Daniel Radcliffe se aleja definitivamente del estigma Harry Potter y Annabelle queda a deber.

Por Iván Farías (@ivanfariasc)

Una mañana un hombre se levanta, luego de una borrachera brutal, con un par de cuernos en la cabeza y se da cuenta que ellos le ayudan a que la gente le confiese sus peores deseos. El problema es que este mismo sujeto fue acusado de asesinar a su ex novia de una manera terrible. Pese a que el caso sigue abierto y por lo tanto no ha habido un veredicto concluyente, la gente odia a ese hombre, casi muchacho, llamado Ignatus Perrish.

Dirigida por el disparejo Alexandre Aja y adaptada por el desconocido Keith Bunin, “Cuernos”, prometía llevar a la pantalla por primera vez la novela más conocida de Joe Hill, seudónimo que utiliza Joseph Hillstrom King para no ser relacionado con su afamado padre Stephen King.

Pese a que sigue casi momento por momento lo acontecido en el libro, la fábula moral que ostenta la narración original se diluye en una especie de película de romance adolescente con tintes de cinta policiaca y muy poco de sobrenatural. La razón principal es que el guionista modifica a muchos de los personajes y aligera mucho las situaciones para poder obtener un clasificación B16 y así obtener mayores ingresos.

Lo más destacable de la cinta es sin duda Daniel Radcliffe, quien con este papel se aleja definitivamente del estigma Harry Potter, y sostiene sobre sus hombros toda la trama. El resto de los actores parecen opacos y poco creíbles en sus papeles estereotípicos. Pero lo que es peor el antagonista no acaba nunca de siquiera estar a un nivel aceptable.

Así, casi nada queda de la crítica ácida a la religión, a las “buenas personas” de los pueblos, la familia incondicional y cuanta institución toca la historia. A veces la novela se tornaba blasfema y con grandes dosis de humor negro. La otra novela de Joe Hill, El traje del muerto, espero sea adaptada por un cineasta más solvente.

Killer dolls

Una pareja joven a finales de los años setenta sufre el ataque de un par de locos sectarios que al parecer desean matarlos. Gracias a la intervención del marido la esposa, con un embarazo a punto de concluir, logra salir ilesa. Sin embargo, partir de ese suceso algo que parece una maldición comenzará a seguir.

Todos los que vieron El Conjuro de inmediato supieron que la gran historia que no se contó fue la de Anabelle, la muñeca que asustó a un par de muchachas hasta que llegó el matrimonio Warren a detener su maldad. Como en el caso de Machete, el público exigió una película donde la protagonista fuera ella. James Wan, el director estaba ocupado filmando Rápido y furioso 7 (sí, leyó bien, Rápido y Furioso 7) por lo que la responsabilidad recayó en el cinematografista y ocasional director John R. Leonetti.

Ahí uno comenzaba a desconfiar porque dos de sus cintas son: Mortal Kombat: Aniquilación y El efecto mariposa 20, lo cual no da muy buenas referencias de él. Sin embargo, Leonetti es un viejo veterano del terror estando detrás de la lente, lo cual se nota en Annabelle. La película crea un ambiente muy parecido al de El conjuro, incluso algunas tomas, algunos momentos, recuerdan a esa exitosa cinta. Claro, sin llegar a las situaciones límites de los trabajos de Wan. El guión también intenta emular los giros y los juegos con las convenciones del género (ahí uno nota la influencia de Polansky, de Hooper), sin embargo, la genialidad no se brinda a todos a partes iguales.

Annabelle, sin ser una película mala, queda a deber a la cinta que la vio nacer. Si bien crea una atmosfera creíble, desarrolla bien sus personajes pero no acaba por mostrar lo que promete la cara seca de la muñeca.