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Muse: dos crónicas, dos conciertos

Por: Ayrton Gamarra Dueñas y Sofía Ibarra 07 Oct 2019
Durante dos noches tan distintas como iguales, los británicos tomaron por asalto el Foro Sol. Tuvimos infiltrados cada noche y he aquí sus testimonios.
Muse: dos crónicas, dos conciertos

Muse regresó a la Ciudad de México para una doble fecha de conciertos en el Foro Sol. El miércoles el público pudo ser testigo de la primera presentación; la primera, además, en toda Latinoamérica. Matt Bellamy, Dominic Howard y Christopher Wolstenholme pisaron el continente para presentar su nueva creación conceptual y experimental: ‘Simulation Theory’ (2018), un relato de un mundo concebido desde el cyberpunk.

Alrededor de las 21:30 comenzó esta historia de ciencia ficción. Y su punto de partida fue un acto épico. Luego de una densa penumbra, el suelo se abrió y emergió de él un hombre con ojos y vestimenta luminosos. Matt Bellamy se presentó ante la fanaticada mexicana. Junto a él, sus compañeros de banda y otros 10 sujetos con trompetas y prendas futuristas. Todos juntos anunciaban el inicio de una noche de redención.

Luego las canciones fueron cayendo una a una. “Pressure” y “Pshyco” descontaron los minutos e incrementaron la emoción de una multitud diversa. En las tribunas los mayores veían cómodos y en todo su esplendor el espectáculo digno de un teatro. Aajo, al nivel del suelo, los adolescentes y jóvenes con alma de adolescente se pugnaban por acercarse para ver esa historia que Muse prometió contar.

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Sobre el escenario desfilaron hombres con linternas, otros sujetos que llevaban expendedores de humo, sujetos con enormes bombos blancos y unas criaturas humanoides que se retorcían en el suelo cerca de los músicos. Mientras tanto sonaban más piezas: “Urprising”, “Propaganda”, “Plug In Baby”, “Super Massive Blackhole” sonaban y la historia iba tomando forma: somos seres encerrados en una falsa realidad, una simulación informática del mundo, de nuestras vidas. ¿Y quién nos mantiene cautivos? Es difícil saberlo.

Los autómatas obedecen

Causa terror descubrir que no tenemos libertad; sin embargo, esa noche en las circunstancias en que esto era revelado a la concurrencia no pareció importarles, lo cautivaba aún más. Por eso, cuando se les ordenó levantar los celulares con la linterna encendida, ellos obedecieron como verdaderos autómatas. Con la potencia de esos aparatos –que, según los apocalípticos contemporáneos, nos esclavizan– el recinto se iluminó y en esa atmósfera de un cielo revertido, donde las estrellas parecían estar a los pies de los artistas, escucharon absortos.

Luego se desató la locura con “Madness”. Y se volvió incontrolable al rato, cuando tras una pasada de oscuridad un alíen gigante, muy parecido al que se enfrenta al Depredador, salió por detrás de Muse. Movía su mandíbula y agitaba un brazo mientras los ingleses seguían con su recital. En paralelo, más detalles se añadieron a la presentación. Luces, globos, luces y serpentina y más luces para que los más incrédulos vean el nivel de espectáculo que era posible producir aún con un presupuesto reducido en comparación con la gira europea.

La historia de ciencia ficción no paraba. Gracias a la pantalla de fondo veíamos como el humano creado sintéticamente tomaba fuerza y se liberaba del yugo al que estaba sometido. Conforme cada canción aparecía y se descartaba, el personaje adoptaba una apariencia más imponente. Justo antes de que sonara el último tema de la noche, veíamos que nos acercábamos al final de la epopeya de ciencia ficción que servía de excusa –o motivo– para esta presentación. Muse mostró tal capacidad para la narración de ciencia ficción que probablemente, de haberlos visto, Isaac Asimov, autor de Yo Robot, se hubiera vuelto fan suyo.

Sin embargo, lo que más preocupa a los fanáticos que van a sus conciertos no es el futuro distópico al que un día tendrá que enfrentarse la humanidad, sino el futuro de la banda. Ayer, en un estadio abarrotado por momentos el público bajaba mucho el volumen, era cuando el trío británico interpretaba alguna pieza de su nuevo álbum. Por suerte, la banda aún mantiene el compromiso de ofrecer un espectáculo visual de primera. Cuando las ganas de corear algún tema escaseaban, los elementos teatrales captaban, cautivaban e impresionaban. No obstante, ya queda en evidencia que la mayoría de los nuevos temas de Muse no pegan tanto.

“Knights of Cydonia” fue el colofón de la historia, del concierto y, para muchos, de la noche. La popular canción fue el último verso de esta poesía heroica futurista, la cual trajo como consecuencias un público más que satisfecho, tres ingleses muy agradecidos y un buen augurio para un concierto que sería el día siguiente. «México, México, México», proclamó con tono melodioso Matt Bellamy cuando ya no sonaba ningún instrumento. Él y sus compañeros se acercaron a la multitud y entregaron sus plumillas y baquetas, lo último que les faltaba entregar.

Fotografías de César Vicuña / Cortesías OCESA

Jueves

Mi corazón se aceleraba, mis piernas temblaban. Tal vez mi cuerpo ya estaba cayendo ante la seducción que sólo un británico puede provocar. Y mejor aún, en éste caso no es solamente uno, sino tres. Sabía que estaba por presenciar a los reyes de las listas de reproducción de mi Spotify y dueños de mis ahorros del año pasado: Muse.

Cerca de las 9:00 PM, nuestros sentidos explotaron ante la llegada de Chris Wolstenholme, bajista, Dom Howard, baterista, y finalmente, desde el inframundo del escenario del Foro Sol, Matt Bellamy, vocalista, guitarrista, pianista, y dueño del corazón de miles. Al ritmo de Algorithm y Pressure, las cuales se desprenden del disco que da origen a esta gira: Simulation Theory, el público devoraba sus primeras dosis de electric rock.

Éste disco, sin duda, nos remonta a las visiones distópicas de la década de los ochenta, donde el propio Matt describe nuestra vida actual, en la que vamos recorriendo el mundo a base de simulaciones, así como lo reemplazables que somos ante un nuevo régimen tecnológico.

En el foro se comenzó a escuchar un grito amenazante, militar, en el que ante cada cuestionamiento, todos los asistentes levantamos el brazo derecho, con el puño en alto, profesando contundentes “Aye, sir!”, y así es como sabíamos que estábamos presenciando rastros de su gira pasada, Drones World Tour, de la mano de ‘Psycho’.

Pura propaganda

Comenzó un vaivén de canciones de diferentes generaciones, puesto que brincamos de nuevo al futuro con ‘Break it to me’, para pasar a una canción muy  coreada, con destellos de fuerza y rebelión: ‘Uprising’.

Siguiendo esta temática, nos encendieron con la intensidad de ‘Propaganda’, todo para crucificarnos como si de enemigos nos tratáramos, con un clásico imposible de ignorar: ‘Plug in baby’.

Los fans de Game of Thrones enloquecieron cuando tocaron ‘Pray’, escrita por el vocalista para dicha serie. Nos sumergieron a las profundidades con ‘The Dark Side’ y nos remontaron a esa época tan odiada por muchos fans, pero como siempre, increíblemente coreada por todos en cada concierto: Supermassive Black Hole, parte del soundtrack de la popular película de vampiros, Crepúsculo.

A la mitad del concierto, una de las joyas de la corona que representa Muse, se hicieron presentes: ‘Hysteria’, provocando que las gradas del recinto retumbaran. Los fans, cada que acababa una canción, pedíamos a gritos ‘Showbiz’, una canción que se remonta a 1999, mi año de nacimiento, tan amada por mí como si la hubiera escuchado desde el vientre materno y nunca hubiese podido parar. Pese a tener varios meses sin interpretarla, Muse, siempre atento a su público, decidió interpretarla, volviendo loca a la audiencia.

El ambiente se tranquilizó, cuando comenzó a sonar una versión de ‘Dig Down’ menos sintetizada, prendimos los flashes de nuestros celulares, y fieles al acuerdo en redes sociales, colocamos un post it rosa, pintando el Foro Sol del color representativo de esta era. Las cámaras y pantallas del recinto apuntaban a la expresión de Matt Bellamy, que con una sonrisa enorme nos dejó ver que apreció nuestro gesto.

Madness y Mercy romantizaron el ambiente, y en ésta última Bellamy hizo su tan afamado recorrido entre los pasillos para acercarse a los fans, quienes le entregaron una bandera de México y llevó con orgullo por toda la pasarela del escenario, como si nos deseara un poco de misericordia ante las situaciones adversas que se nos puedan presentar como país.

Tras unos energéticos instrumentales, nos hicieron bailar con ‘Time is Running Out’, ‘Houston Jam’,  ‘Take a Bow’, para después aplaudir al ritmo de ‘Starlight’, una de las canciones más dedicadas entre los tórtolos que aman a la agrupación.

Con una combinación de sus cartas más fuertes basada en ‘Stockholm Syndrome’, ‘Assassin’, ‘Reapers’, ‘The Handler’ y ‘New Born’, apareció “Murph the Robot”, versión inflable con estructura interna de “The Creator”, sacado del video de ‘The Dark Side’,el cual parecía que alcanzaría con su brazo biónico a los intérpretes, ante la mirada atónita del público.

Cuando Chris Wolstenholme deja de lado su bajo, para llevarse a los labios una armónica, todos sabemos que procede ‘The man with the Harmonica’, de Ennio Morricone, el principio del final absoluto: ‘Knights of Cydonia’. Siempre enérgica, no coreada, sino vociferada a los cuatro vientos por todos nosotros en cada ocasión, con el nudo en la garganta de que estamos a punto culminar la velada.

El propio Matt Bellamy nos dio el título de ser su mejor audiencia, remarcando el amor que siente por nuestro país, dándonos la esperanza de un triste hasta luego, pero sin duda no tan amargo como un rotundo adiós. Había llegado el momento de salir de la simulación, para volver a la realidad.

 

 

 

 

 

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