Hace unos días el Palacio de los Deportes vivió una de esas noches que quedan grabadas en la memoria de los melómanos. Dos gigantes del indie rock se reunieron en un escenario de la Ciudad de México para ofrecer un espectáculo que pasará a la historia: primero, The War on Drugs y luego, los originarios de Brooklyn, The National, quienes regresaron a la capital mexicana tras cinco largos años de ausencia. Era una noche que prometía emociones intensas, nostalgia pura y, por supuesto, las mejores guitarras.

Fotos Cortesía OCESA: Santiago Covarrubias
The War on Drugs: El preludio perfecto
La velada comenzó con The War on Drugs, que calentó motores con su característico sonido expansivo, lleno de matices y paisajes sonoros envolventes. La banda de Filadelfia ofreció un set que preparó a la audiencia para la catarsis emocional que vendría más tarde. Con una mezcla de sus éxitos más reconocidos y algunas sorpresas, The War on Drugs dejó al público en un estado de euforia contenida, listo para la banda principal.
Una conexión emocional con The National desde el primer acorde
Luego de la apertura de The War on Drugs, la atmósfera cambió drásticamente cuando Matt Berninger y compañía subieron al escenario. The National, en su Zen Diagram Tour, se plantó ante una audiencia que ya ansiaba escuchar esas canciones que, con el tiempo, se han convertido en himnos personales para muchos. Sin efectos visuales ni proyecciones espectaculares, la banda decidió que su música fuera la verdadera protagonista. Y vaya que lo lograron.

Santiago Covarrubias-OCESA
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Con una escenografía mínima, los miembros de la banda aparecieron vestidos de oscuro, con sus instrumentos en mano. Desde el primer acorde de “Don’t Swallow the Cap”, el público se conectó de inmediato con esa melancolía característica que ha hecho a The National una banda de culto. Luego siguieron “Tropic Morning News” y “Bloodbuzz Ohio”, y fue aquí cuando el Palacio de los Deportes vibró con cada nota, cada acorde resonando en el corazón de los presentes.
“The System Only Dreams in Total Darkness”: Un momento de locura
Uno de los momentos más memorables de la noche llegó con “The System Only Dreams in Total Darkness”. Esta canción, que ya es un clásico moderno de The National, llevó la energía del concierto a un nuevo nivel. Desde sus primeras notas, el público entró en un estado de excitación total, anticipando lo que estaba por suceder.
El ritmo frenético de la canción, con esas guitarras entrecortadas y el característico barítono de Berninger, generó una ola de emoción en el público que simplemente no se pudo contener. Justo cuando la intensidad estaba en su punto máximo, un fanático en las primeras filas alzó un cartel pidiéndole a Matt que le gritara en la cara. Sin pensarlo dos veces, el carismático frontman de The National hizo algo que sorprendió a todos: bajó del escenario y, con micrófono en mano, se dirigió hacia el público. En un giro inesperado, Berninger no solo cumplió la petición del fan, sino que cantó gran parte de la canción entre la multitud, causando un verdadero caos a su alrededor.

Este gesto de cercanía no solo elevó la energía de la audiencia, sino que creó un momento único e irrepetible. “The System Only Dreams in Total Darkness” se convirtió en el punto de quiebre donde la banda y el público se fusionaron en una sola entidad, en una verdadera explosión de emociones. Las guitarras seguían resonando en el aire mientras Berninger volvía al escenario, con una sonrisa satisfecha, sabiendo que había dejado su huella en ese preciso instante.
La calma y la emotividad de “I Need My Girl”
Tras la intensidad de “The System Only Dreams in Total Darkness“, llegó un respiro. La banda bajó las revoluciones con “I Need My Girl”, una balada cargada de nostalgia que permitió al público relajarse, al menos por un momento. Las luces de los celulares iluminaron el recinto, creando una atmósfera íntima y conmovedora. Fue un respiro necesario en medio de un concierto que hasta ese momento había sido pura adrenalina.
El momento emocional siguió con “The Geese of Beverly Road”, otro de los grandes momentos de la noche. Pero la verdadera sorpresa llegó cuando The National invitó a Adam Granduciel, líder de The War on Drugs, a compartir el escenario. Juntos interpretaron una versión increíble de “Bring On the Dancing Horses” de Echo & The Bunnymen, fusionando sus voces y estilos en una colaboración que dejó al público extasiado.
Un setlist para la historia
La selección de canciones fue simplemente impecable. The National logró equilibrar perfectamente lo nuevo y lo viejo. Interpretaron temas de su más reciente álbum First Two Pages of Frankenstein, como “Tropic Morning News”, pero también desempolvaron joyas como “Light Years” y “England”, además de algunas rarezas que no suelen tocar en sus presentaciones.
El final del concierto fue, sin duda, un verdadero sube y baja emocional. “Graceless” y “Fake Empire” cerraron la primera parte del espectáculo, con Matt Berninger bajando una vez más del escenario para cantar entre el público, consolidando su reputación como uno de los frontmen más cercanos y auténticos del rock actual.
El épico cierre de la noche
Cuando parecía que todo había terminado, The National volvió para dar una última sorpresa. La banda regresó al escenario junto a sus compañeros de The War on Drugs, incluidos Adam Granduciel y su equipo. Juntos interpretaron “Vanderlyle Crybaby Geeks”, una de las canciones más queridas de The National, con una versión acústica que dejó a todo el Palacio de los Deportes en silencio absoluto.
La imagen de los miembros de ambas bandas, acompañados de guitarras acústicas y cantando en comunión con el público, fue el cierre perfecto para una noche que no dejó a nadie indiferente. Los fanáticos, agotados emocionalmente, sabían que habían presenciado algo especial, algo que no se repetirá fácilmente.

Una noche que quedará en la memoria de los melancólicos
El concierto de The National en la CDMX fue mucho más que un simple recital. Fue una experiencia cargada de emociones, una comunión entre banda y público, y una celebración de la melancolía y el poder de la música en vivo. Desde los momentos de euforia con “The System Only Dreams in Total Darkness” hasta los instantes más íntimos con “I Need My Girl”, la banda ofreció un espectáculo que estará en la memoria de todos los asistentes durante mucho tiempo.
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Para los melancólicos de hueso colorado, aquellos que encuentran consuelo en las canciones tristes, esta noche fue un triunfo absoluto. The National demostró una vez más por qué son una de las bandas más queridas del rock alternativo, ofreciendo una velada que será difícil de superar.