Niña Dioz: “Si no fuera por la música estaría en el hospital, en la cárcel o muerta.”
Niña Dioz, o Karla Reyna, que es su nombre de pila, se presentó este sábado 19 de mayo en el Multiforo 246, como parte del escenario de hip hop del Festival Marvin 2018.
La regiomontana cantó algunas canciones de su disco Reyna, además de otros clásicos.
Fotografías de Adriana de Leonardo (Instagram: adrianadeleonardo)
En Tambalea dices que “la fama marea”. ¿Pero te importa?
No es que no me importe, pero la altura de la fama sí me marea. He llegado a un nivel en que tengo too much atención, positiva y negativa. Pero es parte del oficio, ni modo. El feeling es: la fama está ahí, me marea, pero es lo que hay.
De alguna manera todos somos famosos en nuestras redes sociales.
Hay a quien le gusta. Yo no soy tan fan de llamar la atención.
¿Esa misma atención ha cambiado tu forma de escribir, tomando en cuenta que cada vez más gente escucha lo que dices?
Al contrario, entre más grande es la plataforma, hay que ser más auténtica y hablar de cosas importantes. No vine a pretender que llevo una vida de rapstar y que todo está cool. He tenido subidas y bajadas. Pero yo escribo para mí, pero quiero que el mensaje llegue a la mayor cantidad de personas.
¿Cómo escribes: copias, pegas, cortas, corriges?
Sí, todo eso que dices, soy muy de formar rompecabezas. Antes escribía una sola canción en mi libreta, pero ahora tengo miles de archivos por aquí y por allá.De ahí, tomo una línea, un coro o una estrofa. Deconstruyo cinco canciones para hacer una sola que parezca más buena que las otras cinco. A veces no es tan rebuscado, fluye y en el estudio sólo cambio la melodía. Tambalea era un Spoken Word cuando la hice, pero ya con el beat se me ocurrió la melodía. Quedó más como un trap melódico, que es lo que hace que la canción sea más pegajosa.
¿El hip hop definitivamente ya no se trata de decir más palabras por minuto?
Exacto, porque quiero experimentar con más estilos. Cuando empecé, mi rap era más hardcore, pero ahorita estoy experimentado con estructuras mucho más pop, por así decirlos, pero es por trabajar con ciertos productores. No se trata de que el rap sea una vomitada. Me gusta que Tambalea tiene hasta un momento reggae.
Fotografías de Adriana de Leonardo (Instagram: adrianadeleonardo)
¿Manda la palabra o el beat?
50 y 50. Por lo general tengo un concepto en la cabeza, quizá me atraen las baterías y le digo eso a Bruno (G), para que influya en el beat. A los productores les doy la libertad de que me den lo que tienen, incluso lo que piensan que no me gustará.
¿Hay música que no te guste?
Los narcocorridos, pero los respeto.
¿Hacer rap en inglés es más sencillo, por los monosílabos y la ausencia de acentos?
Sí, pero el español es mi idioma materno. Rapear en inglés es más fácil por su slang y porque puedes pronunciar diferente las palabras para que encajen en la melodía. El español es más complejo y por eso hay raperos que riman sólo los verbos, ar-er-ir. A mí me fluye, nunca he dedicado más de dos sesiones a una misma canción. Antes de ir a estudio, ya tengo la idea muy clara. Pero me pasó en América cuando estaba grabando. La letra decía era “tu racismo se tiene que ir”, pero no sé porqué dije “machismo” y aunque en esencia, también debería irse, el objetivo era más general. El racismo de Trump y de la “Islamofobia” están durísimas en el mundo y ni modo, tuve que pagar un dineral para cambiar y que quedara “racismo”.
¿O sea que también eres muy perfeccionista?
Más bien soy clara, no me gusta que haya dudas acerca de lo quiero comunicar. También soy muy geek, siempre escribo con varios diccionarios abiertos, no me gusta tirar palabras que no sé ni qué significa.
En otra línea dices: “Rapeo en las esquinas, ahora salgo en magazines”, ¿cuál fue la mejor lección que te enseñó la calle?
Esa línea empieza diciendo “me siento como B.I.G, que es el rapero Biggie Smalls, una influencia súper grande para mí. Mi canción está inspirada en una de sus letras en la que dice que para él, el hip hop era un sueño y no se imaginaba ser publicado en una revista. Así yo, porque empecé como chica en una escena súper machista, yo güerita y toda fuera de lugar. Pero cuando empezaba a rapear, me decían: “¡Wow! ¿cuántas rolas tienes?” y yo: “apenas una”.
En Magdalena le cantas a los haters, ¿cuál es el odio que más te llueve?
Por ser gay, blanca y mujer.
¿Hay racismo a la inversa?
Es complicado hablar de ello, porque hay gente que piensa que no existe. Pero existe la discriminación por ser blanca. Gente que tiene un concepto basado en un estereotipo basado en el color de mi piel. Me ven y dicen: “seguro tiene lana y su papá le puso el estudio”. Justifican lo que he logrado en ser blanco. Hace poco una morra me dijo: “¿cuándo van a entender las blancas que no pueden usar trenzas?” y yo le dije: “pero si soy mexicana, y en mi cultura las mujeres se trenzan”. ¡Y es una chava con la que hasta he compartido escenario!
El rap tuvo una época muy sexista. Todo eran fiestas con las chicas bañándose en champaña. ¿Las MC’s están cambiando esa mentalidad?
Sí, definitivamente cambiado, antes era mucho más machista y homofóbico. A mí me decían, “ni se te ocurra decir que eres gay, porque te van a madrear”. En el primer concierto de hip hop al que yo asistí, hubo un güey que me enseñó su miembro. Yo tenía como 15 años y desde entonces me quedó claro que sería una escena rudísima. Pero el rap era el lenguaje con el que me quería expresar. Me llegaron a decir “¡lesbiana!” desde el público, pero nunca me bajaron del escenario.
¿Llegará el día que el grito de “Chichis pa la banda” sea sólo un mal recuerdo?
No pasará en una generación o en dos, sino en varias. Ya hay más aceptación sí, porque en otros países hay raperos saliendo del closet y nosotros lo asimilamos. Como Frank Ocean, que es un rapero abiertamente gay. Eso hace 10 años hubiera sido imposible. Ojalá si hay otra chica gay a la que su familia no la acepta, mi música le ayude a ser aceptada.
En Selena dices: “De México a Argentina, pura gasolina”, ¿te gusta el reggaetón?
Está creciendo muy cabrón, es un boom enorme. Pero igual pasó con Daddy Yankee y Don Omar hace años, el reggaetón llegó a los antros fresas aunque era originario de los barrios bajos. Pero la gente se hartó y lo clausuró, no supimos del reggaetón durante años. Me da miedo que pase otra vez, por los artistas.
¿El featuring es la tendencia que mejor asegura el éxito?
Mi disco se llama Reyna, porque quise presentar a Karla Reyna. No quería colaboraciones, pero Tambalea es una excepción, porque necesitaba que Lido Pimienta y Ceci Bastida estuvieran ahí. Sobre todo Ceci, que ha sido una mujer como yo, que se ha enfrentado a una escena complicada, siendo inmigrantes. Esto se dio por el respeto que nos tenemos, no porque una disquera nos pusiera a trabajar juntas.
¿Qué te dio Monterrey para ser la artista que eres?
La música, porque me rescató. Siempre fue una niña problema. Estuve en un tutelar de menores a los 14, los 15, los 16 y los 17. Tantas caídas en el bote que ya estaba traumada. Decía: “la que sigue es la de verdad”. Mis papás ya estaban hasta la madre. Crecí de una manera complicada, muchas drogas y pandillas. Pero de no haber sido por la música, estaría en la cárcel, en el hospital o muerta.
A muchos de mis amigos, sí les pasó. Sobre todo cuando los narcos estuvieron desapareciendo gente. Para mi suerte, yo me mudé al DF un año antes y dejé todo ese desmadre para enfocarme en la música.
Sin ese dolor, ¿te imaginas tu música como es?
No, para nada. La gente puede percibir ese sentimiento en mis canciones. Sabes que no tuve una vida perfecta. Por eso tengo una historia que contar. Vive una vida muy rápida y loca, pero gracias a eso estoy haciendo lo que amo.
