Guerra fría, una obra donde la aniquilación nuclear nace en un departamento
Fotografías de Carlos Somonte
Después de una acalorada discusión, un cantante de rock fracasado le reclama a su pareja, una actriz que dejó sus sueños para seguir a su amado: “Debería haber muerte natural para el amor”, una frase que parece ilusa en un mundo que está al borde de la aniquilación nuclear y en una relación que explota constantemente en la proximidad de su fin.
Guerra Fría, obra escrita por Juan Villoro, se centra en “El Gato” (Mauricio Isaac) y Carolina (Mariana Gajá), un músico y una actriz que, en una ciudad dividida como el Berlín de los ochenta, buscan darle sentido a su tormentosa relación, mucho mayor al conflicto entre naciones que sucede afuera de su departamento. En palabras de Villoro: “la verdadera guerra fría no es tanto la de dos potencias que podrían aniquilarse y no lo hacen, sino la de dos personas que podrían aniquilarse y no lo hacen.”
El Berlín de Lou Reed
Las letras que construyeron el mundo de “El Gato” y Carolina nacieron de la estancia de Villoro en la capital dividida de las dos Alemanias, cuando el disco de Lou Reed, Berlin, musicalizó la estancia del autor mexicano.
La inspiración va más allá del lugar, Reed se convierte en un personaje más, una especie de ente omnipresente que determina cada acción de los protagonistas. Se retoma la historia del disco conceptual, que se adentra en una relación de amor marcada por la muerte, la sobredosis y la prostitución.
Asimismo, está presente en “El Gato” la advertencia que Reed dio con su vida al convertirse en un profeta oscuro que sus seguidores esperaban que muriera súbitamente de sobredosis. “La gente prefiere que el artista se incendie y arda en su propia luz a condición de venerarlo como un héroe caído”, palabras de Villoro que nos muestran como cantante se asomó al abismo y supo no dejarse caer.
Los ladrillos del muro
Reed también se manifiesta en la obra a través de la música, cuando los actores tocan en vivo temas de Berlin, constantes recordatorios de la verdadera destrucción: protagonizada por dos artistas mexicano y no por un muro que divide a dos potencias.
La destrucción es parte de la esencia de los protagonistas, aspecto que se potencia con el espacio no convencional en el que se desarrolla la obra. Se trata de la pieza de arte contemporáneo de Abraham Cruz Villegas, titulada pertinentemente Autodestrucción 8, un espacio hecho de pedacería, basura y desechos.
Guerra Fría se presenta los sábados y domingos en la Sala 4 del Museo Tamayo y continuará hasta el 8 de septiembre. Los boletos están disponibles en la taquilla y en la página del museo.
