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La mexicana que atravesó el Atlántico para tener sexo con Rocco Siffredi

Por: Arturo Flores 10 Nov 2020
"Cuando terminamos la escena tenía la vagina tan hinchada que no podía ni orinar".
La mexicana que atravesó el Atlántico para tener sexo con Rocco Siffredi

Antes de viajar a Hungría para hacer su debut en el cine porno, Mala nunca había salido de México. Pero atravesó más de 10,240 kilómetros para conocer a uno de los actores y directores más famosos de todos los tiempos: el italiano Rocco Siffredi.

Desde que era adolescente, Mala se obsesionó con Sasha Grey. Hasta la fecha dice que la actriz, modelo, escritora, música y pornstar retirada es su role model. En ella se inspiró para aprender a hacer los mejores blow jobs y no descansó hasta conseguirlo.

“Tengo una parejilla ahorita y dice que sí me rifo (risas), pero al principio no podía. Me daban asco los fluidos y me atragantaba, pero de Sasha aprendí que el sexo oral se trata de controlar la respiración”, me cuenta.

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Simpatía por el diablo

Pero a Mala, nacida en Monterrey hace 23 años y webcamer en activo, no le parecía sencillo que un diplomático que trabajara en la embajada de Donald Trump, le fuera a aprobar su visa para irse a buscar una oportunidad en el cine porno estadounidense. Fue un amigo el que le sugirió, después de que ambos
vieran el documental Rocco, que los realizadores franceses Alban Teurlai y Thierry Demaizière dirigieron en 2016, acerca del astro del cine para adultos, que probara suerte en Hungría. Rocco, “Mr. 23 centímetros” como es conocido en el medio, radica y produce sus películas en Budapest.

“Tengo al diablo entre las piernas”, expresa Rocco Siffredi, un hombre casado, padre de dos hijos, que desde hace más de 30 años ha producido, dirigido y actuado en más de 1,700 películas para adultos y convertido en un referente de la cultura pop.

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Han sido tantas las mujeres con las que ha copulado que no encuentra otra forma de definir su insaciable pulsión sexual: un instinto demoniaco.

Satanás es un buen consejero. Fue el tipo con cuernos el que le sugirió a Mala, se rehúsa que en la entrevista sea llamada por su nombre de pila, que enviara un correo a la agencia rusa de modelos eróticas Julmodels solicitando una oportunidad. Le respondió una mujer de nombre Sabina.

“Me dijo que, si estaba en posibilidades de viajar para allá, podríamos hacer
algo. Pero yo debía pagar el vuelo y estar por lo menos un mes en Hungría. Yo nunca había salido del país antes y no tenía para costear un vuelo hasta allá, pero debí haberle caído bien porque llegamos aun acuerdo: me mandó el vuelo redondo y se lo pagué haciendo escenas”.

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Santa Sabina
Para entonces, ya no vivía con su familia. Mala se mantenía de su trabajo como webcamer. Así que les dijo que iría a Europa a tomar “un curso de modelaje” y pese a las advertencias de algunas amigas, que temían que cayera en manos de una alguna mafia del Europa del Este dedicada a la trata, se montó con todo y maleta en un vuelo que la llevó de la capital regiomontana a Cancún, Quintana Roo. De ahí voló a Madrid y finalmente, aterrizó un Budapest a mediados de noviembre pasado.

Después de 24 horas entre esperas, conexiones y vuelos, se encontraba del otro lado del mundo.

“Llegué frita, no dormí nada de la emoción. Me recibió Sabina en el aeropuerto y me llevó a la casa de las modelos. Apenas y hablé con la persona que me abrió la puerta y me caí, dormida. Todo se iba alineando… te juro que cuando mi amigo me dijo que probara en Hungría, fue como una señal del cielo”.

Al día siguiente, comenzó su aventura. Se sometió a rigurosos exámenes clínicos, pruebas de cámara y, aunque lo había respondido desde que estaba en México, ratificó un cuestionario de más de 50 reactivos acerca de las piruetas eróticas que estaba dispuesta a hacer delante de una cámara. Lo más “leve” era
masturbarse a cuadro. Lo más “rudo”, a doble penetración vaginal y anal.

“Casi no pude ver nada o turistear. En total estuve tres semanas y grabé como 10 escenas, sobre todo con otras chavas. Había muchas rusas. Me la pasé en contacto con mis amigos y con mi hermana. La primera vez que acudí a una grabación sí me dio miedo que fuera algo de trata, porque llegué a una locación
medio misteriosa, pero una vez que se abrieron las puertas del foro, no manches, era un mundo de gente trabajando”.

Sin besos por favor

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Un par de días antes de volver a México, conoció a Dan Leal, Porn Dan, el reconocido director, que le informó que le tocaría al día siguiente filmar con Rocco.

“¿Con Rocco Siffredi?, le pregunté y me dijo que sí, de lo más normal. ¡Pero sí yo estoy empezando en esto! ¿cómo crees?”, recuerda.

Le platicó al mismo amigo con el que había visto, meses atrás, el documental, y él le respondió dos cosas: que le echara muchas ganas y ojalá no le doliera, porque Rocco la tenía muy grande. La grabación tuvo lugar en una especia de finca, en la que Rocco copuló con varias de las modelos antes de estar con Mala. ¿Tenías miedo?, le pregunto. Pero ella me responde que exactamente por eso lleva tatuado en el hombro la frase “Sin miedo”. Representa su mantra.

“Lo vi y no resistí la tentación de aventármele encima y abrazarlo. Le dije: yo te vi en Netflix y soy súper fan de tus películas. Él se emocionó mucho y me dijo que amaba momentos como ese, tan reales”.

Cuando se vio en el plato, desnuda y abierta de piernas, Rocco le pedía que se pegara un poco más. No es extraño que suela besar en la boca a sus compañeras. Pero Mala le daba la vuelta. De entre los 50 reactivos del cuestionario, el beso en la boca no estaba incluido, pero definitivamente es algo
que no estaba dispuesta a practicar.

“Le dije a Rocco que un beso me parecía algo muy íntimo, lo cual es paradójico si tomo en cuenta que en el porno me la están metiendo, pero así pienso. A él le gustó tanto lo que le respondí, que me pidió que terminando la escena hiciéramos un live en su Instagram y me entrevistó”.

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Presente en el set y pendiente de todo, estaba la también pornstar húngara Rosa Caracciolo, esposa de Siffredi y madre de sus hijos. La razón por la que Rocco se alejó unos años del set, aunque acabó sucumbiendo ante la diabólica comienzo de su exorbitante genital.

“Él ama y respeta a su mujer, pero tiene su trabajo y ella lo apoya. Es hermoso. El día que yo me case quiero tener algo así”, dice Mala.

Unos días después, Mala estuvo de vuelta en Monterrey, con una gran anécdota para contar. Las escenas que grabó con Julmodels, a excepción de la de Rocco Siffredi, ya se subieron a la página y se pueden comprar ahí. Inclusive tenía el plan de volver en enero a Budapest, pero el coronavirus echó sus planes por tierra.

Ahora guarda celosamente la cuarentena, mientras produce contenido que vende a través de sus redes. No ha quitado el dedo del renglón: quiere ser como Sasha Grey.

–¿Y a todo esto? –le pregunto a punto de colgar la llamada– ¿te dolió?

–¡No mames! ¡Muchísimo! Cuando terminamos la escena tenía la vagina
tan hinchada que no podía ni orinar.

Pero concluye con una gran carcajada.

Dice Meat Loaf en una de sus canciones, que las chicas buenas se van al cielo y las malas a donde ellas quieren. A Hungría, por ejemplo.

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Arturo Flores arturo.flores
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