María San Felipe se hizo escuchar en el Lunario
No pude evitar la lagrimita cuando, al final del concierto, todo el Lunario se puso de pie para aplaudir, durante varios minutos, a María San Felipe, quien entregó un show honesto, lleno de canciones y de poesía.
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“Por si volvieras”, nombre del espectáculo, incluyó una veintena de sus éxitos porque, aún sin contar con una disquera o un poderoso promotor, esta cantautora ha logrado cautivar a miles de seguidores en todo el país y más allá de las fronteras; gente de Guatemala, de San Luis Potosí y otros estados de la República se manifestaron cuando San Felipe preguntó de dónde venían a verla, e invitó a una señora guatemalteca a subir al escenario para abrazarla.
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“Pudiera ser”, “Dile que se vaya”, “En tus brazos” y “Nunca nos faltó el amor”, entre muchas otras, fueron interpretadas apenas con un guitarrista y coros y una sencilla escenografía; acá no existió la parafernalia de los fuegos artificiales, las pantallas; sólo unas cuantas luces, una banca y un escritorio; acá, lo que sobró fue arte, poesía, honestidad del amor, del desamor y la esperanza, y un público que no dejó de corear todas y cada una de sus interpretaciones, porque eso es ella: una intérprete que te atrapa, te conmueve, te enchina la piel.
Tuve oportunidad de conocerla hace un par de meses en una comida y me prometí escucharla, apenas llegara a casa. Y desde entonces, se ha convertido en mi playlist de todos los días.

“Y yo te quería”, “Acuérdate”, “Lloré” y “Sigo respirando” son otros de los temas que todos coreamos, en un muy merecido “sold out”, que se aplaude de pie, a rabiar, por lo potente de su prosa, por la sutileza y contundencia de sus metáforas.
Vestida con su falda roja, su blusa blanca y un corazón sangrante pegado al pecho, María San Felipe no dejaba de sonreír, de agradecer y de disfrutar del coro de unas 500 personas que, calculo caben en este recinto, que se ha convertido en un foro importante para talentos emergentes o de nicho.
En mis más de 38 años de carrera, puedo decirle que es uno de los conciertos que más he gozado; de esos que se quedarán en la memoria de un nuevo fanático de esta artista, nacida en San Felipe, un pequeño pueblo de Mérida; de tan pequeño, que ni siquiera aparece en los mapas.
Sin comparar, sus letras, una mezcla “nerudiana” y ”jaimesabinesca”, son de una sutil profundidad que, lo mismo hablan del amor y el desamor, la ruptura y el duelo, que calan, que “llegan”, aunque uno no ande enamorado o dolido; escucharla en plataformas es un agasajo; pero disfrutarla “en vivo”, ¡uffff, me voló la cabeza y me explotó emociones que no recordaba!

¡Felicidades, María San Felipe; que vengan muchos más Lunarios y foros más grandes; los mereces y lo lograrás!

