Este miércoles 8 de mayo me encontraba muy emocionada, ya que por fin vería a una de las bandas más grandes del New Wave en la Arena CDMX. No sólo porque es uno de mis géneros favoritos, sino porque se trataba de Simple Minds, una de las bandas pioneras del sonido de la Nueva Ola. Aunque lo tenía todo para ser una presentación perfecta, el concierto resultó ser bastante diferente a lo que se esperaba.
Aunque había un poco de todo respecto a las edades del público, era evidente que la mayoría de los asistentes fueron aquellos que tuvieron el privilegio de escuchar a la banda recién salidita de la radio, cuando “Don’t You (Forget About Me)” estalló en los charts y formó parte del soundtrack del clásico ochentero The Breakfast Club.
El show comenzó a las nueve y cuarto de la noche. Aunque el pit se veía lleno, aún había varios asientos esperando a ser ocupados en el resto de la Arena. Sin embargo, el público estaba muy disperso entre sí. De repente veías a una familia sentada en la parte de atrás, a un grupito de amigos por aquí y algunas parejas por allá. Había muchísimo espacio entre las personas en las gradas, pero, aunque aún faltaba gente por llegar, el show comenzó.
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Arrancando con “Waterfront”, salieron con todo el entusiasmo y profesionalismo. Era evidente que se veían contentos de estar este miércoles por la noche en el escenario. Igualmente, se podía escuchar a la gente ovacionando la aparición de los músicos a la vez que iban tomando sus posiciones.
Respecto al setlist, estuvo muy variado, dejándonos escuchar canciones de sus distintas etapas, abarcando desde los ochenta hasta los dos mil. Sin embargo, hubiese sido un bonito detalle que incluyeran en el setlist aquellas canciones que formaron parte de sus primeros álbumes a finales de los setenta.
Jim Kerr dejó claro por qué es un excelente frontman: a sus 65 años, sus rodillas probablemente sean mucho más ágiles y fuertes que las mías. No paraba de destilar energía haciendo algunas piruetas en el escenario. Además, su voz sigue intacta como en sus mejores años, siendo un verdadero lujo escucharlo en vivo.
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Aunque Simple Minds ya no cuenta con su alineación original, no podemos pasar por alto a los músicos que actualmente los acompañan. A lo largo de las canciones, cada uno tuvo su momento para brillar, pero quien definitivamente se ganó los aplausos a pulso fue la baterista Cherisse Osei, pues al terminar “She’s a River”, se aventó un impecable solo potente y preciso que logró sacudir el ambiente aún apagado de la audiencia y encender los aplausos del público.
La tensión se rompió cuando sonó la que probablemente era la canción más esperada del concierto: “Don’t You (Forget About Me)”. Ahora sí, toda la gente se despegó de sus asientos para cantarla junto con Kerr. El público, para esta ocasión, fue difícil, pero fue un alivio ver que sí le hicieron justicia a este himno ochentero. Incluso Kerr pudo interactuar con el público pidiéndonos que cantáramos el emblemático “la, la, la, la” como si fuera un ejercicio de vocalización, jugando con el volumen de nuestras voces, uniendo así a toda la Arena en una sola voz. Esta misma energía se volvió a notar al pasar con “Alive and Kicking”, otra rolota que es un clásico de los ochenta, llena de un aire de entusiasmo. Me gusta pensar que, al escuchar estas dos canciones, muchos tuvieron la oportunidad de regresar algunos años en el tiempo y bailar como lo hacían en aquel entonces.
Jim Kerr y Charlie Burchill, junto con sus compañeros, dieron un espectáculo excelente y completo. Todos ellos son músicos con gran talento y una buena dosis de carisma. Sin embargo, era evidente que se enfrentaron a un público diferente al que se esperaba cuando hablamos del público mexicano promedio.
Como dejé ver en los párrafos anteriores, hubo una audiencia un poco complicada. A pesar de que la banda estaba súper animada, dándolo todo en el escenario, y con un Jim Kerr haciendo todo lo posible para realizar dinámicas con los asistentes, gran parte del pit se mostraba estático. Igualmente, en la zona de gradas no había mucho movimiento, más que aquellos que sí se notaba que eran fans acérrimos de la agrupación. De hecho, cerquita del escenario había un grupo de personas que, sin duda, eran los más animados del pit; incluso el mismo Jim les dedicó unas cálidas palabras desde el escenario, agradeciendo esa energía.
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Por lo general, a las generaciones más jóvenes se nos reclama mucho nuestro uso del teléfono en conciertos, ya que muchos insisten en grabar cada segundo. Sin embargo, fue muy triste ver desde los palcos varias pantallas de teléfono en aplicaciones de entretenimiento, siendo que la mayoría de los presentes eran de generaciones anteriores.
Igualmente, había momentos en los que Kerr nos invitaba a continuar con las letras, pero no se escuchaban las voces del público. Asimismo, en varias ocasiones se rehusaban a aplaudir y unos pocos levantaban las manos durante otras canciones. Ante este tipo de detalles, Kerr trataba de alivianar el momento con un “We’re just warming up” o, en español: “Apenas estamos calentando”.
Puede haber muchos factores que explicarían el porqué de la apatía del público, lo cual es un caso bastante curioso siendo que nosotros nos caracterizamos por nuestra calidez y euforia en los conciertos. Quizás fue porque el evento se llevó a cabo un miércoles, tal vez fueron cuestiones sociales o generacionales, pero no fue porque Simple Minds diera un mal show.
Puede que no haya sido la noche más intensa del tour, pero para aquellos que somos fans del New Wave, Simple Minds dio un espectáculo entrañable. Verlos en vivo fue un regalo que no se olvida. Y si algo nos queda como lección, es que Simple Minds es muchísimo más que “Don’t You (Forget About Me)”; son una banda con un repertorio muy amplio y de calidad que definitivamente merece aún más reconocimiento por este lado del charco.