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Juego de Tronos ya es un Juego de niños

Por: Iván Montejo 12 Abr 2019
Game of Thrones presentará su última temporada, pero en los últimos años ha mostrado más decepciones que éxitos, ¿tendrá un final digno?
Juego de Tronos ya es un Juego de niños

La fiebre de Game Of Thrones está en su punto más alto, las redes están llenas con videos que ponen al corriente a los despistados, todos los medios sacan contenido relacionado con la serie, e incluso el Trono de Hierro invade la CDMX. Una canción que comenzó hace ocho años está por terminar y yo no puedo dejar de ocultar mi decepción.

Me presentaron la serie a unos meses que se estrenara la tercera temporada. En ese entonces sólo tenía que ver 20 capítulos y la conocía como “El Señor de los Anillos de HBO”; la vi como si fuera cualquier otra serie, pero cuando Jaime tiró a  Bran de la torre no me pude despegar de la pantalla.

Dos días me bastaron para ponerme al corriente; me obsesioné, descargué los libros en ese instante, no podía esperar que se estrenara la tercera temporada. No terminé el primer libro, A Game Of Thrones, cuando vi la infame Boda Roja, jamás había visto algo así y de inmediato quise saber el desenlace, la forma en que castigarían a los Frey.

Antes de la cuarta temporada leí todos los libros dos veces, conocí las historias de Dunk y Egg, y me adentré en el vasto mundo de las teorías de conspiración. De inmediato conocí el significado de R+L=J, leí sobre los que están convencidos que Tyrion es un bastardo del “Rey Loco” e incluso me hice creyente de la teoría que asegura que Doran Martell está detrás de todos los eventos de Game Of Thrones.

La magia del Trono de Hierro

En ese tiempo me enteré de una particularidad de los libros, cuando George R.R. Martin escribía la secuela de A Clash of Kings (segundo libro de la serie y donde se encuentran los hechos de la boda roja), se dio cuenta que todo su mundo no iba a caber en un solo tomo, por lo que dividió la historia en otros dos libros: Feast of Crows y Dance of Dragons.

Para el lector urgido por conocer el desenlace, Feast of Crows es una pesadilla (y lo fue para mí en la primera ocasión). En él no se encuentra ninguno de los personajes favoritos: Jon, Tyrion, Arya y Daenerys; en cambio se introducen una serie de personajes que en principio parecen tener un rol ínfimo en la batalla por el trono. No obstante, al terminarlo se convirtió en mi favorito, me di cuenta que representa la esencia que George R.R. Martin buscaba plasmar.

Game Of Thrones llegó a ser lo que es por su naturaleza impredecible, no era esa historia en la que los villanos fallarían todos sus disparos y el héroe triunfaría a pesar de sus errores. El juego era cruel y un error podía costar la cabeza. La serie había mantenido esa tendencia, pero en las últimas temporadas ha perdido la magia que ha hecho de la saga de A Song of Ice and Fire  una de las más exitosas de los últimos años.

 En diversas entrevistas R.R. Martin ha dicho que hizo su saga para combatir esas historias en las que intuyes correctamente el final tras leer unas páginas. El autor de la serie ha afirmado que en un principio Bran Stark iba a ser el protagonista de la historia, razón por la cual la caída de Bran es tan importante, ¡el héroe no puede quedar inválido en las primeras páginas!

A pesar de ese objetivo, R.R. Martin creó un mundo lleno de congruencia y lógica. Claro, existen dragones, magia y muertos vivientes, pero a pesar de esa fantasía las acciones tienen consecuencias. El mejor ejemplo es el destino de Ned y Robb, en su mundo el honor no es suficiente para vencer a los enemigos, todo lo contrario, los termina condenando (en los libros Robb se casa por honor, no por amor).

En este punto es cuando regreso a Feast of Crows, el libro predecesor está lleno de acción y  el reino sangra en cada página por la gran guerra que azota sus tierras. La continuación no puede ser una historia llena de acción, tras la tormenta llega la calma y esa tentativa tranquilidad es aprovechada por una serie de cuervos que buscan aprovecharse de los cuerpos. Todo tiene causas y consecuencias.

 

El fin de la luna de miel

Eso es lo que hace grande a los libros y a las primeras temporadas de Game Of Thrones. Los personajes que logran sobrevivir crecen, los que se equivocan mueren o son castigados de tal manera que no vuelven a ser los mismos y los que triunfan saben que cada decisión tiene grandes consecuencias.

No obstante, Game of Thrones en las últimas entregas nos ha ofrecido capítulos con grandes problemas de continuidad, donde la evolución de los personajes ha sido sacrificada con el fin de causar ese ansiado impacto que tanto ha ayudado a la serie.

El personaje que enarbola este sacrificio fue Sansa, se pasaron horas en el despertar de la inocente chica Stark que creía en historias de príncipes encantadores y en un segundo todo el crecimiento del personaje fue destruido; ¿para qué? Para crear un impacto y hacer más odiable a un personaje unidimensional.

Tramas sin sentido, personajes inteligentes que se vuelven estúpidos y falta de lógica. Parece que Game of Thrones se ha convertido únicamente una serie de escenas de acción, increíbles por sus efectos y bastante disfrutables, pero sin la esencia que hizo grande a la serie.

Al final todo se convirtió en una simulación del mundo creado por George R.R. Martin, un show más parecido a la obra de teatro encarnada por unos enanos durante la boda de Joffrey, un espectáculo únicamente interesado en las risas, o impactos sin sentido en este caso.

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