Historias de miedo para contar en la oscuridad
El terror para adolescentes que apenas van saliendo de la niñez tuvo un gran auge en la década de los años noventa. Series televisivas como Le temes a la oscuridad o Escalofríos marcaron generaciones. Capítulos que veían en la noche para contarlos al otro día en la escuela y convertirlos en tema con los amigos y conocidos. Sin embargo, lo políticamente correcto y la censura poco a poco convirtieron en una mina peligrosa la incursión de escritores y cineastas en estos temas. El terror se enfocó a mayores de edad y adolescentes con identificación oficial.
Un dibujo de Playboy entre los monstruos de Guillermo del Toro
Historias de miedo para contar en la oscuridad es una adaptación de las famosas novelas homónimas escritas por Alvin Schwartz e ilustradas por Stephen Gammell. Esta serie de libros de culto entre los lectores norteamericanos volvió a salir a la palestra cuando Guillermo del Toro decidió que se podría hacer una película con ellas. Luego del éxito de Stranger Things y del remake de It, los estudios estaban más que listos para explotar el filón. Del Toro se puso en la labor, pero cedió las responsabilidades de la dirección al noruego André Øvredal, quien tiene un gran talento para el terror psicológico. Øvredal se dio a conocer por el falso documental llamado Troll hunter, en el que con un presupuesto mínimo logra contarnos la persecución y caza de un enorme Troll.
Un pueblo pequeño
Historias de miedo para contar en la oscuridad hila algunas de las historias más famosas de los libros para dar un relato coherente al espectador que no conoce los libros originales. De esta manera, la trama se inicia en 1968 en el pequeño pueblo de Mill Valley, un lugar aparentemente alejado del ruido de las grandes ciudades. Ahí, la familia Bellows es la más destacada de la comunidad. En su mansión ubicada a las afueras del pueblo, Sarah, una misteriosa joven, convirtió su tortuosa vida en historias de terror transcritas en un libro maldito. Todos esos relatos parecen cobrar vida poco a poco.
Las imágenes de los cadáveres, espantapájaros y demás seres de ultratumba guardan una particular similitud con las imágenes creadas por Stephen Gammell para los libros. Sin embargo, imágenes y tramas son suavizadas para pasar la censura cinematográfica y llegar al público meta, el que apenas va dejando la mayoría de edad.
Un libro prohibido
Las historias de Alvin Schwartz están basadas en el folklore tradicional, no sólo norteamericano, sino de todo el mundo, de esta manera las tramas son truculentas y muchas veces no se castiga al “malo”. Es por esta razón que a principios de los 90, asociaciones de padres de familia propusieron prohibirlos en las bibliotecas públicas. La misma suerte no corrió el ilustrador, Stephen Gammell, a quien sí le obligaron a modificar varias de sus ilustraciones en posteriores ediciones.
