Un concierto con medidas sanitarias y su sana distancia suena irreal, al menos eso creí hasta que llegué a las inmediaciones del Autódromo Hermanos Rodríguez en donde la banda de rock, DLD, preparaba un gran festín.
En la entrada, como ya se nos hizo costumbre, la medida de la temperatura, la sanitización de la vestimenta y el gel en las manos nos llevaron de la mano a aquellos palcos divididos entre sí a metro y medio de distancia.
Foto: Liliana Estrada
A mi edad ya no aguanto estar parada entre el bullicio de gente por horas, por lo que es un sueño poder ver un concierto desde mi silla, solo con un par de amigos cerca.
Mientras comentamos las canciones y disfrutamos de una cerveza perfectamente sanitizada, el ir al baño no se vuelve una misión, no necesitamos ir en grupo.
Y lo que antes era un beneficio para los VIP, se ha vuelto algo terrenal; baños limpios y personas que te apoyan con gel, agua limpia, jabón y papel para que toques solo lo necesario las superficies.
Era momento, por fin comenzó DLD con un aforo visiblemente vacío, no habían empujones, no habían mala copas, todo se volvió íntimo a pesar de las distancias.
Como mala fan me entusiasmé con canciones como “Dixie”, “Todo Cuenta” y “Arsénico”.
Foto: Lulú Urdapilleta
Mientras, los de control recorrían pasillo por pasillo en busca de aquellos que buscaran salir de su palco o que tuvieran la mínima intensión de quitarse el cubrebocas sin ingerir algún alimento o bebida.
Unas canciones más tarde el concierto fue interrumpido por una tormenta de la que, ni los impermeables que obsequiaron en la entradas, pudieron protegernos.
Entre enormes charcos, pantalones empapados y albercas en los zapatos, 30 minutos después DLD regresó con más corazón al ver que estuvimos al pie del cañón esperando su regreso.
Fue así que tocaron uno de sus más grandes hits, “Mi Vida”, de aquellos pocos covers que superan al original.
La lluvia, ahora menos recia pero constante, mojaba nuestros rostros resignados al agua, y la banda, quienes ya se habían despedido, se apiadaron de nosotros y tocaron “Pagarás”, que como Francisco Familiar dijo “tiene mucho que no la tocamos, así que entenderán si tenemos acordes atropellados”.
Entre acordes atropellados todos coreaban “voy a dejar de fumar para no llorar”, y con más agua que lágrimas, nos fuimos con la satisfacción de volver a vivir los conciertos quizá en un mejor formato; lo único positivo que, para algunos, la pandemia ha dejado.
Próximos shows de OCESA.
Rock En Tu Idioma Sinfónico 31 de julio.