Compartir
Suscríbete al NEWSLETTER

La vida después de ser Panchito

Por: Arturo Flores 27 Nov 2019
“Una vez mataron a un compañero después de que asaltamos una tienda. El tendero le disparó. Pero también me tocó estar un día en los basureros cuando llegaron unos policías disfrazados de pepenadores.
La vida después de ser Panchito

Algunos exintegrantes de la banda que se formó al poniente de la ciudad en los ochenta, de la que se han escrito libros y hasta dirigido una violenta película, trabajan ahora en un estudio en colaboración con la UNAM.

Lego tenía 14 años cuando lo detuvo la policía. Agentes encubiertos lo sorprendieron a la salida de la secundaria y a empellones lo subieron a un Lebaron verde. Una de sus profesoras intentó ayudarlo, pero los policías la detuvieron:

—Este muchacho es Panchito. No se meta.

En el asiento trasero del auto estaba uno de los hermanos mayores de Lego, con el rostro desfigurado por los golpes.

Le preguntaron quién era, pero Lego dijo que no sabía. En respuesta, le dieron el primer puñetazo.

Su hermano, con la boca rota, le dijo:

—Ya valió verga, carnal. Ya mejor diles.

Más de 70 integrantes de los Panchitos fueron capturados ese día, conocido como el primer gran apañón, en el que algunos fueron llevados a unos baños públicos de la zona de Observatorio para ser tundidos, atados y torturados con descargas eléctricas en los testículos.

La vida después de ser Panchito 0

41 años de historia

A finales de los años setenta, principios de los ochenta, la zona poniente de la capital atestiguó el nacimiento de las bandas. Jóvenes marginales que se reunían para sostener batallas campales con el fin de defender su territorio y en el camino, cometer algunos ilícitos. Asaltaban tiendas, secuestraban camiones, intentaban distraer el hambre inhalando cemento y desahogaban su furia y resentimiento social asistiendo a las tocadas de rock que grupos como El Tri y Mara ofrecían en los hoyos fonqui. Los medios de comunicación continuamente contaban sus historias. Era la banda que, decían los titulares, aterrorizaba la Ciudad de México. Los legendarios Panchitos, de quienes se han escrito libros y hasta se filmó una película, La banda de los Panchitos, dirigida con gran crudeza por Arturo Velasco en 1987. Hasta el día de hoy se siente un vacío en el estómago con la escena en la que una mujer es violada con una botella de refresco.

La vida después de ser Panchito 1

Este 2019, los Panchitos cumplen 41 años. Muchos de ellos murieron en el camino, otros aún permanecen en la cárcel y otros enderezaron la ruta. Tal es el caso de los tres Panchitos que tengo delante de mí. Humberto Morgan, que estudió filosofía y fue diputado del DF en la IV Legislatura; Martín Legorreta Lego, que después de recibir un balazo en medio de un robo e inspirado por el nacimiento de sus hijos abandonó la vida en la calle; y Verónica Camacho, la Coyotita, una de las integrantes mujeres de la banda, que en la actualidad se dedica al comercio.

La vida después de ser Panchito 2

“Vivimos cosas muy fuertes con la banda”, dice Lego. “Una vez mataron a un compañero después de que asaltamos una tienda. El tendero le disparó. Pero también me tocó estar un día en los basureros cuando llegaron unos policías disfrazados de pepenadores. Levantaron a un amigo y lo mataron. Incluso desaparecieron el cuerpo.”

Aunque lo que cuenta es trágico, dice que no se arrepiente de nada. Es parte de su historia, misma que comparte sin reparos cuando se lo piden, para que sirva como ejemplo a los jóvenes.

—¿Te sentías en familia con la banda?

“Sí, tanto que después de que dejé de juntarme con los Panchitos, tardé como 15 años en dejar de soñar con ellos. En todo lo que soñaba, siempre andaba rolando con ellos”.

Ese era el caso de la Coyotita, a quien la banda adoptó cuando apenas tenía 11 años de edad. Muchos de ellos eran adictos al pegamento, al cemento y al activo. Drogas que, como puede verse en la película de Arturo Velasco y ha sido retratado en el libro Noticias de los chavos banda, del cronista Emiliano Pérez Cruz, servían para matar el hambre y la conciencia.

“Aunque había drogas, a mí nunca me tocó meterme nada”, recuerda la Coyotita. “Un día estaba con ellos en los basureros y un compañero me ofreció, pero llegó otro a regañarlo, porque dijo que yo estaba muy chica. Gracias a él no lo probé, porque quién sabe qué hubiera sido de mí”.

La Coyota añade: “Siempre me sentí muy apapachada y cuidada con los Panchitos. Los hombres, en vez de pasarse de listos, siempre nos cuidaron y aunque algunas tomaban, siempre se fijaban que llegaran a su casa”.

Expulsados a la calle

Morgan sintetiza en una frase el origen no sólo de los Panchitos, sino de otras bandas que asolaron Santa Fe, Tacubaya, la colonia 16 de Septiembre y otras zonas cercanas. “El fracaso de la familia expulsaba a los jóvenes a la calle”, expresa.

Era el sexenio de José López Portillo, que en materia económica fue un desastre y aumentó más las diferencias entre ricos y pobres. Al presidente que se le recuerda por la frase “defenderé el peso como un perro”, también se le tiene en mente por haber reconocido en su último informe de gobierno que les falló a los marginados.

Así, los Panchitos eran muchachos que no tenían acceso a la educación, que provenían de familias descompuestas de hasta 15 integrantes que se veían obligados a compartir una diminuta vivienda de techo de lámina y que no gozaban de opciones culturales, deportivas o de entretenimiento para matar el tiempo.

Este video te puede interesar

La vida después de ser Panchito 3

Aunque, relata Morgan, en su momento se quiso culpar a la película Los guerreros, dirigida en 1979 por Walter Hill, de servir como inspiración a los Panchitos, los Salvajes, los Cabazorros, los Colgados, los Pelones, los Ramoncitos y otras tantas pandillas de la época, en realidad, “sólo nos enseñaron a hacer nuestras pintas en las bardas con spray y no con brocha, como lo veníamos haciendo”.

La escena que los Panchitos, los tres pasados de los 50 años, me dibujan debió ser impresionante. Una turba de cientos de jóvenes, entre los 12 y los 29 años, bajando desde El Mirador, un punto desde donde podían apreciar la ciudad entera, por el pueblo de Santa Fe. Vestidos con pantalones entubados, tenis marca Faro y camisetas en las que se podía ver la mueca de Sid Vicious. Armados con tubos, chacos, piedras, lo que pudiera romper una cabeza, para liarse a golpes con otra pandilla que hubiera irrumpido en su territorio. A su paso, algunos pintaban en los muros la leyenda “Sex Panchitos Punk”.

Nada que ver con los personajes que tengo enfrente. Cuesta trabajo pensar que alguna vez vivieron en un ambiente de extrema violencia, que sea parte de la misma banda que alguna vez fue portada del semanario Casos de Alarma!

La vida después de ser Panchito 4

¿Por qué se terminó la banda? Algunos tuvieron la oportunidad de estudiar y trabajar. Otros, formaron una familia. Aunque también existen unos pocos que se quedaron, por así decirlo, en el viaje.

“Lo importante es que se volvió un movimiento”, concluye Morgan.

“Tanto que nos seguimos viendo, pero de una forma distinta, más para convivir”, interviene Lego. Por ejemplo, acuden a los reclusorios para realizar convivencias con los internos e internas, además de organizar tocadas para recaudar fondos para obras de beneficencia.

La vida después de ser Panchito 5

Hace tres años, la entonces delegada de Miguel Hidalgo Xóchitl Gálvez intentó impedir que los Panchitos realizaran su tradicional tocada para conmemorar su aniversario número 38. Hasta la calle de Sur 140, en la colonia 16 de Septiembre envió un grupo de policías que, según asegura Verónica, cometieron algunos abusos en su intento por detener el concierto callejero. 

“Siempre hemos sido perseguidos por andar en el rocanrol, hasta el final”, concluye.

Te recomendamos
Foto perfil de Arturo Flores
Arturo Flores arturo.flores
Descarga GRATIS Calendario Revive el Poder 2024
Calendario
Descarga AQUÍ nuestro especial CALENDARIO REVIVE EL PODER 2024.
Suscríbete al Newsletter
¡SUSCRÍBETE!
¿QUÉ TEMA TE INTERESA?