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The Killers o el dilema entre ser humano y ser bailarín

Por: Jafet Gallardo 06 Abr 2018
Brandon Flowers le pregunta a 65,000 personas: “¿Somos humanos o bailarines?”. Pero la respuesta es evidente. Se expresa no con […]
The Killers o el dilema entre ser humano y ser bailarín

Brandon Flowers le pregunta a 65,000 personas: “¿Somos humanos o bailarines?”. Pero la respuesta es evidente. Se expresa no con palabras, sino con los brincos que cimbran las gradas del Foro Sol. Con el griterío que en ocasiones opaca la voz del cantante.

¿Qué mejor manera de secarse porque llovió, de sacudirse de encima el frío, que bailando como sólo los humanos lo hacen?

“Human” es uno de los momentos más explosivos de un concierto de menos de dos horas; que, sin embargo, no economiza energía. Ni en el volumen de la instrumentación, ni en el despliegue de luces que obliga a pensar que un Enterprise bajó del cielo para estacionarse en plena delegación Magdalena Mixhuca.

Tampoco en la forma brutal que tiene el baterista Roonie Vannucci Jr de castigar su instrumento.

Cualquiera diría que le profesa un rencor irracional y no quiere dejar un solo tambor o un atril en pie. Así pasa cuando toca Somebody told me. Tal vez se trate de unas de las expresiones más vívidas de la nostalgia millennial (“de vuelta a la secundaria”, se escucha que alguien dice por ahí) o quizá todos hayan conocido a una chica “que tiene un novio que se parecía a una novia que tuve en febrero del año pasado”.

Detrás de Marte

El brillo más deslumbrante es el del vocalista. No se le mueve un cabello o se le descompone una facción mientras corre de lado a lado. Mucho menos le cuesta administrar el aire para cantar con la potencia debida, sin dejar de representar su papel de animador profesional.

Flowers podría describir la experiencia de este concierto con el primer verso de I can’t stay: “La emoción fue eléctrica y las estrellas se habían alineado”.

Se sabe carismático y venerado. Por eso pregunta a la audiencia, sin modestia que estorbe: “¿Nos extrañaron?”. Y sus adoradores le contestan con más alaridos. Porque Brandon es un vampiro que se alimenta de ruido. Quizá ese sea el secreto de su inquebrantable juventud. De su porte de estatua renacentista que derrite a las mujeres y algunos hombres.

Cuando le arrojan la bandera de México y la coloca en su soporte de teclado, colocado adecuadamente detrás de una representación fluorescente del dios Marte, el emblema de la masculinidad que utilizaban los alquimistas, a uno le viene a la mente Neil Armstrong clavando la bandera de Estados Unidos sobre la superficie de la luna. Después de cinco visitas a nuestro país, se puede decir que México es territorio asesino y The Killers ya es una banda conquistada por nuestro país.

Así queda patente también cuando suben a José Luis, un fan que se apretujaba hasta adelante, a tocar la batería en For reasons unknown. Así lo ha venido haciendo el grupo a lo largo de esta gira denominada Wonderful, wonderful. Y como el título de la canción, por razones desconocidas el ensamble es inmediato. Sin necesidad –aparente– de haber ensayado, el mexicano se entiende maravillosamente bien con los de Las Vegas. Incluso al final, cuando ajustan el estribillo para que el Foro Sol lo repita como mantra.

Pero ¿qué más da si alguna vez se conocieron antes de hoy y hasta montaron el numerito? Si así es, un mago nunca revela sus secretos.

 

Vinilos para la banda

The Killers viene a presentar un disco nuevo a una generación que, se dice, no consume discos. Pero la paradoja sólo potencializa la emoción. Hay quien trae en su mochila la colección completa en vinilo, porque antes de venir al Foro Sol hizo guardia afuera del hotel donde se hospeda la banda, con la esperanza de llevarse una firma.

Sin embargo, lo que recibió fue la oportunidad de escuchar canciones de manufactura más reciente, como The man o Run for cover.

Hasta que llega el encore. Entonces Brandon aparece otra vez al frente de sus compañeros. Esta vez dentro de un formidable traje de color dorado de dos piezas, que hace juego con las luces. Una referencia, quizá involuntaria, al rey Midas que todo lo que canta lo convierte en hit.

Por eso, además de The calling y Just another girl, The Killers hace honor a su nombre y asesta el tiro de gracia con sus más potentes armas, When you were young y Mr. Brightside.

Dicen que lo que pasa en Las Vegas, se queda en Las Vegas. ¿Pero qué sucede cuando lo que se formó en Las Vegas se va a dar la vuelta al mundo? Se vuelve parte del soundtrack de un país. Así confirman 65,000 humanos que esta noche no dejaron de ser bailarines.

 

 

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Fotos: Cortesía OCESA

 

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Por Arturo Flores @ArturoElEditor

 

 

 

 

 

Foto perfil de Jafet Gallardo
Jafet Gallardo DIGITAL EDITOR Me gusta capturar historias en video y escribir mis aventuras de viaje. El conejito se volvió mi mejor amigo.
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