Mohamed Salah: origen del faraón que trasciende los estadios
En 2013, Beitar Jerusalem FC encabezó los diarios de todo Israel cuando contrató a Dzhabrail Kadiyev y Zaur Sadayev, dos jugadores chechenos. “La Familia”, su barra brava, inmediatamente organizó protestas en contra de los recién llegados, les gritaban “árabes terroristas” (aunque fueran europeos), e incluso llegaron a incendiar las instalaciones del club. Según el grupo de fanáticos, el fichaje iba en contra de la esencia del Beitar, que es un símbolo del sionismo israelí.
Cuando Kadiyev anotó su primer gol, cientos de fanáticos abandonaron en protesta, no podían ver a un musulmán anotar en su equipo. Estos actos fueron un triste episodio en la historia del futbol y demostraron el naciente racismo hacia los árabes y los seguidores del Corán. Afortunadamente, hoy un jugador está rompiendo esta realidad y de la mejor manera posible: a través del talento y el buen juego.
Se trata de Mohamed Salah, extremo inglés que está a punto de coronar una temporada de ensueño en la final de la Champions League. Comenzó su carrera profesional con el club Al-Mokawloon, el sueño no sería fácil debido a que tenía que realizar un largo recorrido a casa que implicaba tomar cuatro o cinco camiones. Se convirtió en un regular para el equipo, pero en el 2012 cambió toda su vida.
Todo comenzó el 1 de febrero, durante un partido entre el Al-Masry y el Al-Ahly en el Estadio de Port Said. El ambiente previo era extraño, las autoridades no realizaron la revisión rutinaria a los integrantes de las barras para ingresar, y a pesar de esto el encuentro se desarrolló sin ningún incidente. No obstante, el recinto se tiñó de rojo con el pitazo final del árbitro: los seguidores del Al-Masry sacaron tubos, cuchillos, piedras, botellas y juegos pirotécnicos para atacar a la barra rival; la policía en lugar de intervenir cerró las puertas.
El saldo final fue 74 muertos, de los cuales 72 eran seguidores del Al-Ahly, inmediatamente el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas (que había tomado el control del país tras la renuncia de Hosni Mubarak) fue acusado de permitir la masacre, ya que la barra que fue atacada había en numerosas ocasiones criticado a la dirigencia egipcia y participado en las protestas.
La Tragedia de Puerto Saíd hizo que se suspendiera por dos años cualquier competición de futbol en Egipto. Ante esta realidad, el club Basel, de Suiza, organizó un encuentro amistoso con la selección sub-23 egipcia; encuentro en el que Mohamed Salah anotó dos goles y enamoró al club europeo, quien lo contrató unos meses después.
De la tragedia nació la oportunidad con el Basel, donde comenzó a destacar por su talento y rapidez que enamoró a toda Europa. Su paso por Roma y Liverpool lo han convertido en uno de los mejores jugadores del planeta y una de las nuevas promesas del futbol, una inspiración para jóvenes y aficionados que gustan del buen deporte.
La conquista de Europa lo convirtió en el nuevo faraón de Egipto, nomenclatura que alcanzó en octubre del año pasado, cuando le dio a su país con un doblete su primer pase a la Copa del Mundo desde 1990.
Su origen y religión se pueden ver claramente, desde sus manierismos antes de iniciar el encuentro hasta sus celebraciones al romper las redes. Para todos es claro que Mohamed Salah es un egipcio que no teme esconder sus creencias. Fe que en la actualidad es peligrosa, que es vista por muchos como un símil del terrorismo y que supuestamente amenaza a la paz europea.
En las mismas tierras donde refugiados son atacados por su origen y creencias, Mohamed Salah, a través del balón, está dando un discurso de integración que está cambiando mentalidades. A diferencia de “La Familia”, los aficionados del Liverpool adoptan un discurso de aceptación con cada gol de su “once” y crean cánticos dignos de ser replicados: “Si es suficientemente bueno para ti lo es para mí/ si anota algunos más entonces también seré musulmán/ Si es suficientemente bueno para ti lo es para mí/ Él está sentado en la mezquita, ahí es donde quiero estar”.
