Queens Of The Stone Age: Homme, sweet Homme
Una crónica para quienes vieron a QOTS y también para quienes se quedaron con las ganas…
Por Arturo J. Flores (@arthuralangore)
Fotografías de Chino Lemus / Cortesía OCESA
Vaya ironía que un concierto de Queens of the Stone Age haya sido cancelado en Monterrey por culpa de una descarga eléctrica. Qué paradoja –repito– tomando en cuenta que por momentos los volúmenes alcanzados por el grupo capitaneado por Josh Homme obligan a arrugar las facciones de tan fuerte que suena.
Y qué curioso que una banda capaz de desgarrar orejas con la rudeza de un cavernícola intentando romper la piel de un mamut, sea liderada por un tipo tan dulce como Josh, que parece sólo tener una cosa en mente: que todos aquí nos llevemos un dulce recuerdo. Homme, sweet Homme.
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Agradezcamos que en el DF no existe relámpago que amenace con cancelar la presentación de los californianos. De verdad que en el corazón me solidarizo con la legión regiomontana que se quedó con las ganas de sacrificar los tímpanos con la explosiva interpretación de You Think I Ain’t Worth a Dollar but I Feel Like a Millionaire. Otra ironía, porque yo estoy seguro que con estos precios –1,400 pesos los boletos más caros, casi 800 los más “económicos”– difícilmente podríamos imaginarnos que los autores traigan un dólar en la bolsa. Pero hay que decirlo, porque las bocinas no mienten: las reinas de la edad de piedra valen su peso en oro.
No creo que quepa un solo villamelón en el Pepsi Center, pero si alguno ha sido apachurrado por el slam que desde aquí, desde la comodidad de un VIP donde no pedimos estar pero agradecemos profundamente haber sido exiliados, fue complacido por Homme y compañía desde la segunda canción. El alguna vez integrante de Kyuss decide arrojar No One Knows apenas comenzado el concierto y la gente, que a la menor provocación saca a relucir el hincha deportivo que vive en el alma de todo fan del rock duro, corea con ánimo futbolero la línea de guitarra, mientras los más cercanos al escenario se abrazan como si en vez de un tema del disco Songs For The Deaf lo hicieran con un gol de chilena desde el área grande.
Lejos de los vendedores de cerveza y los tomadores compulsivos de selfies que suelen sacarte del trance musical, se puede apreciar mucho mejor la dinámica de los músicos sobre el escenario. Las luces, su vestimenta negra y el aislamiento del foro con respectivo a la vida que afuera tiene lugar, acentúan el carácter tétrico de la puesta en escena. Dean Fertita llama especialmente la atención, dividiendo sus quehaceres entre acompañar a Josh en las seis cuerdas (en su caso, alguna vez en doce cuando coge la guitarra de doble mástil) y en otras colorear la densa nube de sonido con armonías en el teclado.
Casi no hay discurso en el desempeño del frontman, que se limita a decir “muchas gracias” en español y casi al final a subrayar que “se la está pasando muy bien porque se ve que todo el mundo también”. A grupos como los Queens, porque en México tenemos la cariñosa costumbre de denominar a nuestros valedores con apócopes y diminutivos, se les viene a escuchar.
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La ley de las tocadas postergadas
Brotan en la lista de canciones que Monterrey se quedó con ganas de escuchar en vivo, In My Head y Little Sister (de Lullabies To Paralyse); Sick, Sick, Sick y Make It Wit Chu (de Era Vulgaris), The Lost Art Of Keeping A Secret y Feel Good Hit Of The Summer (de Rated R, la segunda con su intromisión de Never Let Me Down, de Depeche Mode, cantada por Josh), y varias del más reciente …Like Clockwork, como Kalopsia, My God Is The Sun, If I Had A Tail y en lo personal, mi favorita, The Vampire Of Time and Memory, en la que Homme se sentó al piano para interpretar lo que considero es una de sus letras mejor logradas: “Consideras que lo peor de todo ha quedado atrás/ el vampiro del tiempo y los recuerdos ha muerto / sobreviví/ puedo hablar/ y respirar”.
Aquí la Distorsión se quita el sombrero para que pase la Melodía.
Y el slam y los empujones se transforman en celulares encendidos y ojos cerrados que se hacen uno con las gargantas que emotivas siguen la canción.
“No siento amor / no siento amor”.
Mientras Nosferatu deambula entre nosotros con las orejas sangrantes y una sonrisa en el rostro.
Las cifras con frías como debieran ser las cervezas, pero la cerveza sabe exquisita como debe saber la música en vivo. En números, Queens Of The Stone ofreció un concierto de una hora media, más menos, con 18 canciones tocadas exactamente como en sus discos. Una banda abridora: Ruido Rosa, que llevó con decoro su papel de telonera, con 4 instrumentistas a las que vale mucho más la pena poner atención a la música que entregan aunque haya necios a quienes sólo les interese llevarse una absurda fotografía en su celular.
El encore sacudió a los congregados con Do It Again y Song For The Dead, ambas pertenecientes al Songs For The Deaf, un disco que bien funcionó como rúbrica para quienes ahí estuvimos: canciones para los que estuvimos a punto de ensordecer.
Ánimo Monterrey: recuerden que la energía no se crea ni se destruye, sólo se transforma. Ya se anunciará otro concierto de los QOTSA. La música que rompe oídos tampoco se destruye… sólo se pospone.
