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Teatro Metropólitan: entre Amigos Invisibles te veas

Por: Jafet Gallardo 28 Nov 2014
Los Amigos Invisibles tomaron por asalto la capital. Y aunque fue un concierto acústico, nadie se quedó con las ganas […]
Teatro Metropólitan: entre Amigos Invisibles te veas

Los Amigos Invisibles tomaron por asalto la capital. Y aunque fue un concierto acústico, nadie se quedó con las ganas de bailar.

Por Omar Galicia (@ogalam)

Fotografías de José Jorge Carreón/ Cortesía de OCESA

Son las veinte horas con cuarenta minutos y la gente que camina al Teatro Metropólitan casi no deja pasar automóviles por la calle Independencia. “Te sobran o te faltan” preguntan con cierta timidez los revendedores quienes, al parecer, no van a tener una buena noche.

Las personas cruzan la calle como si huyeran del estrés rutinario para arribar al umbral del baile y la diversión.

El foro está casi lleno. A pesar del frío en el exterior del lugar, la mayoría de las chavas andan con atuendos breves, tanto para bailar cómodas y, por qué no, presumir el cuerpo al son que toquen Los Amigos Invisibles. La banda venezolana ha decidido realizar un concierto acústico para darle un refresh a sus multi conocidos éxitos. Es la primera vez que lo harán en México.

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Todos estamos listos dentro del teatro. La energía acumulada explota cuando aparece Julio Briceño y saluda al público. Detrás de él, luces de colores centellean y aparecen los demás Amigos. “Dulce” comienza a sonar y aunque todos cantan y los gritos son frenéticos, los asientos siguen siendo utilizados. Atrás de mí, una chica le grita a su novio “cómo son hipócritas, ¿por qué nadie se para?”, el galán le pide paciencia. Pero no tarda en quebrarse esa débil apatía. Briceño comienza a cantar,…hoy creo que te noto más sexy… la gente toma la canción y de inmediato abandona definitivamente las butacas.

El cuarteto venezolano ha llegado con varios percusionistas que aporrean diferentes tipos de tambores para darle ese cambio sabrosón a las rolas funkeras de los Amigos Invisibles: ahora son sambas o bossas o una mezcla de varios ritmos. También traen un cuarteto de cuerdas que toca detrás de un acrílico aunque no se alcanza a distinguir del todo.

Gil al ruedo

De repente, Chulius le da la bienvenida a un invitado especial: Gil Cerezo de la banda regia Kiny, quien le ayudaría a interpretar “Corazón Tatoo”. La canción pasa sin pena ni gloria, es más, hombres y mujeres aprovechan ese déficit de energía: unos corren al baño, otros salen al lobby por un refill de cerveza. Pero al terminar la canción, Cerezo es despedido con suficientes aplausos.

Los ausentes momentáneos logran regresar justo cuando los primeros acordes de “Viviré para ti” empiezan a arengar al público a quién Julio Briseño pide ayuda para cantar la parte de la ausente Natalia Lafourcade con quien los Amigos Invisibles grabaron esa canción para su disco “Comercial”.

Ahora “Cuchi-Cuchi” aparece en las bocinas. Todos cantamos y bailamos en una orgía de movimientos caprichosos y hasta extraños: cada quien se contonea como Dios le dio a entender. Pero nadie es juzgado; todos estamos en el mismo tren de sonidos.

La tormenta de éxitos parece tomar un pequeño descanso cuando el vocalista nos informa de una canción desconocida, “igual es buena”, dice. Sin embargo es una falsedad tan grande como el teatro. De hecho es una gran entrada para “Mentiras” que ayudó al delirio en el que todos los convidados estábamos compartiendo.

Sonaron al mismo nivel “Si estuvieras aquí” y “La que me gusta”. Nadie estaba cansado, nadie. Inclusive un tipo alto de gorra, aprovecha “Óyeme Nena”, una salsa, para invitar a bailar a la chica de al lado, a quien se le notaba esa imperiosa necesidad de descargar la danza. “Lo que hace falta aquí, es espacio; vamos a llevarlos a la calle” propone un fotógrafo que ya no sabía dónde poner su cámara para poder moverse.

Con “Esto es lo que hay” y “El disco anal” ya a nadie le importaba si el concierto era acústico. Una bola disco adornaba el escenario; un láser atravesaba todo el espacio. Estábamos experimentando un aquelarre de música latina.

En la playa, el baile es más sabroso

Los sudamericanos no se cansan y siguen ofreciendo regalos a los asistentes. En “Playa Azul”, unas bailarinas vestidas al estilo carnaval brasileño entran al escenario para dejar en la baba a muchos. Los Amigos Invisibles llegaron más que preparados al territorio mexicano.

Se aproxima el final del concierto. Los Amigos Invisibles se olvidan de plano del carácter acústico de su presentación, sacan sus instrumentos habituales y le dan otra repasada a su prontuario de éxitos. Aplican el encore y regresan para darle un final frenético al concierto con “Ultrafunk”, “Plastic Woman”, “Sex appeal”, una detrás de otra, como bolitas de rosario. Y le dieron mate a la noche con el merengue “El baile del sobón”.

Todos salen satisfechos como después de una buena sesión de sexo: sudados, agitados, felices, con sueño y hambre. El estrés de la semana ha sido acribillado con ráfagas de baile proporcionadas por unas amistades que se dicen incorpóreas, pero que sí se sienten. Su vibra positiva, pues.

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Jafet Gallardo DIGITAL EDITOR Me gusta capturar historias en video y escribir mis aventuras de viaje. El conejito se volvió mi mejor amigo.
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