El arte de la sexualidad desde tiempos inmemorables

Por Luciana Cacciaguerra Reni

@CacciaguerraLuciana

 Se dice que el ser humano y (el delfín) se ha diferenciado de los animales por el uso de la razón y por la expresión sexual. Claro, para una cuestión de reproducción está en la naturaleza de todos, pero el usar la sexualidad para obtener placer y perpetuarlo además de usarlo como una terapia para liberar el estrés y las tensiones, es otra cosa.

El discurso cambia cuando hablamos de determinados tiempos geográficos e históricos. Como en la Antigua Grecia o en la Roma Imperial donde, ya de por sí, el desnudo y el cuerpo humano eran considerados objetos de estudio, no solo anatómico, sino puramente estético porque el ideal de la belleza perfecta era perseguido especialmente por la cultura griega. Las relaciones entre hombres homosexuales o bisexuales, de edad avanzada con una pareja adolescente en su mayoría, era lo más normal. A diferencia de como moralmente o religiosamente se conciben hoy día, este hecho era socialmente aceptado.

En cambio, en latitudes occidentales y tiempos históricos dominados por la religión cristiana católica el arte del desnudo estaba abierto a un público exclusivo, que no siempre sabía leer ni entender lo que tenía enfrente porque la Iglesia no permitía ninguna manifestación de esa naturaleza al imponer la creencia que el sexo solo existía para la reproducción, o sea, la más completa negación de la naturaleza humana.

En otras culturas el tema del erotismo, pornografía y sexo siempre fue un tabú de los que se podía hablar en pinturas, dibujos y esculturas por ser considerada una forma artística, pero estaba vetado públicamente, a menos que se justificara para objetivos religiosos como orgías de propiciación o pre-sacrificios a los dioses.

En la prehistoria, edad paleolítica, y estamos hablando del 20.000 a.C., se utilizaba mucho la desnudez para relacionarla directamente con la fertilidad. Así que la figura femenina era ampliamente dibujada dejando como testimonios las famosas; Venus de Willendorf, Lespugue, Menton y otras en versión masculina. El falo erecto también era el símbolo de fertilidad y se usaba como representación del mismo o como parte del cuerpo completo, de ello tenemos el Gigante de Cerne Abbas, por ejemplo. Y llegamos a la representación gráfica, la rupestre en la que eran comunes las escenas de danzas, ritos de apareamiento en los que se destacaban los pechos femeninos y los falos masculinos.

En Pompeya se ganaron el primer puesto de lo que hoy día se llama Street art de la historia, todas o casi todas las paredes de las saunas públicas y calles, estaban decoradas con dibujos que abiertamente mostraban posiciones y juegos sexuales claros y detallados, incluyendo frases eróticas y a veces de una vulgaridad muy cruda. Luego poco a poco se fueron ganando lugar cuando los artistas del Medievo y Renacimiento comenzaron a estudiar el cuerpo humano de forma científica. También pintaban explícitamente cuerpos desnudos y partes del mismo utilizando la mitología, la Historia y la misma Religión que permitía usar figuras sagradas poco vestidas.

En la Literatura tenemos una amplia gama de escritos eróticos muy atrevidos para sus épocas y que aún hoy día nos pueden hacer sonrojar en algunos pasajes. La primera fue escrita por Aristófanes con su obra Lisístrata y posteriormente los obscenos Poemas Satíricos de Sótades que incluso le acarrearon a la prisión por hablar de la unión sexual de Ptolomeo II con su hermana. En el siglo II a.C Luciano escribe Diálogos de las cortesanas el libro pornográfico por excelencia en el que por primera vez menciona el termino lesbianismo para definir la homosexualidad femenina.

En Roma paralelamente Petronio escribía El Satiricón y Ovidio El arte de amar.

En China durante el periodo Han 200 a.C. aparecieron una serie de libros sobre la práctica sexual a modo de conversación entre el emperador y sus profesores sexuales. En India, el famoso Kama-sutra, elaborado por el filósofo Vatsiaiana es un explícito y detallado manual sexual que comprende la sensualidad, erotismo y un sin fin de posiciones sexuales para el acto de la copula.

En 1300 humanistas, cuales Boccaccio, escribieron libros como El Decameron, serie de cuentos atrevidos y muy ilustrativos sobre el placer sexual, más adelante el famosos casanova fue un maestro de los cuentos eróticos de su vida. Mientras en otras culturas como las orientales, ya se escribían manuales enteros de instrucciones para ayudar a obtener el máximo placer en el acto sexual, además del Kamasutra, ya existía el menos conocido, pero tal vez hasta más completo, El Jardín Perfumado escrito por el Jeque árabe Nefzaoui de Túnez.

En este último a través de cuentos estilo Las mil y una noches, se aborda el arte de hacer el amor con descripciones que podrían hacer sonrojar al mismo Vatsiaiana. Está empapado de detalles gráficos y además toca otros aspectos como métodos para alargar el pene y todo lo que sea favorable para el sexo y el puro placer sexual.

La literatura erótica más salvaje apareció en el siglo XX cuando Leopold Von Sacher-Masoch, del que deriva el termino “masoquismo”, escribe La Venus de las Pieles, cuyo tema es ser azotado, atado y humillado por la pareja en un juego peligroso y atrevido de sometimiento.

La sexualidad con todas sus facetas es parte intrínseca de la naturaleza humana, no podríamos separarla jamás de nuestro ser. Siempre estuvo y siempre estará todo lo mencionado ¿les recuerda a algo más reciente que nació en los 50? ¡Pues sí! Prácticamente ¡Playboy siempre existió! Hugh Hefner hizo una sinopsis editorial de todo lo escrito y representado antiguamente en otro formato y con un concepto más refinado y acorde a los tiempos modernos.

Pero el tema siempre ha sido y será parte de las personas y siempre necesitarán manifestarlo desde las maneras más grotescas hasta las más refinadas, desde las más violentas hasta las más delicadas, desde las más frías hasta las más románticas, pero siempre será una pieza fundamental.

Los antiguos romanos, griegos y demás durante las diversas épocas históricas nunca se imaginaron que estaban echando las bases de lo que en tiempos contemporáneos seria la revista del placer.