sin conquistarla?
El montaje, dirigido por Ana Harcha Cortés, sucede en ese territorio entre lo real y lo simbólico, donde las palabras se mezclan con sonidos y silencios que pesan.
No hay respuestas, pero sí una lucidez que incomoda. Porque Vórtices no solo habla de Palestina, sino del modo en que nos hemos acostumbrado a vivir sobre las ruinas del otro.
La obra nos confronta con esas violencias que damos por hechas: el racismo cotidiano, la indiferencia ante las injusticias que no nos tocan directamente.
Y lo hace sin sermonear, con un lenguaje poético, interdisciplinario y hasta con humor negro. Ese humor que te permite respirar un poco mientras miras lo insoportable.
Hoy, mientras la guerra en Gaza se vuelve una cifra más en el timeline, Vórtices llega como una invitación a detenernos, a pensar y sentir en colectivo.
A recordar que el cuerpo también es territorio: uno que puede resistir, cuidar y crear.
Ir a verla no es solo ir al teatro. Es un gesto pequeño, pero profundamente político: elegir mirar, escuchar, abrir espacio a la memoria y a la empatía.
En tiempos donde todo empuja a la desconexión, eso ya es una forma de habitar el mundo de otro modo.
Funciones todos los jueves de octubre, en la Sala Julián Carrillo de Radio UNAM. Entrada libre, cooperación voluntaria consciente.
Vale la pena ir a Vórtices, dejarse sacudir y salir con más preguntas que respuestas. Porque de eso se trata: de volver a mirar la Tierra, y a nosotros mismos, con otros ojos.
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