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Jorge Hernández: he querido cantar al amor gay, pero no me atrevo

Por: Arturo Flores 20 Ene 2020
A propósito del lanzamiento del documental "Los Tigres del Norte at Folsom Prison" en Netflix, rescatamos esta entrevista que publicamos en julio de 2011 con Jorge Hernández, el Tigre Mayor. 
Jorge Hernández: he querido cantar al amor gay, pero no me atrevo

A propósito del lanzamiento del documental “Los Tigres del Norte at Folsom Prison” en Netflix, rescatamos esta entrevista que publicamos en julio de 2011 con Jorge Hernández, el Tigre Mayor.

El narcotráfico es un oficio, dice, y los narcos no son malos por definición. También revela que Los Tigres del Norte tienen un avión privado para evitar el cansancio. La primera vez que cruzó la frontera lo hizo casi de ilegal, pero ahora una calle en Chicago lleva el nombre de su grupo. Es el Tigre Mayor, pero  él reniega de serlo.

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Entre una larguísima lista de artistas en la que figuran Nirvana, Alice in Chains, Aerosmith, Shakira y hasta Robert Plant & Jimmi Page, también se incluye a los Tigres del Norte. La banda regional mexicana, a la que desde hace más de 40 años se le conoce por trascender fronteras con canciones norteñas, baladas y corridos, fue la primera en su género en grabar un concierto acústico para la cadena de videos. Sin embargo, más allá de que en 2001 agrupaciones como Molotov o La Barranca lanzaran el disco El más grande tributo a los Tigres del Norte, la relación entre ellos y el rock ha permanecido latente, aunque ignorada tanto por los seguidores del género como por quienes desde hace cuatro décadas se pronuncian incondicionales del grupo conformado por los hermanos Hernández.

En un lujoso hotel capitalino, de visita en México para ofrecer entrevistas acerca de MTV Unplugged: Los Tigres del Norte & friends, Jorge Hernández bebe un té detrás de otro. No parece una estrella de rock. Lleva puesto un traje muy fino, aunque no ostentoso. El sombrero lo reserva para el escenario y además de la alianza de matrimonio, las manos con que acaricia el acordeón van desnudas de joyas. Nadie lo cuida, cuando menos a simple vista, pese a las macabras historias de cantantes de su género que han sido brutalmente asesinados presuntamente por interpretar narcocorridos.

En el Unplugged del grupo aparecen Andrés Calamaro y Zach de la Rocha, por mencionar a dos rockeros. A Jorge no le sorprendió que ambos resultaran admiradores de Los Tigres, lo que al Tigre Mayor le sorprende es que hoy ha atendido a todas las revistas musicales que antes ni siquiera sabían de su existencia sólo porque el cantante de Rage Against The Machine se animó a cantar un corrido en español y tocar el bajo sexto junto a ellos. Una de esas publicaciones está sobre la mesa. Tiene a Zoé en la portada y el Tigre Mayor la hojea, complacido. Como más adelante afirmará, el rock no le es ajeno ni él le es ajeno al rock. Sólo era desconocido por los fanáticos del género.

Parafraseando a Neil Armstrong: su aparición en MTV es un pequeño paso para el hombre, pero un gran paso para la música regional.

Hemos logrado cosas muy bonitas hasta el momento, pero ahora llegamos a un canal donde nunca habíamos estado. Dimos un paso positivo -no sé qué tan grande- para nuestra música, pero que también beneficiará a los compañeros que están atrás de mí. La fusión de nuestra música con el pop, el rock y el urbano dio muy bonitos resultados. No sabíamos qué iba a salir, si sabría a mango a piña, ¿verdad? Pero fue una experiencia hermosa.

Diego Torres dijo que ustedes eran como los Rolling Stones mexicanos, ¿por qué no pensar mejor que ellos son como los Tigres británicos?

Sí… me estás haciendo pensar. Es interesante plantearlo así.

 

Lo dicen ustedes los Tigres en sus canciones. Los latinos siempre nos comparamos en función de otros países.

Todavía tenemos mucho trabajo qué hacer, nos falta para ser los Tigres de otros países.

 

A lo mejor les falta construirse leyendas de sexo, drogas y rock como las de los Rolling. Usted dice que los Tigres se portan muy bien.

Tendríamos que hablar de cosas que no hemos hablado, meternos a estudiar cómo están dirigidos ellos y otros grupos como Metallica o U2 con su público, y no sé, sería como copiar sus estilos. A nosotros no nos gusta copiar a nadie.

 

En sus canciones los Tigres son muy críticos con Estados Unidos, pero este disco unplugged corre el peligro de no ser para ellos más que una expresión más del mexican curious.

Es una fusión de música que cambiará la mente de muchos intérpretes. Mexican curious es un término que se queda corto, creo que este disco tiene más valor. La gente pensaba que no podemos unirnos con el pop, el rock o el urbano y ahora que sucedió, que existe la instrumentación y las letras para sostenerlo, llegamos a la conclusión de que todos los artistas tenemos mucho en común. Al final todas las músicas hablamos de lo mismo.

 

Por ahí me contaron que los Tigres llevan un estilo de vida que haría palidecer a muchas estrellas de rock.

Sí (se sonroja), pero por el trabajo. Llevamos una vida bastante agitada y complicada. Somos un grupo que nos dedicamos cien por ciento a la carrera. Existe mucha disciplina aquí. Somos demasiado enérgicos, porque es el estilo de vida que llevamos desde que éramos niños, no sabemos hacer otra cosa y somos adictos a lo que hacemos.

 

¿A poco no hay excentricidades?

Afortunadamente no. Tratamos de tener una armonía con lo que hacemos y gozarlo. ¿Para qué irnos por dónde no hay futuro?

 

A mí me contaron que su acordeón tiene teclas de cuerno de elefante y Paco Ayala, de Molotov, escribió en un artículo que cuando su grupo tocó junto a los Tigres del Norte en el Festival Cervantino en 2002, se le cayeron los calzones cuando vio llegar su equipo de iluminación, sonido y escenario. 

Tratamos de regresarle al público lo que nos da. Tenemos la dicha de trabajar todos los días, nosotros no hacemos gira durante unos meses y después le paramos. Nosotros trabajamos todo el año y entonces, el equipo se convierte en una necesidad. Como otros compañeros trabajan sólo por unos meses, les conviene rentar el equipo. Nosotros preferimos tener el propio.

 

Con el dinero que han ganado los Tigres en todos estos años, mínimo tendrán un avión privado.

Todo lo que uno hace es en pos de la necesidad. Hemos tenido aviones privados. Éste es un negocio que te obliga a tenerlos, porque el cansancio te gana.

 

¿De cuánto tiempo libre dispone un Tigre?

¡Híjole! Me puse como tarea descansar un día a la semana, aunque a veces me lo quitan. Viajo los lunes y descanso los martes, pero cuando no alcanzo a descansar se me va la semana trabajando.

 

 Eso me suena a la “Jaula de oro”.

Ésa es la canción para nosotros: “aunque la jaula sea de oro, no deja de ser prisión”. Nuestro trabajo es de 24 horas. Yo tengo que cumplir con todos los compromisos: la prensa, la tele y esas cosas, como ahorita.

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Así no suena tan agradable ser el Tigre Mayor.

Es muy difícil, mejor no hubiera sido yo (risas).

 

¿Comparte maestro de canto con Metallica?

(Risas) Tengo un amigo que es su director de composición y es mi profesor de vocalización, vive cerca de mi casa. Por eso conozco su carrera, me gusta mucho Metallica.

 

Jonathan Davis, de Korn, es fan de los Tigres.

Como yo los admiro, ellos reconocen nuestro trabajo.

 

Este disco los acercará  a un público que no es el de los Tigres. ¿Y qué opinará  la gente que sí era suya desde antes?

Observará, igual que la gente de ellos, del rock y el pop, nos observó a nosotros. Verán a los artistas, investigarán sus trayectorias, a algunos los aceptarán y otros no, como algunos nos aceptaron a nosotros y otros no. Me gustaría que los aceptaran, porque nuestro público es más fiel. Si te abraza, ya no deja. Estos artistas –nuestros invitados– tienen la calidad para hacer que nuestro público los quiera. Todos buscamos algo más de eso que dijiste: sexo, drogas y rock and roll. Queremos que nuestras canciones penetren.

 

Hagamos un poco de historia. Cuénteme qué sintió la primera vez que cruzó a Estados Unidos.

Éramos niños. Un señor de Mexicali que trabajaba en Telégrafos nos invitó a dar un concierto de beneficencia una prisión en Soledad, California. Al cruzar no teníamos nombre que nos identificara como grupo, entonces un señor nos bautizó como Los Tigritos del Norte, porque a los niños que cruzan les dicen ‘the little tigers’.

 

O sea que la primera vez cruzó  con visa de trabajo.

Sí, porque íbamos a hacer una obra de caridad, nos dieron un permiso por 90 días. La persona nos sacó el pasaporte y la visa.

Y luego, ¿cómo es que alguien tan crítico de Estados Unidos y su política migratoria decidió  quedarse a vivir allá?

Nos quedamos porque las personas que nos llevaban se fueron con nuestros documentos. Nos dejaron allá, éramos niños y no sabíamos qué hacer. Lo más fácil era quedarnos y tocar en restaurantes. Nos anclamos. Fuimos cosechando amigos, nos acostumbramos a Estados Unidos y cuando nos dimos cuenta, el tiempo había pasado. Transcurrió un año y no me di cuenta que estaba ahí. Cuando me quise venir a México otra vez, ya me había acostumbrado. Además, queríamos venir a México, pero no teníamos documentos. Todo fue muy deprisa.

 

De ilegales a consentidos de Estados Unidos. Ahora existe el Día de los Tigres en Chicago y hasta existe una calle con su nombre.

Sí, eso lo consigues con trabajo, con dedicación y las ganas de no cometer errores.

 

Así suena muy bonito, pero no todo debió ser miel sobre hojuelas. ¿Le guarda rencor a Estados Unidos?

Le guardo rencor a la injusticia. Me siento incapacitado ante ella. Cuando atestiguo algo que es injusto, me lastima en lo más profundo. Le suceden muchas cosas malas a los latinos en ese país. Vives esperando que un día te suceda a ti también. Rencores no guardo, pero hay comportamientos de la gente que me duelen.

 

¿Le pasó a usted también?

Nunca imaginé que lo viviría en carne propia. Una vez viajamos a Oregon a trabajar. Entramos a un restaurante y nos sacaron de ahí, porque el dueño no recibía mexicanos en su negocio. Me dejaron marcado, no podía creer que no nos sirvieran comida y además, nos echaran a la calle. Me quedé impresionado y entendí que cuenta cómo te vistas, cómo te ves, todo cuenta… aunque en los documentos ellos dicen que no importa tu apariencia, no es verdad. Hasta la fecha, cuando escucho que alguien es discriminado, me viene ese recuerdo a la mente y me enojo.

 

Le sale lo Tigre.

HERNÁNDEZ: ¡Sí, exacto! (risas)

 

Escuché que la dinámica de trabajo de los Tigres se parece mucho a un periódico. Se reúnen con sus letristas, discuten los temas que quieres abordar en los corridos y los envían a reportear. ¿A usted le gusta leer los diarios?

Sí, muchísimo. Me gusta enterarme de todo. Me gusta saber por qué dicen lo que dicen, que exista una conciencia entre lo que leo y lo que canto. Respecto al trabajo, nosotros citamos a los que escriben para nosotros, nos sentamos con ellos y dialogamos de qué queremos cantar. Cada uno expone lo que trae y así van saliendo las canciones.

 

¿Se han autocensurado?

Sí, hay temas un poco fuertes que es difícil abordar. A veces, como intérprete quieres hacer algo diferente, pero no es el momento de hacerlo.

 

¿Cómo qué?

Hay temas… cosas sobre los gobiernos, cosas que te informas, cosas que me entero que ustedes no sacan en la prensa por motivos políticos o personales. De repente te enteras, pero no lo puedes decir porque te perjudicaría como persona. He querido hablar de sexo, el amor homosexual, bisexual, por ejemplo. Pero no es el momento.

 

Me va a decir que es más difícil hablar del amor gay que de Amado Carrillo o Pablo Escobar.

Para mí sí, porque mi carrera no está hecha de sexo. Está hecha de las cosas que yo creo que no me pueden perjudicar como grupo. Cuido mucho mi lenguaje. Siempre utilizo las palabras adecuadas para hablar de Amado Carrillo o un personaje equis. El sexo también lo tocamos, pero muy leve

 

Ahí está “La manzanita”: “que se está cayendo de buena porque ya está madurita”.

Sí (risas), pero no le entramos tan fuerte como otros. Nuestro público no está listo para que lleguemos a ese extremo… o a lo mejor sí lo está, pero nosotros no nos atrevemos (risas). Sí, yo creo que eso es lo que pasa. No nos atrevemos.

 

Me acaba de decir que se autocensura, ¿entonces qué piensa de la prohibición a los narcocorridos que impulsó el gobernador de Sinaloa, Mario López Valdéz?

Lo más correcto es que hubiera una revisión antes, que alguien nos dijera este tema va y éste no, antes de grabarlos. Antes de prohibir, sería mejor que hubiera un departamento que revisara nuestras canciones para saber qué está dentro de las normas.

 

Me sorprende, Jorge. Nunca imaginé  que el Tigre Mayor aprobara la censura a los narcocorridos.

Sí, nosotros quisiéramos ser como los diccionarios y hablar de todo; en los diccionarios están todas las palabras, pero por ética creo que sí debemos cuidar nuestros lenguajes y comportamientos. Y la palabra prohibir debería ser todo y para todos, no únicamente para las canciones. También en los periódicos, por ejemplo.

 

Sergio Gómez, de K-Paz de la Sierra, Valentín Elizalde, Zayda Peña y un larguísimo etcétera. Luego de tanta gente a la que le costó la vida lo que canta, ¿por qué los Tigres andan tan quitados de la pena?

Porque los Tigres no nacimos ayer, no somos un grupo de marketing. Cantamos lo que el pueblo vive, pero nunca hemos agredido a nadie. No buscamos problemas con nadie, porque eso salimos a la calle con libertad absoluta.

 

“El Jefe de Jefes” canta: “han querido arañar mi corona, los que intentan se han ido muriendo”. ¿Usted jamás temió por su vida?

No, porque sentimos una seguridad muy grande y creemos que nuestro público nos arropa. Ésa es la seguridad que nos acompaña. Cuando nos presentamos, nos sentimos protegidos por la gente. Por eso saludamos a todos y convivimos con todos. Respetamos a toda la gente y le damos su lugar.

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¿Ha visto a un narco en persona?

Mmm (piensa)… no, nunca he estado cerca de alguien que sepa que se dedica a eso. A lo mejor he estado, pero no me he dado cuenta.

 

En la carta que Javier Sicilia escribió a los políticos y criminales, a ambos les dice: “ya estamos hasta la madre”. El presidente, por su lado, insiste en que los criminales son los malos y el gobierno, los buenos. ¿Es ésta una lucha de buenos contra malos en la que nos toca estar en medio?

El narcotráfico es un negocio que está ahí, que ha estado por muchos años. Buenos y malos no son. No puedo decir que los narcos sean malos. Se dedican a un negocio que los ha ligado con los supuestos malos. De repente catalogamos así a la gente, pero el narco no es malo por ser narco, debe haber oportunidades para que lo demuestren. Y los buenos, definitivamente, tampoco son tan buenos.

 

Cuando se dan a conocer noticias en las que el ejército asesinó civiles, en lo personal me dan más miedo los buenos.

Como dijo Cristo: “cuídate de los buenos, porque a los malos ya te los señalé”.

 

¿Le han encargado cantar un narcocorrido?

No. Nosotros opinamos lo que los compositores nos traen, pero nos damos cuenta por lo que escriben. Lo que decimos debe tener un sentido para que el pueblo se identifique con ello y ayude al ciudadano a tomar decisiones. Al final, el pueblo elige lo que es bueno y lo que es malo.

 

¿El llamado “movimiento alterado” [narcocorrido extremo] llegó demasiado lejos?

Demasiado lejos, demasiado. Es muy fuerte para el público; para las nuevas generaciones, sobre todo. A los que ya estamos aquí no nos sorprende tanto, pero golpeará más a los jóvenes. Les enseñará un diccionario mucho más fuerte, con letras más alteradas.

 

¿Y la realidad, Jorge, llegó aún más lejos?

La realidad está excesiva, cruel y destructiva. Ahora nos toca a nosotros corregir nuestro mundo. Por lo menos pararlo para las nuevas generaciones.

 

Al margen de los narcocorridos, ustedes también cantan temas extremadamente dramáticos como “Dos monedas”, “El niño y la boda” o “Por qué me quité del vicio”. ¿También lo hacen con una intención pedagógica?

“Por qué me quité  del vicio”, ¡ese tema es muy importante! Es parte de un poema muy grande (de Carlos Rivas Larrauri). Temas como ése son de reflexión para los seres humanos. A veces, les damos con mano dura a nuestros hijos sin darnos cuenta que ellos sólo nos están imitando, como el niño de la canción, que se emborracha igual que el papá para poder ver a su mamá muerta como la mira él en sus alucinaciones.

 

Pues son varias las canciones en la que habla de los peligros del alcohol. ¿Qué los ha salvado en convertirse de verdad en Los Rolling Stones mexicanos?

Los valores que nos enseñaron cuando éramos niños. Salimos de casa muy chicos y aprendimos a protegernos de la droga, del licor, de la soledad y hasta del amor. Intentamos no cometer errores. Nos fuimos educando solos, aprendiendo de los seres humanos y diciendo ‘no quiero ser como él, yo quiero vivir mi vida a mi manera’. Eso nos hace diferentes y por eso tenemos un respeto hacia nosotros.

 

Luego de ver cómo se ponen las mujeres con “Golpes en el corazón”, incluida Paulina Rubio, no le creo que los Tigres estén vacunados contra los encantos de las chicas.

Todos los seres humanos, hombres y mujeres, nos deseamos los unos a los otros. Ahí no tenemos temor, la verdad. Las cosas suceden por algo, pero siempre respetuosamente. Hay que respetarnos y después, que venga lo que tiene que venir.

 

O sea que la música regional tiene su equivalente en sexo, drogas y rock.

Existe lo mismo, pero a mis años ya lo veo diferente. Sexo, drogas y rock and roll, esa frase se oye fuerte.

Y divertida.

Muy llamativa, pero no todos lo vivimos igual que los Rolling Stones. Nosotros somos más suaves, pero es lo mismo, claro.

 

En el rock, las bandas conformadas por hermanos tienen desenlaces trágicos.

A nosotros, lo que nos mantiene es que estamos juntos desde chicos. Muchas bandas son sólo amigos que pueden destruirse de la noche a la mañana. Nosotros, aunque nos enojemos, al otro día nos tenemos que hablar.

 

A la distancia, ¿duele igual la muerte de Freddy (el Tigre fallecido)?

Sí, precisamente antier vi un video en que salía su imagen. Me trajo recuerdos muy bonitos. Platicaba ese día con un amigo acerca de la última vez que Freddy y yo viajamos juntos. Fuimos a Cancún, se nos oscureció mientras nadábamos en una playa, cuando nos faltaban 20 minutos para llegar a la orilla que me grita: ‘¡Jorge, ahí viene el tiburón!’. Yo salí disparado, muerto de miedo, pero todo era una broma suya porque ya se quería salir del agua.

 

Arturo Pérez Reverte twitteó que la adaptación española de La Reina del Sur le pareció una bazofia, por su reducción de 63 episodios a menos de 10. ¿A usted le gustó?

En España el tiempo aire es muy importante. Cuando leí que la serie tenía 60 y tantos capítulos, supuse que en España no transmitirían tantos. No me sorprende que la dejaran en diez, aunque sesenta y tantos son muchos como para reducirlos. Pero ojalá más gente lea el libro de Arturo, ahí es donde se les dará la compensación.

 

 Y todo empezó por una canción de los Tigres. ¿No le sorprende?

HERNÁNDEZ: Sí, todo empezó con “Camelia la Texana” (Risas).

 

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