Tu cabeza es una fábrica de sustancias y un banco de recuerdos que se activan en ciertas circunstancias. El dolor, la felicidad, la tristeza, el enojo y hasta la excitación son resultado de explosiones bioquímicas y psicológicas que se desencadenan en la mente, reacciones que también incluyen al placer.
Lo placentero se puede describir como una sensación que provoca alegría, emoción y, en algunos casos, relajación. A todos nos gusta sentir placer: comer chocolate, acariciar un perro, besar a nuestra pareja o ver un partido de futbol son actividades que nos regalan esas dosis de regocijo. Incluso hasta el entretenimiento, como las apuestas, se ligan con la complacencia personal.
El reconocido neurólogo y padre del psicoanálisis, Sigmund Freud, afirmaba que cuando somos niños nos entregamos a los juegos con una madurez como ninguna otra fase de nuestras vidas. Al crecer, buscamos (de manera desesperada) sustituir y darle salida a esas dinámicas infantiles con otros ejercicios lúdicos como el sexo o la masturbubación.
Pero también los juegos de azar son una forma socialmente válida de regresar unos cuantos años en el pasado y saldar esa deuda con nuestro pequeño interior. Ese es el motivo, en primera instancia, por el que son placenteros, porque nos recuerdan mejores tiempos mediante reglas y mecanismos que se asemejan a lo que nos resultaba satisfactorio en la infancia.
También es necesario entender el papel de la química cerebral: las distracciones en un casino estimulan el sistema de recompensas en la cabeza, el cual se vincula a los centros de motivación que liberan dopamina (la hormona del placer) en el cuerpo. Sin embargo, no es la única responsable de que te sientas así, también se le unen:
-La serotonina, que regula tu estado de ánimo y te pone eufórico.
-La feniletilamina, que da esa sensación de amor a primera vista.
-La grelina, reduce el estrés y hace que te sientas más cómodo.
Al espacio en donde rondan estos neurotransmisores se le denomina “circuito del placer” y se ubica en la corteza orbitofrontal del cerebro. De hecho, son los mismos elementos que se producen en experiencias intensamente gratificantes como consumir alimentos deliciosos y tener relaciones sexuales.
El Instituto de Formación Profesional About my Brain señala que las principales razones por las que se apuesta son: la excitación que provocan, aliviar el estrés y subir el ánimo.
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En pocas palabras, los juegos de azar sí son gratificantes. Descubre cómo un buen juego de poker, girar la ruleta, o tirar los dados te dan placer. Sólo tienes que aprender a disfrutar de las cosas nuevas y tocar ese botón en el cerebro que ya tenemos integrados desde que somos niños.
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