Comparte
Compartir
Suscríbete al NEWSLETTER

Del olvido al “lo anoté en un postick”

Por: Jafet Gallardo 05 Jun 2018
Seguimos relatando la vida moderna del oficinista en nuestra cada vez más gustada: #CrónicaGodínez Por Arturo J. Flores @arthuralangore “Te […]
Del olvido al “lo anoté en un postick”

Seguimos relatando la vida moderna del oficinista en nuestra cada vez más gustada: #CrónicaGodínez

Por Arturo J. Flores @arthuralangore

“Te dejé un postick”, he escuchado decenas de veces. No importa cuánto hayan avanzado la ciencia y la tecnología, condenando a la obsolescencia a lo que en otros tiempos pensamos que se trataba de cambios significativos de la vida de oficina, tal parece que los posticks nunca se irán.

Han sepultado al fax, los rotafolios y las hojas de cálculo impresas. Esos cuadritos llegaron para quedarse, adhiriéndose a nuestra vida como a las ventanas de nuestros cubículos. Imperturbables, los posticks atestiguaron la llegada del iPhone 6 y la sentencia de muerte del iPad Mini con la seguridad de ser, junto con las cucarachas, los únicos que presencien en primera fila y con palomitas de maíz en la mano, la llegada de los 4 Jinetes del Apocalipsis.

Lo que me intriga es saber si alguna vez esos papelitos amarillos (luego rosas, rojos, blancos, etcétera) con pegamento en la orilla habrán cumplido su función. Porque anotar información alguna en un postick significa condenarla irremediable e inexorablemente al olvido. Puede ser que una o dos veces acudas a él en busca de un teléfono, una extensión, un “pendiente” o el apellido de un cliente a quien tememos llamar por su nombre, pero tarde temprano ese postick habrá de desaparecer como si Mandrake hubiera hecho alguno de sus pases mágicos encima de su escritorio. Esa es la segunda característica de un postick: nació para perderse.

Este video te puede interesar

Donde trabajo hay gente que le profesa un amor enfermizo a los postick. Sobre sus escritorios florecen como hongos después de la lluvia. Hay quienes adornan con ellos las orillas de su monitor en una curiosa imitación en sentido contrario de aquellos enamorados que “deshojan” una margarita. Ellos cuelgan los pétalos de papel alrededor de un centro luminoso. Otros prefieren pegarlos a lo largo y ancho de su extensión telefónica, cual si se tratara de una pequeña pieza de arte objeto.

godi230914 3

Reconozco que hay quienes pese al desorden que reina en sus lugares, son capaces de detectar a la perfección, en medio de esa colmena de posticks que parecen reproducirse como búlgaros en la leche, el dato que buscan. Otros, como yo, nos extraviamos en el caos pero aún así nos resistimos a deshacernos de nuestros posticks. Establecemos con esos papelitos del diablo una enfermiza relación de dependencia. Son los pequeños Pepe Grillos que nos susurran cosas al oído, aunque a la mañana siguiente hayan desaparecido.

En más de una ocasión –en los tiempos anteriores a Facebook– escribí en un postick el teléfono de alguna compañera hermosa a la que nunca pude invitar a salir… porque más tardaba en pegar el postick en algún lugar de mi escritorio, que en extraviarlo. Es posible que en un papelito de 5 por 5 centímetros haya dejado plasmado el nombre y número de contacto del amor de mi vida, pero en una jugarreta cruel del destino, éste se haya ido a vivir al limbo de los Godínez. Aún me estremezco de sólo pensarlo.

Los posticks son a la oficina lo que los hoyos negros al Universo. Son capaces de absorber toda la materia que se encuentre a su alrededor sin dejar rastro de ella. Representan portales en el tiempo, pequeñas fisuras entre dimensiones adonde quizá, y sólo quizá, hayan ido a dar todos esos documentos que nunca volvemos a ver y que a algunos de nuestros colegas les han costado el puesto. “No entiendo”, los escuchamos decir cuando van rumbo a la salida de la empresa, con su caja de cartón en las manos y un policía que los escolta hasta la calle, “yo lo había anotado en un postick. ¿Cómo pudo extraviarse?”.

He  visto a una plaga de posticks tragarse entero un automóvil, igual que las langostas lo hacen con el maíz. El 14 de febrero alguna novia psicópata coloca miles de ellos en la carrocería del cuatro ruedas de su amado, con mensajitos cursis que de sólo mirarlos ofenden la inteligencia.

¿Alguna vez te has preguntado por el paradero de algún compañero al que el viernes dejaste sentado en su lugar, trabajando, y que nunca volvió?

godi230914 2

Es posible que se haya quedado mirando fijamente un postick perdido entre otros millones de posticks pegados en un cristal.

Tal vez él, desde algún lado te está mirando mientras anotas algún pendiente en ese cuadrito amarillo que desprenderás del resto para pegarlo en algún lado. Ten cuidado: un movimiento tan aparentemente inofensivo pudiera desatar el big bang en el lugar donde trabajas. Todo podría irse al carajo.

Si Dios hubiera entregado a Moisés los 10 Mandamientos anotados en 10 posticks es posible que hoy no fuera pecado robar o desear a la mujer de tu prójimo. Por eso mejor los grabó en madera. Así no habría pierde.

Foto perfil de Jafet Gallardo
Jafet Gallardo Digital Editor Periodista de formación. Creador de contenidos, analista, especialista en viajes, entretenimiento y estilo de vida.
Descarga GRATIS Calendario Revive el Poder 2025
Calendario
Descarga AQUÍ nuestro especial CALENDARIO REVIVE EL PODER MAYO 2025.
Suscríbete al Newsletter
¡SUSCRÍBETE!