Ecos Mortales: la fábula adolescente
Los vidrios crujen, la explosión es inminente, la cifra de bajas es incontable; sin embargo, estos no desaparecen: Jewel City, tras el desastre radioactivo en Chicago, se vuelve una ciudad donde los muertos se convierten en fantasmas condenados a repetir su rutina en un loop infinito, y aparentemente sin percibir a los vivos. Bajo esa premisa inicia I Still See You (Ecos mortales), el nuevo thriller del director Scott Speer.
La película, basada en la novela Break My Heart One Thousand Times de Daniel Waters, explora el modus vivendi de los habitantes de Jewel City, donde los sobrevivientes de “El Evento”, nombre designado al incidente, son acompañados por los “residuos” de las víctimas: manifestaciones fantasmagóricas que realizan una actividad por determinado tiempo para después desaparecer; cada día reaparecen haciendo la misma actividad, a la misma hora y con el mismo tiempo de duración.
Es cuando Ronnie (Bella Thorne), una de las habitantes cuyo padre pereció en “El Evento”, recibe la visita del residuo de un chico que romperá con una de las leyes de estas entidades: no se pueden comunicar con los vivos; pero esa comunicación no es amigable, sino que se trata de una amenaza contra ella.
Deus Ex Machina
La película obliga al espectador a focalizar toda su atención en cada uno de los detalles de la trama, cosa que puede resultar contraproducente: la serie de reglas y leyes que rigen a los residuos es confusa y en ocasiones, es usado como un deus ex machina para intentar darle a la historia cierta coherencia.
La cinta, partiendo de que se trata de la adaptación de una novela para adolescentes, está rodeada de clichés del ámbito juvenil: el entorno escolar, el profesor simpático, la dicotomía de personalidad entre la protagonista y su mejor amiga, la llegada del “chico nuevo” —que además es retraído— a la escuela, y un largo etcétera. Y, para su desgracia, el cliché “más tóxico” para la película es la propia protagonista.
La actriz juvenil proveniente de Disney Channel encarna a un personaje teóricamente vulnerable, pero por momentos, las motivaciones que rigen a Ronnie son dejadas de lado para ser una persona completamente distinta. No conforme con ello, junto con Kirk (Richard Harmon), conforman una dupla similar a la de Bella Swan (Kristen Stewart) y Edward Cullen (Robert Pattinson) en Twilight (Hardwicke, 2008).
A nivel narrativo, sus debilidades son lo que los unen, pero esto no se demuestra a nivel actoral: son interpretaciones acartonadas, monótonas e inexpresivas, incluso en los momentos donde se encuentran más vulnerables. Ambos cumplen el estereotipo de que, al ser sujetos incomprendidos por la sociedad, encajan a la perfección como dos almas gemelas para enfrentar la serie de adversidades que se les presentan.
No obstante, aún con la serie de errores y defectos que son visibles en sus 98 minutos de duración, Ecos mortales es una cinta lograda.
Veredicto: entretenida
Estos desperfectos podrán debilitar la ejecución del producto final, pero se compensa con una historia que, aunque se muestra floja al inicio, repunta para la segunda mitad, mostrando una trama bien planteada cuya finalidad es hacer una alegoría al duelo y a la capacidad humana de superar la ausencia del otro. Además, el clímax muestra un sorpresivo villano cuyas intenciones están definidas, de suerte que no recae en el error de “ser malo porque lo es”.
La película está lejos de ser un gran mérito cinematográfico. Su paso por la historia del séptimo arte será totalmente desapercibido; aunque cumple con sus propósitos, brindando al espectador una historia interesante, pero sobre todo, entretenida. Es probable que en un futuro sea una cinta disponible en plataformas de streaming, y que será vista con el único propósito de distraerse por un rato del mundo real.
Ecos mortales se estrena en los cines comerciales de México el viernes 21 de junio.
