Si, como dicen, la vida empieza a los 40, la de los Fabulosos Cadillacs ha representado un carnaval de 40 años. Y, como ellos lo cantan: “Carnaval toda la vida, y una noche junto a vos; si no hay galope, se nos para el corazón”.
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Y sí: la mayoría de quienes asistimos a la primera de cuatro comparecencias del grupo argentino nos encontramos en esa edad en la que un infarto —entre otras linduras— podría convertirnos en calaveras y hacernos saludar a los diablitos. Pero no. Este miércoles solo hubo alegría, baile, nostalgia y un paseo fabuloso de dos horas a bordo de un Cadillac.
Muy lejana se ve aquella presentación de los originarios de Buenos Aires en el Pabellón del Palacio de los Deportes, en el año 2000. El audio del Foro de Reforma —que en el nombre lleva la explicación— permite apreciar con mucho más placer la música de los Fabulosos. Sobre todo después de 40 años, cuando a los presentes se nos antoja mucho más “apreciar” que molernos a caballazos frente al escenario cuando suenan “Mi novia se cayó en un pozo ciego” o “V Centenario”.
Fabulosos Cadillacs. Foto de Liliana Estrada / Cortesía de Ocesa
Hubo galope. Mucho. Y nada de corazones detenidos. Vicentico, Flavio, Sergio, Daniel, Fernando, Mario, Astor, Florián y todas las personas que tienen cabida en ese automóvil sonoro que es un Fabuloso Cadillac supieron cuándo acelerar, frenar o rebasar por la derecha.
Los Fabulosos Cadillacs: nuestra charla con Vicentico
Desde el escenario nos miraba, desde una fotografía, el integrante del grupo que se adelantó: el percusionista ‘Toto’ Rotblat, fallecido en 2008, pero que acompaña a los porteños en espíritu.
Quizá por eso, en la quebrada voz de Vicentico se cuela un sentimiento oscuro —entre la tristeza profunda y una lúgubre melancolía— cuando suelta los versos de “Los condenaditos”: “Muerto, muerto, muerto… mirá, te están velando. Son todos tus amigos… Todos tus recuerdos olvidados”.
A los más de diez mil aferrados a la existencia que estamos aquí, nos ha de llegar la hora también. Pero hoy, por lo menos, estamos vivos. Nos sobra sangre en las venas y aire en los pulmones para gritar “que se te va pasando el tiempo y que la vida se te va”. Pero los Fabulosos Cadillacs ya nos dejaron claro que la vida puede reiniciarse a los 40.