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El desolador universo de “Fin de partida” regresa al Foro La Gruta

Por: Por Armando Noriega 07 Oct 2024
La obra "Fin de partida" de Samuel Beckett llega al Foro La Gruta, dirigida por Agustín Meza y con un elenco de alto calibre.
El desolador universo de “Fin de partida” regresa al Foro La Gruta

El Foro La Gruta del Centro Cultural Helénico se convierte en el epicentro de la puesta en escena de Fin de partida de Samuel Beckett. La compañía Teatro El Ghetto, capitaneada por Agustín Meza, trae a la vida un universo desolador con un elenco que corta el aliento: Luis Alberti, Adrián Ladrón, H. Alejandro Obregón y Rosario Sampablo. Este montaje no es sólo un tributo a Beckett, sino un eco resonante del pasado: marca el vigesimoprimer aniversario del debut de Esperando a Godot, la obra que catapultó a El Ghetto al firmamento teatral mexicano en los albores del siglo XXI.

“Veintidós años atrás, con Esperando a Godot nos fue bastante bien, nos convertimos en un ícono del teatro mexicano,” reflexiona Agustín Meza con orgullo en su voz. “Me atrevo a decir que fue una de las mejores puestas en escena que logré con mi compañía. El año pasado, tuvimos el honor de estrenar nuestra segunda obra de Beckett, Fin de partida. Pasamos por El Granero y El Milagro, y realizamos tres giras nacionales: Oaxaca, Jalisco y Querétaro. Ahora, la reestrenamos en el Teatro Benito Juárez, bajo el amparo del Sistema de Teatros de la CDMX”. Recapitula el dramaturgo.

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La obra, con su atmósfera post-apocalíptica, parece hablarnos de algo más que sólo una familia. Profundiza en lo que realmente está en juego en Fin de partida, la filosofía de los temas sombríos: relaciones humanas fracturadas, el paso implacable del tiempo, la desolación, pero la manera en que todo se desarrolla es, irónicamente, cómica.

“Se sitúa en un escenario donde un grupo de personas es todo lo que queda en un mundo devastado. Es crucial recordar que el autor irlandés escribió esta pieza tras la Segunda Guerra Mundial, imbuido de una visión profundamente apocalíptica. Aquí, estamos ante la última familia sobreviviente, confinada en un búnker subterráneo. El padre es la figura central, un rey autoproclamado que tiene a sus propios padres, ancianos y olvidados, viviendo en cubos de basura, una imagen potentemente simbólica de su abandono. Luego se encuentra el hijo adoptivo, que no es más que un esclavo en su dinámica perversa. Beckett se inspira en El Rey Lear de Shakespeare y en el Libro de Job, lo que le da a la obra esa mezcla única de tragedia y comedia negra”, explica el director.

Una partida cómica y trágica

La conversación con Agustín Meza deriva inevitablemente hacia las influencias y las decisiones artísticas que moldean Fin de partida. Al hablar de su enfoque, se percibe la meticulosa alquimia que hay detrás del montaje, una fusión entre lo trágico y lo cómico que sólo un amante del teatro como él podría orquestar.

“El lado trágico de Shakespeare nos ha guiado profundamente en esta obra. Nos sumergimos en textos y películas que han dejado una huella indeleble en el teatro y en la historia, al igual que las obras del director de cine ruso Andréi Tarkovski. Ese tinte solemne, casi místico que el cineasta maneja, nos ha servido para orquestar una actoralidad que no sólo respeta la gravedad de Samuel, también, encuentra la luz en medio de la oscuridad. A través de un análisis riguroso, logramos transitar hacia otro registro: el tono cómico, ese que fascinaba a Beckett. Nos hemos inspirado en gigantes como Chaplin, Grock, y Buster Keaton, maestros de una comedia que dista mucho de la vulgaridad contemporánea, donde el doble sentido y el albur son la norma. Aquí, en cambio, nos aferramos a un humor clásico, atemporal, la misma que cultivaron los Hermanos Marx. Es una risa que no proviene del cinismo, mejor dicho, de la pura magia de cómo un niño ve el mundo, en esas pequeñas miradas que esconden grandes respuestas. Eso, al final, es lo que nos sorprende y nos hace reír: el hechizo de lo simple”. Responde Agustín, solemnemente.

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La conversación se adentra en la esencia misma de la dramaturgia de Beckett, un autor cuya relevancia parece inquebrantable a lo largo del tiempo. Agustín reflexiona sobre la fuerza de sus textos. “Afortunadamente, el creador de Esperando a Godoto, es poderoso como dramaturgo. Sus obras son universales y, en la eternidad del paso, siempre lograrán resonar con cualquier público que conecte con su contenido y con la forma en que contamos las historias. Además, los actores que tengo a mi lado son de una calidad excepcional. Luis Alberti, por ejemplo, ganó un Ariel a Mejor Actor por Mano de obra”.

Continua: Gracias a todo este equipo y al trabajo dedicado, podemos conectar con el público, incluso cuando tratamos temas filosóficos. Lo curioso es que, a pesar de la profundidad de éstos, son tan humanos, relevantes y pertinentes, que el espectador no puede evitar involucrarse: ya sea llorando o riendo, pero siempre atrapado en la narrativa. Al minuto y medio de comenzar la función, ya se siente la respuesta: risas, emociones. Esa conexión es lo que realmente importa”.

Un diálogo interno

El diálogo se torna personal y revela influencias que van más allá de Beckett y Tarkovski. Agustín incorpora a Steven Brown, un músico de renombre europeo que, curiosamente, le abrió conciertos a Depeche Mode con su grupo de post-punk, Tuxedomoon; que ahora vive en Oaxaca. “Él está con nosotros en la obra, utilizando un estilófono, un aparato de 1968 que propone sonidos futuristas. Teatralmente, es fascinante; tiene una esencia casi clownesca, trágica y densa. La respuesta se sitúa en la ficción y en lo actoral, sin pretensiones, creando un trabajo de gran calidad con recursos mínimos”. Meza, con entusiasmo y recalcando, comenta.

Prosigue contando en dónde surge entrelazar lo sonoro con la actuación: “La inspiración vino de Fellini en 8 1/2, donde hay una bocina en la playa. Un día, mientras caminaba por un mercado, vi una de esas bocinas colgando, y de ahí nació la idea de integrarla como elemento en la obra. Luego, durante el proceso de investigación, di con este instrumento, y se convirtió en una pieza clave en nuestro montaje”.

Agustín comparte su amor por la dramaturgia con una sinceridad que resuena en el aire. “Tengo 50 años y lo más hermoso que he encontrado en mi vida ha sido esto. Junto al cine y otras disciplinas artísticas, así como el deporte y la ciencia, el teatro tiene esa capacidad única de sensibilizar. Llega a la raíz de lo esencial de la humanidad. La cinematografía es una proyección, un escaparate de imágenes, pero el teatro es el aquí y ahora; cada función es distinta, nunca hay una igual. Es el contacto del encuentro humano muy noble”.

Una historia atemporal

Después de la pandemia, con un texto y temática que abordan el fin de una era, la gente conecta profundamente con la obra. Los personajes, aunque atemporales, están confinados, lo que hace que los espectadores se vean reflejados en ellos. Las personas mayores se reconocen en los abusos, mientras que otra generación se identifica con el padre, cargando con el arrepentimiento y la culpa. Lo maravilloso es que los temas son tan diversos y directos que el público la acepta perfectamente, así lo traduce Agustín con la experiencia.

Al final de nuestra conversación, surge una pregunta que parece flotar en el aire, tan intrigante como la puesta en escena misma. Agustín, con una sonrisa en el rostro, reflexiona sobre el vínculo entre Beckett y Joyce. ¿Qué le preguntaría a Samuel? Es fascinante, porque esta obra es un reflejo de su nexo con James. Beckett, cuando escribió Fin de partida, era el secretario de Joyce, quien, en sus últimos años, quedó ciego. En este sentido, el protagonista, que tampoco ve, simboliza esa conexión; y él, el sirviente, es una especie de Beckett, es el que realiza el trabajo. La relación de ellos está claramente basada en su propia existencia y en la dinámica que compartían”.

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Así, al cerrar este ciclo de reflexiones, queda claro que la obra no sólo es un testimonio del talento de Beckett, sino también un espejo de la humanidad, donde el arte se convierte en un puente para explorar nuestras propias experiencias y emociones. La esencia del teatro está ahí, viva y vibrante, lista para tocarnos en el momento más inesperado.

Fin de partida se presentará en el Foro La Gruta del 6 de septiembre al 20 de octubre, los viernes a las 20:00 horas, sábados y domingos a las 18:00 horas. Las localidades pueden adquirirse en las taquillas del Centro Cultural Helénico, ubicado en avenida Revolución 1500, col. Guadalupe Inn, o en la página: helenico.gob.mx.

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