Raúl Aldana, el Capitán de las Estrellas, nunca tuvo sexo en el aire

De niño, cuenta el capitán Raúl Aldana, se la pasaba en una especie de mirador que había en el Aeropuerto Internacional de la ciudad de México; podía estar horas y horas viendo volar y aterrizar aviones. Y, sí, desde niño supo que quería ser piloto aviador.
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Y lo logró. Con tal éxito y dedicación, que hoy es dueño de su propio avión y en él ha volado, en giras, a Gloria Trevi, Alejandra Guzmán, Emmanuel y Mijares y al mismísimo Sol, Luis Miguel de quien cuenta no suele pedir caterings especiales, sólo agua, y que generalmente viaja con su nana, no habla con nadie y siempre lleva una bocinita en la que se la pasa escuchando a Michael Jackson.
“El capitán de las estrellas”, como se le conoce desde que sobrevoló “La casa de los famosos”, acompañado de su relacionista público Emilio Morales y la diseñadora y actriz Karla Zapién, para echarle porras a varios de los participantes de ese reality, también admite que volar a celebridades no siempre es un buen negocio y que la empresa que llevaba la gira de Luis Miguel le quedó a deber 180 mil dólares, que aún reclama por la vía legal.
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¿Es un mundo difícil de entrar?
Sí, y más como cuando yo empecé. Yo me titulé en el 2008. Era la época en que había muchas aerolíneas (Mexicana, Aviacsa, Aerolíneas Azteca y Aeroméxico). Todas las líneas troncales estaban activas. Eran demasiados pilotos y poco trabajo. Era muy difícil tener trabajo en ese entonces, y ahí fue donde replicaron en México el modelo Ryan Air: las primeras líneas de bajo costo… Pero sí bien hubo más trabajo, comenzaron con querer estandarizar los sueldos de los pilotos; porque había capitanes que tranquilamente ganaban entre 250 mil y 300 mil pesos mensuales; pero hablamos de profesionales que te volaban a Asia, a Londres; buenas rutas, pues.
Y con la responsabilidad de volar a 200 personas.
Yo siempre he dicho que un piloto es mejor que ser doctor, pero al doctor se le muere el paciente y no pasa nada; en un vuelo, o se salvan todos o nos vamos todos.
¿Cuándo comenzaste a volar celebridades del medio artístico?
Bueno, yo empecé a volar a los políticos. Y ya volamos muchas veces a Alejandra Guzmán, a Gloria Trevi… Son muy especiales todos; me decían “pues Pablo Montero quiere tal cosa; Gloria Trevi quiere papas”; yo me reía.
Acabo de ver a Roberto Palazuelos; lo ayudé a comprar su Hawker 800.
Oye, ser piloto es como ser un rockstar. ¿También te caen las mujeres de a montón?
Digamos que sí y no, porque las sobrecargos… Pues tenemos contacto mucho tiempo; compartimos hoteles, convivimos mucho. Pero nunca he salido con alguna; no debes mezclar la chamba con el placer.
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En una ocasión volé con Enrique Guzmán y me enseñó unas charreteras, que porque pertenecía al club de los 3 mil pies. Dijo que se las daban a los que tenían sexo en los baños de los aviones; ¿es cierto? ¿Existe ese club?
Es un mito. No, no existe. Ni creo que haya existido en la época que me hablas.
¿Está súper penado, no? Está súper castigado.
Mira, es un tema que si pasa. Obviamente hay capitanes que han tenido sexo en la cabina…
¿Has tenido situaciones de peligro?
Sí; se han apagado motores; se han roto los parabrisas… Pienso que he estado a punto de matarme dos veces: una, volando de Nassau, de Bahamas, volamos a Acapulco directo. Aterrizamos bien en Acapulco… Y de Acapulco a Toluca ya había mal tiempo. Se nos estrelló el parabrisas, y nos despresurizamos. El piloto se puso súper, súper nervioso. Ya nos estaban sonando las alarmas de pull up. Ya íbamos contra el cerro. Horrible. Yo creo que si nos íbamos a matar…
Hoy, el capitán Aldana sigue viajando a políticos, empresarios, cantantes, y sigue disfrutando de haber cumplido su sueño de niño: volar.