JESSE BÁEZ: “TODO LO HACEMOS POR SEXO”
Hay algo que Jesse Báez quiere gritar el 7 de abril, cuando suba al Escenario Corona del Festival Ceremonia a las 5:15 de la tarde.
“Lo que siempre digo: que soy el único guatemalteco del que se tienen que acordar”, me cuenta y suelta la carcajada.
Porque inevitablemente cuando se habla de la música de su país hay un nombre que siempre sale a la conversación y por supuesto a él no le gusta: Ricardo Arjona. Pero el problema no es Arjona, sino que efectivamente no hay otro.
El guatemalteco se presentará con Broke Kids en el Festival Ceremonia el 7 de abril.
Lo sabe Jesse que nació en Chicago, pero a los 6 años regresó a vivir a un país latinoamericano de menos de 110,000 kilómetros cuadrados. Al futuro cantante le tocó pasar su infancia y parte de adolescencia en una granja. Rodeado de árboles, sin vecinos con quienes jugar y dedicado a buscar música en Internet y jugar PlayStation.
“Fue duro, porque no había a quién imitar. Yo no tenía amigos que hicieran música porque en Guatemala nadie hace música. Sólo están las Maras, el crimen y la violencia. Si alguien tiene eso en su vida, ¿por qué se interesaría en hacer canciones?
“En mi país no había un ídolo a quién seguir, alguien a quien yo dijera: si él tocó en este club, yo también lo haré y si se juntaba con estos tipos, yo también lo haré”.
Que no suene a telenovela
Pero lo consiguió. Porque Jesse se reconoce como un obstinado de lo peor. El mismo que al día siguiente de grabar el sencillo “Decile” en su habitación, con su computadora personal, y habérselo enviado a unos amigos mexicanos, tomó un vuelo para ir a Monterrey a grabar su EP.
B A E Z es un EP de 7 canciones que salió justo en marzo de hace años. Colocó en el mapa al hombre que tengo enfrente. El que no suelta el celular mientras habla, aunque tampoco lo consulta. Sólo se trata de una libreta electrónica que representa lo que el cuaderno rayado a Eminem, según puede verse en la película “8 Mile”.
–Durante el día anoto muchas cosas en mi celular. Palabras, conversaciones que escucho por ahí. Soy un obsesivo de las palabras. Mi único requisito para utilizarlas en una canción es que no suenen demasiado cursi, como una telenovela.
–¿Le has escrito una canción a una mujer para salirte con la tuya?
–¡Por supuesto! Un ejemplo de ello es “Rihanna”, que se la escribí a una chica que se la pasaba diciendo que era fan de Rihanna (“tú eres mi Rihanna/ tu cuerpo me llama, girl”) y yo dije, quiero que eso se quede para siempre grabado. Ya ni siquiera salgo con ella, pero no importa. Saber que se lo escribí me causa cierto placer.
–Entonces escribirle canciones a la gente es casi como tatuarse su nombre.
–¡Pero el tatuaje es más duro, es para siempre! En cambio, la canción puedo no cantarla nunca más.
Jesse pasó gran parte de 2017 lanzando versiones en español de sus canciones favoritas. Temas de Drake y Bryson Tiller, por ejemplo. También firmó, como Broke Kids, con Universal Music, lo que hizo especular a los fans qué “tan real” podría mantenerse ante los caprichos de la industria. Pronto lanzará un disco.
Él dice que la major sí ha cambiado su dinámica. Se ha tenido que volver mucho más mesurado, “porque si por mi fuera lanzaría una canción nueva cada semana, pero los tiempos de la disquera son diferentes”.
Otro ejemplo es la disyuntiva “Tengo unos Reebok y estas perras quieren Nike” que plantea en su colaboración con Fuego.
“Eso lo hice más por dejar en claro que soy un underdog, que no me dejo llevar por la tendencia… pero ahora sé que una publicidad como esa no debería ser gratuita, que cuesta muchísimo”.
La mente humana es perversa
“Nadie se haga el santo, todo el mundo coge”, repite Jesse en “Decile”. Y antes nos dijo que sí ha escrito canciones para seducir mujeres. Porque el sexo es una fuente inagotable de inspiración para alguien que en otra canción “algo me dice que es mi última noche contigo, girl”.
Su música es una mezcla de R&B, hip hop y trap a la que los hombres tenemos mucho que agradecer. Porque despierta en ellas una lujuria que se traduce en baile, en caricias que se prodigan, cuando borrachos de cuerpos coincidimos con la mujer adecuada a la salida de un bar.
–El sexo lo es todo. Recuerdo que justo eso platicaba con unos amigos de Guatemala que todo el tiempo estamos haciendo cosas para ganarnos al sexo opuesto o a lo que cada quien le guste. Me recuerda un episodio de Seinfeld en el que Constanza se obsesiona con escribir una serie de TV y cuando lo consigue, le dice a Jerry: “ahora que tengo este trabajo, podría conseguir a la mujer que sea”, pero no puede, porque el trabajo se lo consiguió su novia. Vivimos en medio de esas paradojas. Lo peor es que cuando conseguimos salir con la persona que queremos, nos deja de interesar y hasta acabamos chateando con otra en el celular. La mente humana es muy perversa.
El próximo sábado 7 de abril el guatemalteco que tengo enfrente subirá al escenario del Ceremonia para gritar que sólo a él deberían recordarlo. Y si ya una vez el underdog que jugaba PlayStation se salió con la suya, no dudo que lo vuelva a hacer.
Por Arturo Flores @ArturoElEditor
